Resistencias al choque cultural profesional, por José Julio Martín-Sacristán

15/10/2012 | Bitácora africana

Hace unas semanas mantuve una cita con alguien que iba a trabajar en Nigeria y a quien me pidieron que orientara al respecto. Después de haberse licenciado y realizado los correspondientes másteres, tras un año buscando trabajo había encontrado esta oferta de empleo indefinido con una importante empresa internacional. Sin pensarlo aceptó el puesto. En nuestra entrevista fue incapaz de recordar el nombre de la ciudad en la que tendría que vivir. Le recité una lista de las poblaciones nigerianas con mayor presencia extranjera, pero no reconocía el nombre de ninguna de ellas. Mala señal, pensé, pues significaba que no había buscado información precisa sobre el lugar, y en Nigeria no es lo mismo vivir en Lagos, que en Abuja, Kano o Port-Harcourt: son realidades muy diversas las que se aglutinan en un mismo país.

Con tan escasa información sólo pude mostrarle una visión general de la situación a la que se enfrentaría. Tras dos horas con él, sólo me cabía desearle suerte en su nueva aventura, convencido en mis adentros de que iba a precisar buena fortuna en grandes cantidades… Y la necesita, no tanto por la situación en la que se encuentra Nigeria, como por la suya: sus actitudes básicas ante la interculturalidad y su nivel de predisposición a aprender de nuevas realidades.

En nuestro encuentro no sólo le hablé sobre el que sería su nuevo país, sino sobre los mecanismos que entran en juego en el choque cultural profesional y cómo éstos pueden afectarnos, llegando a encerrarnos en nuestro propio mundo, aislándonos del exterior, incapaces de comprender lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Le enseñé lo que pude, no demasiado seguro de si estaba realmente asimilando lo que le explicaba: si bien se había autodefinido como alguien abierto y con experiencia internacional, en varias ocasiones se intentó cortar mi línea de razonamiento, desviando la conversación hacia anécdotas inconexas. ¿Se trataba de resistencia por su parte o era sólo una muestra de mi incapacidad para mantener su atención?

Al final, le ofrecí la oportunidad de realizar un seguimiento en el terreno, pero la descartó sin pensarlo, mencionando por enésima vez que ya conocía África, pues había estado tres veces en el continente (en Marrueco, Tanzania y Sudáfrica), en viajes de vacaciones, nunca había tenido problemas y se había sentido muy capaz de adaptarse en todos los ámbitos…

¡Mucha suerte!

Original en: África Factor Humano

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