
La declaración conjunta adoptada en la reunión del G20 de Johannesburgo tuvo que encajar un cúmulo de posturas opuestas. Fueron un total de 122 puntos en los cuales los líderes se comprometieron, “guiados por los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas en su integridad”, a trabajar por “una paz justa, integral y duradera” en los grandes conflictos globales.
También concordaron que “las fronteras no deben modificarse mediante el uso de la fuerza”, mencionando explícitamente a Ucrania, Palestina, Sudán y República Democrática del Congo. Esta última frase es la clave del encuentro: reafirma la integridad territorial como principio central del derecho internacional y muestra una postura conjunta que podría beneficiar al futuro ucraniano.
El uso del terrorismo y de la fuerza militar como arma para los ataques a civiles, las acciones que lleven a la inestabilidad de las naciones, el auge de la desigualdad y la polarización de las naciones, son otros de los puntos abordados en la cumbre de Johannesburgo y que ponen en relieve la preocupación creciente por la inestabilidad global.
La declaración de Sudáfrica enfatiza la gravedad del cambio climático y aborda otros desafíos globales, como la necesidad de aliviar la carga de la deuda de los países en desarrollo. Sudáfrica la ha calificado como una victoria para la primera cumbre africana y su objetivo de priorizar los problemas que afectan a los países pobres.
El análisis parece acertado, pero se quedará solo en buenos planes y acuerdos si los diferentes gobiernos no toman en serio la implementación eficaz y responsable de dichas resoluciones.
Los gobernantes regresarán contentos a sus respectivas residencias, y el trabajo conjunto por la paz justa, integral y duradera, y por un desarrollo sostenible para toda la sociedad, seguirá esperando, quedándose en un buen análisis y poco más. La solución real a los grandes retos actuales de los pueblos nunca viene de arriba.
CIDAF-UCM


