Melilla, Ceuta, África y nosotros

12/07/2022 | Editorial

cidaf-ucm_logo_blanco-34.pngSeguimos tropezándonos en la misma piedra. Ante tragedias como la que tuvo lugar en la valla de Melilla en los últimos días, reaccionamos con indignación, porque fue algo horrible. Aunque se repiten los lamentos, nos quedamos siempre tratando los síntomas, poniendo parches, tomando nuevas medidas policiales, sin llegar nunca a un profundo análisis de las causas reales de estos intentos desesperados de pasar de África a Europa y sin ser capaces de elaborar un plan conjunto y consensuado para afrontar esta realidad de las migraciones, por un lado normales y necesarias, pero con frecuencia arriesgadas e inhumanas.

Muchos líderes y pensadores africanos afirman que las causas más importantes para estos intentos desesperados de tantos migrantes africanos en llegar a Europa no son: ni la pobreza, ni las guerras, ni los limitados servicios de salud o educación que sufren, sino que la principal causa de estos intentos desesperados para salir de África es el saqueo constante y generalizado de los recursos naturales y minerales africanos por parte de los poderosos gobiernos y empresas extranjeras, con la complicidad de los gobiernos regionales.

El verdadero problema y la verdadera causa de estas tragedias cada vez más masivas no está solo en las vallas, sino que viene de lejos. Los principales culpables somos todos los países desarrollados, ya que gran parte de nuestro desarrollo lo obtenemos de los bienes agrícolas y materias primas que “robamos” a los africanos, pues las pagamos a precios miserables.

África posee más de sesenta tipos diferentes de minerales y contiene un tercio de todas las reservas minerales del mundo. Tiene, por ejemplo, un 90 % de las reservas de platino; un 80 % del coltán; un 60 % del cobalto; un 70 % del tántalo; un 46 % de las reservas de diamantes y un 40% de las reservas de oro, siendo el continente que alberga más oro. África también tiene el 24 % de las tierras cultivables del mundo.

Todas esas enormes riquezas y sus canales de distribución están controladas desde fuera de África por compañías multinacionales en acuerdo con gobiernos locales corruptos, por lo que la diferencia entre los precios obtenidos por los productores y los beneficios cosechados por las multinacionales es escandalosa.

En total les hemos quitado a los africanos 50.097.832 hectáreas de tierra agrícola, cuando sabemos que más del 54 % de ellos viven de la agricultura, con lo que millones de ellos se quedaron sin tierra. GRAIN eleva esa cifra a 60 millones de hectáreas.

De ahí que utilizar prioritariamente las tierras agrícolas africanas para exportar bienes agrícolas o para agrocombustibles, mientras haya personas que pasan hambre en el continente, es un crimen. África con sus vastos recursos naturales y capacidad humana podría ser clave para alcanzar la alimentación de la humanidad, así como el cuidado del medioambiente.

China, EE.UU., India, Arabia Saudita, Corea del Sur, Emiratos Árabes, Rusia, Francia, Egipto, España, Dinamarca, Japón, Sudáfrica, Bélgica, Italia, Reino Unido, Alemania, Noruega, etc., son los países que más explotan los recursos africanos. (Podéis consultar el Informe de Land Matrix, GRAIN, etc.)

Estos megasistemas de explotación están también influyendo en la catástrofe climática que ya estamos sufriendo y que afecta mucho más a los países más pobres de África, con sequías pertinaces o inundaciones incontrolables, o los cambios estacionales. Ahora nos dicen los agricultores de Uganda, Ruanda, Tanzania… que ya no saben ni cuándo sembrar ni cuándo cosechar, porque los ritmos históricos de sol y lluvia ya están alterados.

Ahora mismo el Cuerno de África (Somalia, Etiopía, Kenia, Sudán, Sudán del Sur y Eritrea) sufre la peor sequía en 40 años que, sumada a cuatro años seguidos sin estación de lluvias, está sumiendo a 18,4 millones de personas en una hambruna extrema, con grandes dificultades para acceder a alimentos por las cosechas perdidas a causa de la sequía y la subida de los precios. Situación crítica padecen también en el África subsahariana, sobre todo en la región del Sahel, donde 52,4 millones de niños sufren retraso en el crecimiento por desnutrición y unos 23 millones van a clase con hambre.

A lo cual se suma una muy deficiente infraestructura sanitaria, pues en África solo hay 3,9 médicos por cada 10.000 habitantes, mientras que en la mayoría de los países desarrollados ya nos aproximamos a los 40. Un dato significativo: a fecha 28 de junio de 2022, la vacuna contra el coronavirus, con al menos una dosis, ha llegado solo al 23 % de los africanos, mientras que en el resto del mundo pasa del 72 % (Fuente: Statista). Es evidente que, por muchos motivos, la necesidad de emigrar de los africanos está más que servida.

Privamos a África de sus bienes y por eso pasa hambre. Al hambre no se le pueden poner fronteras. Y en consecuencia la emigración hacia otros países será imparable, y por eso lo arriesgan todo.

África necesita nuestro respeto, justicia y cooperación, no limosnas.

Esta situación de injusticia que hay en este mundo hace sufrir hasta la muerte a más de 1.300 millones de seres humanos, sobre todo en el continente africano.



“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. «Luchar contra la pobreza no es un asunto de caridad, sino de justicia»

Nelson Mandela

CIDAF-UCM

Autor

  • Nacido en Izco (Navarra), en 1942, estudió filosofía en Pamplona (1961-1964). Hizo el noviciado en Gap – Grenoble (1964-1965), con los Misioneros de África (Padres Blancos). Estudió Teología en el instituto M.I.L. de Londres, (1965-1969), siendo ordenado sacerdote en Logroño, en los Padres Blancos en 1969.

    Comenzó su actividad misionera en África en 1969, siendo enviado a la diócesis de Hoima en Uganda, donde estuvo trabajando en la educación, desarrollo y formación de líderes durante nueve años. Luego vivió un periodo de trece años en diversas ciudades europeas, trabajando en la educación y capacitación de los jóvenes (Barcelona 1979-1983)) , en Irlanda como responsable de la formación de los candidatos polacos (1983-1985), y en Polonia donde fue Rector del Primer Ciclo de Filosofía Polaco (1985-1991), y se doctoró en Teología espiritual en Lublin, donde fue nombrado profesor de la misma Universidad Católica de Lublin (KUL), de dicha ciudad, en 1991.

    Regresó a Uganda en 1992, y fue elegido Provincial de los padres Blancos de Uganda hasta 1999. Durante este periodo, fue también presidente de la Asociación de Religiosas-os en Uganda (ARU), y pionero en la construcción del Centro Nacional de Formación Continua (USFC). Además inició la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) en 1994, trabajando en la formación de líderes en JPIC.

    En 2000 y 2004 cursó estudios sobre educación en Justicia, Paz, y Transformación de Conflictos, en Dublín. Desde su regreso a Uganda, fue pionero en la capacitación de agentes sociales en JPIC, y en el establecimiento del primer Consorcio de Educación Ética (JPIIJPC), lanzado por seis Congregaciones Misioneras, en 2006. Desde el inicio, y hasta junio 2011, ostentó el cargo de primer Director del Instituto. Al mismo tiempo fue profesor invitado de Ética en la Universidad de los Mártires de Uganda (UMU).

    En septiembre de 2011 fue nombrado director general de África Fundación Sur (AFS), organismo que dejó de existir en 2021. En la actualidad sigue trabajando por África al 100 % siendo, entre otras ocupaciones, editorialista en el CIDAF-UCM.

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