Cuando las fronteras cuentan más que las personas

21/11/2022 | Editorial

cidaf-ucm_fondo_blanco-3.jpgEl 24 de junio de 2022 será recordado como un día trágico. Esa mañana murieron decenas de personas (23 según datos oficiales, 37 según las entidades de la sociedad civil) y unas 200 personas resultaron heridas mientras intentaban atravesar las vallas fronterizas que separan Nador (Marruecos) y Melilla (España). Las imágenes de sus cuerpos amontonados han quedado grabadas en nuestras memorias.

Hemos visto brutalidad extrema y hemos sentido indignación por esta tragedia que se podía haber evitado, como ocurre con la mayoría de las desgracias, pues son causadas por seres humanos, que en principio están elegidos para buscar el bien de todos.

Si estas tragedias causadas por humanos nos indignan, más si cabe nos repugna ver a los líderes responsables buscar justificaciones ante la sociedad, sin pensar en hacer justicia a las personas y familias afectadas.

Como si esta irresponsabilidad de muchos líderes fuera poco, se intenta ocultar a la sociedad los negocios injustos que se realizan a costa de los inmigrantes.

La mayoría procedía de Sudán. Llevaban en sus cuerpos, con dolor y con violencia, los zarpazos de la desigualdad y de la pobreza. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más de 10,9 millones de personas en Sudán, cerca del 30 % de su población, sufre de hambruna extrema.

La gran mayoría de los inmigrantes que llegan a nuestras fronteras, vengan del Sudan, de Senegal, de Malí, de Marruecos o de cualquier otra nación, abandonan su país por necesidad de supervivencia y de una vida digna.

Si los gobiernos occidentales y europeos fueran más humanos y responsables ya hubieran consensuado un programa de acogida y de integración para los inmigrantes, junto con los gobiernos de sus países de origen, y hubieran firmado unos acuerdos comerciales para colaborar en un desarrollo integral de los países africanos.

Debido al abuso del poder y de los recursos, los gobiernos occidentales se preocupan de detener a los emigrantes, levantando vallas, muros y pagando a gente armada.

Todo esto no se debe a que los políticos y economistas sean malas personas. Más bien, es consecuencia de su falta de valores y de una visión y política económica capitalista que valora más el poder y la defensa de las fronteras nacionales que la defensa de la dignidad y de los derechos humanos de los inmigrantes.

Desde 2013, Marruecos ha recibido 342 millones de euros de la Unión Europea (UE) para frenar la inmigración irregular. A mediados de agosto de 2022, la UE anunció que aumentará hasta 500 millones de euros la ayuda a Marruecos para el control fronterizo migratorio, un incremento del 45 % respecto al anterior periodo presupuestario. En conjunto, se calcula que, desde 2007, Marruecos ha recibido 13000 millones de euros en ayudas europeas para cerrar fronteras.

Esta tragedia nos llama a ser responsables, a exigir cambios de política migratoria, a derribar muros y a integrar a todos los inmigrantes para construir juntos un desarrollo integral. Todos somos necesarios para construir una nueva Humanidad.

CIDAF-UCM

Autor

  • Nacido en Izco (Navarra), en 1942, estudió filosofía en Pamplona (1961-1964). Hizo el noviciado en Gap – Grenoble (1964-1965), con los Misioneros de África (Padres Blancos). Estudió Teología en el instituto M.I.L. de Londres, (1965-1969), siendo ordenado sacerdote en Logroño, en los Padres Blancos en 1969.

    Comenzó su actividad misionera en África en 1969, siendo enviado a la diócesis de Hoima en Uganda, donde estuvo trabajando en la educación, desarrollo y formación de líderes durante nueve años. Luego vivió un periodo de trece años en diversas ciudades europeas, trabajando en la educación y capacitación de los jóvenes (Barcelona 1979-1983)) , en Irlanda como responsable de la formación de los candidatos polacos (1983-1985), y en Polonia donde fue Rector del Primer Ciclo de Filosofía Polaco (1985-1991), y se doctoró en Teología espiritual en Lublin, donde fue nombrado profesor de la misma Universidad Católica de Lublin (KUL), de dicha ciudad, en 1991.

    Regresó a Uganda en 1992, y fue elegido Provincial de los padres Blancos de Uganda hasta 1999. Durante este periodo, fue también presidente de la Asociación de Religiosas-os en Uganda (ARU), y pionero en la construcción del Centro Nacional de Formación Continua (USFC). Además inició la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) en 1994, trabajando en la formación de líderes en JPIC.

    En 2000 y 2004 cursó estudios sobre educación en Justicia, Paz, y Transformación de Conflictos, en Dublín. Desde su regreso a Uganda, fue pionero en la capacitación de agentes sociales en JPIC, y en el establecimiento del primer Consorcio de Educación Ética (JPIIJPC), lanzado por seis Congregaciones Misioneras, en 2006. Desde el inicio, y hasta junio 2011, ostentó el cargo de primer Director del Instituto. Al mismo tiempo fue profesor invitado de Ética en la Universidad de los Mártires de Uganda (UMU).

    En septiembre de 2011 fue nombrado director general de África Fundación Sur (AFS), organismo que dejó de existir en 2021. En la actualidad sigue trabajando por África al 100 % siendo, entre otras ocupaciones, editorialista en el CIDAF-UCM.

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