Los dos candidatos presidenciales para las elecciones del 9 de agosto 2022 han sido: William Ruto, hasta ahora vicepresidente, vs Raila Odinga, cinco veces candidato a la presidencia.
William Ruto, de 55 años, ha buscado presentarse como un hombre del pueblo, donando regalos como carros de mano y carretillas a los desempleados en la campaña electoral. Grandes multitudes se han reunido para escucharlo hablar mientras promueve su imagen como el único líder que puede representar las necesidades de los que luchan por llegar a fin de mes contra el poder establecido. Junto con Uhuru Kenyatta, Ruto fue acusado de crímenes de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional (CPI) por su papel en la sangrienta violencia asociada con la campaña electoral de 2013.
Raila Odinga, ha participado por quinta vez en las elecciones presidenciales. Es hijo del primer vicepresidente de Kenia, Jaramogi Oginga Odinga, quien sirvió bajo el mando del padre de Uhuru Kenyatta: Jomo Kenyatta, el primer presidente de Kenia independiente en 1963. Raila fue encarcelado durante seis años acusado de participar en el fallido golpe de Estado de 1982. Se esperaba que Odinga, uno de los grandes hombres de la política de Kenia, ganara las elecciones de 2007 antes de que se suspendiera el recuento electoral. Esto desencadenó luchas étnicas que se saldaron con más de 1.200 muertos.
Aunque Kenia es el país con la economía más fuerte de África oriental y la referencia obligada en ámbitos no solamente económicos sino también en servicios de salud y de educación, la nación se esfuerza en afrontar e integrar las fuertes tensiones étnicas, particularmente notables entre los dos grandes grupo étnicos: los kikuyu (Odinga) y los luo (Ruto).
Las tensiones étnicas, partidistas y personales, no son un fenómeno único en Kenia. En muchos países africanos, y en todo el planeta, las elecciones presidenciales son asuntos muy disputados. La diferencia radica en cómo los países responden a las disputas electorales. Las disputas presidenciales han llevado a menudo a conflictos violentos, en vez de ser resueltos, por los tribunales. Este ha sido ciertamente el caso en Kenia.
Miles de simpatizantes de William Ruto llenaron las calles tras el anuncio de la victoria de su candidato en las elecciones presidenciales de Kenia, que ha sido bien recibida internacionalmente a pesar de la dramática disputa sobre el resultado. Ruto venció por poco a su rival Raila Odinga y obtuvo el 50,5 % de los votos. Odinga, que no encontró el resultado «aceptable en absoluto», pues obtuvo el 48,8 % de los votos, anunció que presentará una querella ante el Tribunal Supremo, como ya lo hizo en otras ocasiones.
El presidente Uhuru Kenyatta, que apoyaba a Odinga para que lo sucediera después de completar dos mandatos, tampoco ha sido visto en público ni ha hecho ningún comentario desde el día de las elecciones. La calma ha vuelto a la mayor parte del país después de una mezcla de celebraciones y protestas violentas tras el anuncio de los resultados.
En la ciudad natal de Ruto, Eldoret, en el Valle del Rift, miles de residentes se pusieron a cantar y bailar. Pero el estado de ánimo era diferente en la base política de Odinga, en la ciudad occidental de Kisumu, donde los residentes instalaron barricadas y llantas en llamas para protestar por la derrota.
Ruto había enmarcado la elección entre «estafadores» -kenianos pobres- y «dinastías» -familias influyentes como los Kenyatta y los Odinga que han sido grandes actores en la política del país desde la independencia.
A diferencia de elecciones anteriores, las campañas estuvieron dominadas por temas como: el coste de vida, arreglar la economía y combatir la corrupción. No hubo el mismo nivel de movilización del voto étnico que se vio en las elecciones anteriores.
El comité de transición informó en su momento que estaba listo para entregar el poder al nuevo presidente electo, pero no se descartaban las fricciones debidas, según los analistas, al respaldo del ya expresidente Kenyatta a Odinga, utilizando maquinaria estatal y altos funcionarios del gobierno.
Esperamos que estos conflictos postelectorales se resuelvan en Kenia, y en todos los países, de forma jurídica ante los tribunales. Estas elecciones de Kenia, al centrarse ante todo sobre los importantes temas de la nación, no han tenido el mismo enfrentamiento étnico violento de anteriores elecciones. Esperamos una transición del poder político más pacífica que en ocasiones anteriores.
Lázaro Bustince Sola
[CIDAF-UCM]