¿ Qué tienen en común el arquitecto David Adjaye, la novelista Chimamanda Ngozi Adichie y la artista Nneka –cuya música me acompaña mientras escribo estas líneas—? Aparentemente no mucho más que el color de su piel y su ascendencia africana. Pero escarbando un poco más allá de la pigmentación, vemos que son todos personajes exitosos, jóvenes y cuyas influencias traspasan las fronteras nacionales. Perspicaz, la escritora Tayie Selasi ha ideado un concepto de cierta repercusión que parece describir esta nueva realidad social y demográfica, lo hizo en un escueto artículo titulado Bye-Bye, Babar (Or: What Is an Afropolitan?), he aquí una traducción de su propia definición.
«Somos afroplitas: una nueva generación de emigrantes africanos, que ya han alcanzado (o están a punto de alcanzar) un despacho de abogados, un laboratorio de investigación química, un club de jazz, cerca de tu casa. Algunos son mestizos (ghanés-canadiense, nigeriano-suizo, etc), y unos son meras mutaciones culturales […] Somos afropolitas: no ciudadanos sino africanos del mundo. Lo que nos caracteriza es nuestro deseo de complicar África, es decir, comprometerse, criticar y celebrar las partes de África que más nos importan. Quizá lo que más caracterice la consciencia afropolita es el rechazo a la simplificación excesiva, el esfuerzo por entender aquello de lo que adolece el Continente junto con el deseo de dignificar aquello que tiene de maravilloso y único. En lugar de basarnos en la entidad geográfica, buscamos captar la complejidad cultural, dignificar su legado intelectual y espiritual, así como preservar las culturas de nuestros padres. »
Leyendo las palabras de esta escritora nacida en Londres, hija de médicos nigeriana y ghanés, respectivamente, uno corre el peligro de pensar que los africanos hemos alcanzado una suerte de estatus social burgués que nos permite poder vivir durante el mismo año en Nueva York, Londres, Roma, y hacer viajes bohemios por la costa oeste de África. Y es más, cabe preguntarse en qué se diferencian estos de la llamada diáspora africana; su origen y vínculo con el continente, visión global del mundo, buena preparación académica, he conocido muchos casos, es más, muchos de los actuales líderes africanos han seguido el mismo recorrido. Uno se pregunta si no se trata de una suerte de moda frívola que trata de diferenciarse de los demás afrodescendientes por su poder adquisitivo. Una elite que busca deshacerse de la carga de la imagen redundante —como dice ella— de un continente de hambre, miseria y caos, etiquetas que el mundo se resiste a disociar de su imaginario con respecto a gente que, como señala, tiene vínculos con el continente. No quieren complejos.
Y sin embargo, ha tenido mucho eco y han surgido desde nichos de mercado hasta prensa especializada dirigida a ellos. Y quizá la clave de su éxito radique en la cuestión identitaria, aquélla que hizo que Taiye detestara durante tanto tiempo la pregunta: ¿Where are you from? Un sentimiento que ronda el corazón de muchos. Y el concepto parece ampliarse a todos aquellos africanos conscientes del mundo en que viven y con la viva ambición de apropiarse de la aldea global con la furia y ansia de quien ha sido preso durante año y alcanza de súbito, y silenciado, un inmenso patio de 7 mil millones de personas con las que conversar.
