Para la investigadora Ana Regina Rêgo las teorías de la conspiración ofrecen respuestas sencillas a un mundo complejo

15/07/2025 | Entrevistas

Para Ana Regina Rêgo, cualquiera es propenso a creer en ideas absurdas que cobran fuerza en las redes sociales.

A pesar de parecer absurdas, las teorías de la conspiración tienen un fuerte atractivo popular y se propagan rápidamente en las redes sociales. Para la profesora e investigadora Ana Regina Rêgo, fundadora de la Red Nacional de Combate a la Desinformación (RNCD), la atracción por este tipo de narrativa está vinculada a factores emocionales, afectivos y sociales, y nadie es completamente inmune.

“Las preguntas sobre la vida y la convivencia en este mundo no están al alcance de todos, y por lo tanto algunas quedan abiertas, y las personas, cuando ven una teoría que encaja y explica alguna complejidad del mundo contemporáneo, terminan, debido a valores, creencias o ideologías, creyendo en teorías verdaderamente absurdas. Todos estamos abiertos a creer lo que queramos, no solo la extrema derecha”.

Según ella, estas teorías, que ofrecen explicaciones sencillas para problemas complejos, encuentran terreno fértil entre quienes se sienten indefensos o incomprendidos. “Llegan a satisfacer la necesidad emocional de alguien que no puede justificar su incapacidad para alcanzar cierto éxito financiero en la vida o evolucionar, y se aferra a ciertas teorías, buscando a alguien a quien culpar. […] Y entonces se crean verdaderas sectas donde la gente anda conspirando y matando”, explica.

Rêgo afirma que, aunque transmiten desinformación, las teorías de la conspiración se diferencian de las llamadas noticias falsas porque presentan una narrativa más cohesiva y elaborada, a menudo con una fuerte carga simbólica. “Plantean directamente esta confrontación entre la duda y la verdad, que es lo que realmente impulsa las preocupaciones de la ciencia”, indica.

Un ejemplo claro es la teoría de la Tierra plana. “A pesar de ser absurda, tiene coherencia interna. Existe toda una conspiración global, que involucraría a la NASA y a los medios de comunicación, para ocultar la supuesta verdad de que la Tierra es plana”, afirma. Los llamados «terraplanistas» utilizan mapas antiguos, afirman basarse en la ciencia y alimentan su propia red de contenido para justificar su teoría. «En 2018, 11 millones de brasileños creían en esta teoría«, informa.

Algoritmos y conmoción pública

La investigadora enfatiza que estas creencias cobran fuerza en las redes sociales, donde las burbujas de información y las cámaras de eco refuerzan certezas previas, basadas en algoritmos. «La desinformación tiene un 70 % más de poder viral que la información. […] Al apropiarse de las estrategias que ofrecen las plataformas digitales en sus redes sociales, los desinformadores o conspiradores ganan en volumen y velocidad narrativa, llegando a un mayor número de personas que la información factual«, compara, citando un estudio de 2018 del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Los teóricos de la conspiración también explotan temas delicados, como la infancia, para generar conmoción. Menciona, por ejemplo, el movimiento QAnon, basado en la idea de una red internacional de pedófilos que se infiltra en la política y la cultura pop, y la conspiración sobre el llamado «kit gay» en las escuelas, utilizado por el expresidente Jair Bolsonaro (PL) en la campaña presidencial de 2018, además de las teorías negacionistas durante la pandemia de COVID-19. «Esto afecta a las personas, en términos de su ética, de proteger a esta infancia«, señala.

Internet ha ampliado el alcance de estas teorías, y a menudo se extienden al mundo real con consecuencias violentas, como en el caso del Pizzagate en Estados Unidos. La conspiración promovida por partidarios del presidente Donald Trump en 2016, que afirmaba que Hillary Clinton y otros demócratas mantenían a niños como esclavos sexuales en un restaurante de Washington. El lugar se convirtió en blanco de amenazas y ataques, incluido un tirador. «Una teoría de la conspiración puede surgir en un entorno real, volverse virtual y regresar en forma de violencia«, advierte Rêgo.

Para ella, el antídoto no es ridiculizar a quienes creen, sino restablecer el diálogo y un contrato de credibilidad con la sociedad. «Necesitamos escuchar para descubrir por qué creen y cómo podemos restablecer el contacto a través de la lectura y la credibilidad». En cuanto al periodismo, elogia las iniciativas de verificación de datos, pero considera que deben llegar realmente a la población.

Editado por: Nathallia Fonseca

Fuente: Brasil de Fato

[CIDAF-UCM]

Más artículos de webmaster
Africanía(radio-podcast), 1-12-25

Africanía(radio-podcast), 1-12-25

Africanía (radio-podcast), 1-12-25.- Hablamos sobre las contribuciones afrodescendientes al arte cubano junto a Alejandro de la Fuente, director del...