Una atrocidad anunciada: el asedio de El Fasher, en Darfur, se convirtió en una masacre genocida

10/11/2025 | Crónicas y reportajes

 

Las redes de comunicación están caídas en la ciudad de El Fasher, en Darfur, lo que dificulta que periodistas y defensores de derechos humanos documenten lo sucedido desde que las RSF, grupo paramilitar convertido en rebelde, tomaron el control el fin de semana. Sin embargo, una avalancha de videos impactantes —en su mayoría grabados y publicados en línea por combatientes de las RSF, junto con imágenes de satélite, apuntan a matanzas de una magnitud devastadora que podría ser la peor vista hasta ahora en los más de dos años y medio de guerra en Sudán.Así, los análisis que se realizan se basan en la evidencia de videos de acceso público, entrevistas con personas que escaparon de El Fasher e información de fuentes tanto del Ejército como de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).

Las organizaciones de la sociedad civil creen que miles de personas han muerto en los últimos días, incluyendo casi 500 en el hospital de la ciudad, que solo funciona parcialmente. Las matanzas han sido tan extensas que la sangre y los cadáveres ahora son visibles desde el espacio. Muchos de los que escaparon de las masacres han sido secuestrados por las RSF y milicianos afines que se desplazan en camellos y motocicletas, quienes se lucran con la desesperación. Ha habido familias que se han arruinado intentando pagar los rescates para liberar a sus más allegados.

La caída de El Fasher significa que todas las principales ciudades de Darfur están ahora bajo el control de las RSF, una fuerza compuesta mayoritariamente por combatientes árabes de Darfur que sucedieron a las milicias Janjaweed, responsables de las matanzas de darfuríes no árabes en la década de 2000.

Esta captura consolida la partición de facto de Sudán —que sufre la mayor crisis de desplazamiento y hambre del mundo— entre las regiones controladas por las RSF y las controladas por el ejército. Pero ni el control de las RSF ni su anuncio de crear una administración paralela la convierten en un gobierno legítimo. No sirve a la población civil ni apoya a las escuelas y hospitales; gobierna mediante la fuerza bruta y extrae los recursos de una población ya exhausta.

Lo que agrava aún más la situación es que los crímenes cometidos en El Fasher fueron anunciados y previstos con mucha antelación: durante más de 500 días, las RSF sometieron la ciudad a un brutal asedio en un intento por expulsar al ejército nacional —apoyado por grupos armados aliados— de su último bastión importante en Darfur.

Casi 300.000 civiles que permanecieron en la ciudad fueron falsamente tachados de colaboradores de las fuerzas anti RSF, sellando un destino que era evidente dadas las atrocidades de las RSF en otras partes de Darfur y en todo Sudán. Sin embargo, las advertencias fueron desoídas, los civiles quedaron indefensos y el principal patrocinador de las RSF —los Emiratos Árabes Unidos— continuó recibiendo armas (incluso de muchos países occidentales) mientras las entregaba a una milicia genocida.

En los días previos a la caída de la ciudad, varios grupos de militares abandonaron su base —coordinando y pagando a combatientes de las RSF para garantizar su seguridad. Instigadas por una diáspora internacional de usuarios de TikTok que difundían odio hacia las RSF, y buscando venganza por sus compañeros caídos en la batalla de El Fasher, las RSF pronto iniciaron su terrible matanza. Los videos que circulan ampliamente en internet —algunos verificados por investigadores de fuentes abiertas y defensores de derechos humanos— muestran a los combatientes regodeándose en sus acciones y humillando a las víctimas. Por más impactante que sea, cabe recordar que estos son solo los videos públicos. Si consideramos las numerosas masacres que no se han publicado, podemos comprender la magnitud de las atrocidades cometidas.

Que las RSF se hayan grabado participando tan abiertamente en crímenes atroces demuestra la profunda falta de rendición de cuentas que ha caracterizado al grupo durante todo este conflicto. Fue también la cúpula de las RSF la que dirigió el bombardeo de El Fasher durante 18 meses, negando el acceso de las agencias humanitarias a la ciudad y a los campamentos cercanos; un asedio que provocó una hambruna generalizada. Para las RSF, la guerra también se trata de obtener ganancias económicas. El asedio no solo respondía a razones militares; los combatientes de las RSF se beneficiaban del contrabando de alimentos a El Fasher, cobrando a los comerciantes que hacían lo mismo y quedándose con una parte para facilitar la salida de la población.

Se necesita una auténtica solidaridad internacional. Estas matanzas tuvieron lugar justo cuando las RSF participaban en conversaciones auspiciadas por Estados Unidos, que algunos esperaban que resultaran en un alto el fuego nacional de tres meses. Esta no es la primera vez que las RSF lanzan ofensivas y cometen abusos atroces contra civiles mientras participan en supuestas negociaciones de paz, que utilizan como pretexto político.

Mientras observamos los acontecimientos en El Fasher, muchos han perdido la fe en la ilusión de la protección internacional. La ONU y la Unión Africana se han mostrado reacias o incapaces de actuar; sus mecanismos están paralizados por los intereses de los estados poderosos. Esto implica denunciar a los Emiratos Árabes Unidos por financiar y armar a las RSF, exponer a los gobiernos occidentales que siguen comerciando con ellas y tomar medidas contra las empresas cuyas armas y vehículos aparecen en los campos de batalla de Darfur. Si no se hace nada, Darfur y Sudán seguirán ardiendo.

[Traducción y edición, Lázaro Bustince]

Fuente: BBC NewsJeune Afrique

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