Descolonizar la policia: Cómo se escribió la brutalidad en el ADN del servicio de policía de Kenia

21/04/2017 | Crónicas y reportajes

El problema es que no se trata de elementos violentos incontrolados. Es que la división de la Policía de Administración (AP) fue creada bajo el colonialismo con el propósito específico de someter a base de fuerza a los africanos.

«Contundentes golpes en la cabeza, el cuello y el pecho. Estrangulación. Aplastamiento de genitales”. Estas fueron algunas de las lesiones sufridas por el abogado Willie Kimani, su cliente Josphat Mwendwa y su taxista Joseph Muiruri, que presuntamente fueron secuestrados y torturados por al menos tres policías en el Campamento de Policía de la Administración de Syokimau antes de ser asesinados y arrojados a un río.

El caso dio lugar a una huelga de tres días de abogados y a protestas a nivel nacional a principios de este mes llevando a muchos a preguntarse si Kenia ha llegado finalmente a un momento decisivo en la batalla por una mayor responsabilidad y exigencia de cuentas por la brutalidad policial.

Lamentablemente, no es así, porque las soluciones que se están planteando no son suficientemente radicales. No necesitamos hablar de tratar con «elementos violentos incontrolados en el servicio policial». Tenemos que hablar de la abolición de la Policía de Administración (AP) y de la descolonización de la Policía de Kenia.

Adecuado para el propósito

El Servicio Nacional de Policía de Kenya se compone de tres divisiones administradas por separado: el Servicio de Policía de Kenia, la Dirección de Investigación Criminal y la Policía de Administración.

Las dos primeras existen en la mayoría de países que incluyen un servicio de policía regular y una unidad de investigaciones especiales (por ejemplo, el FBI). Pero la última es una peculiaridad anticuada y peligrosa del sistema colonial británico que desafía la lógica en un Kenia independiente.

kenia_administration_police.jpgEl servicio de AP fue creado formalmente en 1958, el último año del estado de emergencia que fue declarado para permitir la represión violenta del movimiento independentista de Kenia. La Ley de Policía de Administración definió el servicio de AP como una unidad paramilitar para «tratar asuntos de derecho consuetudinario», es decir, la población africana negra.

Esta acta no creó una nueva unidad, sino más bien formalizó un sistema que ya existía, es decir, el sistema de la Guardia Nacional en el que la Administración otorgaba a los africanos leales poderes especiales de vigilancia para reforzar la colonización y castigar a los disidentes.

Este servicio paramilitar era más duro, más impredecible y más violento que la policía regular. En su libro Britain`s Gulag ( El Goulag Britanisco) Caroline Elkins cataloga la tortura cometida por la Guardia Nacional en los campos de concentración a través del país. Esta incluía «palizas, estrangulamientos, aplastamiento de genitales usando alicates para hacer confesar a los hombres e insertar objetos en la vagina a las mujeres».

El hecho de que el sistema de la AP sobreviva significa que Kenia sigue siendo vigilada por un servicio colonial y, es más, prueba que la independencia del país nació muerta. Kenia pudo haber llegado a ser políticamente libre en 1963, pero los intereses de las élites gobernantes en mantener y aprovecharse de las estructuras coloniales condujeron a varias transformaciones incompletas.

Significativamente, servicios de seguridad, que nunca fueron totalmente reformados, no fueron considerados responsables de las atrocidades cometidas por el gobierno colonial. Más bien, las mismas prácticas utilizadas para torturar e intimidar a los africanos fueron abrazadas por el nuevo gobierno independiente para silenciar la disidencia y controlar la población.

La aceptación de la responsabilidad por esta violencia es rara a pesar de que la tortura es ilegal en Kenia, país signatario de la Convención contra la Tortura. De hecho, la brutalidad policial es tan común, especialmente contra los pobres, que un joven de los suburbios de Mathare, donde según la organización local al menos 17 jóvenes han sido asesinados por la policía en junio, me dijo en la protesta de este mes: “La gente que más pena me causa en Kenia son los que viven cerca de un campamento AP».

Reformas a medias

Al igual que en Baton Rouge o Ferguson en los Estados Unidos, las conversaciones sobre la reforma de la policía en Kenia han dado como resultado una mejora en el armamento que porta la policía, pero ningún cambio significativo a nivel político.

Mientras tanto, se está instalando en Kenia una amnesia colectiva. Han cesado las protestas. La Oficina del Presidente no ha reaccionado. El ministro del Interior, cuya oficina supervisa a la policía, culpó a los que habían pedido su renuncia, a pesar de que la oposición política de Kenia no ha respondido realmente. Ningún político nacional ha hecho de esto una prioridad.

Es cierto que la AP no es la única división policial en Kenia cómplice de violaciones de los derechos humanos. La Unidad de Servicios Generales (GSU), otra unidad paramilitar, permite al Estado utilizar la fuerza del ejército contra su población local, normalmente con violencia desproporcionada y abundantes cantidades de gas lacrimógeno, sin tener que desplegar el ejército. ¿Recuerdan la imagen emblemática del mes pasado de un oficial con traje de Robocop aparentemente a punto de pisar la cabeza de un manifestante? Eso era el GSU.

Aún así, lo que hace que el servicio de AP sea distinto es que fue creado con una mentalidad colonial antiafricana, para golpear e intimidar a los africanos y someterlos a la fuerza, que nunca ha sido confrontada.

Deberíamos horrorizarnos. Deberíamos quedarnos sin habla. Pero no debemos actuar bajo la falacia de que lo que sucedió fue inusual o imprevisible. No estamos hablando de algunos elementos violentos incontrolados o manzanas malas. Estamos hablando de una ideología de opresión que está profundamente arraigada en la razón de ser de ésta y muchas otras unidades paramilitares en Kenia. Si realmente queremos que surja un cambio significativo, necesitamos descolonizar el servicio policial, empezando por abolir la división de la Policía de Administración.

Nanjala Nyabola

Fuente: African Arguments

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]


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Autores

  • Autora de "Democracia digital, política analógica: cómo la era de Internet está transformando Kenia" (libros ZED / African Arguments, 2018). Es una escritora, activista humanitaria y analista política de Kenia. En la actualidad reside en Nairobi.

    @ Nanjala1

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