En este tiempo de Navidad, que para tantos significa: alegría, celebraciones en familia, paz, cercanía de Dios y cuidado de los demás, no podemos olvidar que muchos pueblos padecen un cruel empobrecimiento causado por gobiernos irresponsables y sufren una terrible violencia y muerte causadas por tantos grupos armados por países poderosos. Algunos países africanos como Etiopía, Sudán del Sur, República Democrática del Congo (RDC) y otros, están padeciendo crímenes contra la humanidad, e incluso genocidio, como lo sufrieran en Yugoslavia y Ruanda.
1.- Esta es la cruel realidad que está sufriendo hoy el pueblo de Etiopía.
A finales de noviembre, Abiy Ahmed, primer ministro etíope, anunció que estaba liderando personalmente una «guerra existencialista para salvar a Etiopía» contra las fuerzas leales al Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF). Llamó a todos en el país a unirse a la batalla contra el pueblo de Tigray.
Ambas partes han alentado a los grupos de autodefensas y han formado milicias civiles, pero siempre formadas sobre la base étnica. Como en Sudán del Sur o en Ruanda, la guerra es ante todo tribal.
Según las ONG que trabajan en el país, unos 30.000 tigrayanos han sido detenidos en Adís Abeba y números desconocidos en otros lugares. El gobierno dice que se sospecha que las personas detenidas apoyan a las fuerzas de Tigray, que hace unas semanas avanzaban sus posiciones hacia la capital, pero entre los detenidos hay también niños y ancianos.
Mientras tanto, miles de no tigrayanos de esa región también han estado huyendo. Mientras las fuerzas del TPLF marchaban en dirección hacia Adís, cientos de miles de etíopes huían a zonas más seguras en la capital y otras ciudades etíopes. Se ha acusado a ambos lados contendientes de ejecuciones masivas, violaciones, torturas y otras atrocidades.
A medida que circulan las historias de las atrocidades cometidas por ambas partes, se genera más odio que conduce a más atrocidades y a una polarización cada vez más dura. Aquellos que hablan de encontrar un término medio o proponen un diálogo con competentes mediadores, están siendo descartados como extranjeros y desconocedores de la realidad etíope.
La guerra de propaganda de ambos lados se está intensificando, cada uno de los cuales intenta pintar su lado de la historia como justo y racional y echando toda la culpa de la confrontación militar al otro lado, que está siendo etiquetado como irracional, hambriento de poder y cruel.
A nivel nacional ha habido una escalada de los discursos de odio dirigidos al otro grupo étnico. El objetivo es deshumanizar a las personas, un paso necesario antes de emprender la matanza masiva del pueblo.
Etiopía tiene un sistema en el que el país está dividido en provincias de base étnica, aunque el poder general está en manos del Gobierno Federal, con sede en Adís Abeba, y las leyes las elabora la Asamblea Nacional, también con sede en Adís. Las provincias se crearon tras el derrocamiento de la dictadura militar del coronel Mengistu Haile Mariam en 1991.
Desde entonces hasta 2018, el gobierno estuvo dominado por el TPLF como el más fuerte de una coalición de cuatro partidos y muchos se resintieron por lo que veían como el señorío de Tigray sobre el país. Cuando Abiy Ahmed, que es del gripo étnico mayoritario oromo, llegó al poder, y luego de una serie de reformas rápidas, Tigray sintió que estaba siendo marginado y las tensiones comenzaron a aflorar.
En noviembre de 2020, las fuerzas armadas del TPLF atacaron los campamentos del ejército federal y, en respuesta, Abiy Ahmed envió tropas, aparentemente para controlar a Tigray. Anunció en ese momento que el conflicto terminaría pronto. En cambio, ha escalado más allá de todas las expectativas.
El aspecto más preocupante de este conflicto es que se basa en identificar a todo un grupo étnico como enemigo. En los conflictos étnicos, como en los conflictos raciales, no importa lo que la gente crea, las políticas que tengan o lo que hagan; se los considera malvados simplemente por ser lo que son. Dado que no se puede cambiar la raza o el origen étnico, no hay margen para el diálogo.
Tales conflictos pueden degenerar rápidamente en batallas totales, incluida la participación de civiles, todos creyendo que están involucrados en luchas existenciales contra un enemigo implacable. Los observadores ya advierten que todos los signos reveladores de una situación que se encamina hacia el genocidio se están manifestando en Etiopía.
2.- Esta es la vergonzosa realidad para Etiopía, África y para el mundo que todos estamos tolerando
La solución duradera solo puede venir de las tribus y pueblos de Etiopía, pero necesitan la solidaridad y colaboración de todos los países africanos y de la comunidad internacional.
Nuestra pasividad y nuestros intereses comerciales nos hacen cómplices.
África no puede quedarse con los brazos cruzados y dejar que esta gran y antigua nación se haga pedazos, mientras muchos países africanos siguen saqueando los recursos del continente sin importarles la tragedia que sufre el pueblo etíope o el pueblo de la RDC. ¿Dónde están los sabios del continente cuando los necesitamos para calmar la situación?
El resto del mundo tampoco parece estar particularmente interesado en hacer nada al respecto. Todo depende de los intereses comerciales que las poderosas naciones aliadas mantengan con el gobierno etíope. Todo ello delata una vergonzosa irresponsabilidad.
Hace dos años, en este momento, estábamos celebrando la entrega del Premio Nobel de la Paz a Abiy Ahmed, el primer ministro de Etiopía. Hoy, está completamente envuelto en lo que se está convirtiendo en uno de los conflictos más crueles y brutales de África, que tiene lugar ante los ojos de todos los países africanos y de todos los gobiernos del Planeta.
Necesitamos más constructores responsables de desarrollo sostenible y de paz para todas las etnias de un país y para todos los pueblos de la Tierra, y menos personajes condecorados con etiquetas insignificantes.
3.- ¿Habrá acuerdos o genocidio?
Dina Mufti, del Ministerio de Asuntos exteriores de Etiopía, anunció que el Gobierno central había comunicado sus condiciones para una posible negociación con el TPLF y cesar la violencia. Tres fueron las condiciones del gobierno: el TPLF debe cesar la violencia, retirarse de las regiones de Amhara y Afar y respetar el gobierno central.
Los guerrilleros del TPLF, por su parte, exigen ser reconocidos por el gobierno central como el gobierno legítimo de la región de Tigray antes de que haya el cese de hostilidades.
Así pues, las posturas por ahora parecen ser irreconciliables, aunque aumenta la presión común de la Unión Africana, la ONU y de la mayoría de los gobiernos del mundo para que las dos partes escuchen a los mediadores enviados y emprendan negociaciones serias.
Confiamos y esperamos que el sentido común y el bienestar del pueblo etíope primen por encima de todo lo demás. Este sería un gran Regalo para esta Navidad 2021.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]