
Reciclando la basura de El Cairo gratuitamente y dando empleo a decenas de miles de personas, los Zabbaleen tienen mucho que enseñar a otras ciudades con dificultades económicas.
“Intentaron implementar un sistema europeo”
Sin embargo, la relación de los Zabbaleen con las autoridades no siempre ha sido fluida. En 2003, el gobierno egipcio intentó privatizar los servicios de gestión de residuos mediante la firma de contratos por valor de hasta 50 millones de dólares con multinacionales, según Wael Salah Fahmi, profesor de diseño urbano en la Universidad Helwan de El Cairo.
Bajo estos acuerdos, las corporaciones emplearon a los Zabbaleen para seguir recogiendo basura, pero pusieron fin a la recogida de puerta a puerta que se había llevado a cabo durante décadas. En su lugar, las empresas instalaron grandes contenedores en las calles donde se esperaba que los residentes depositaran sus residuos.
“Terminó muy mal”, afirma Laila Iskander, exministra egipcia de Medio Ambiente y presidenta de la empresa de desarrollo CID Consulting. “Intentaron implementar un sistema europeo que dependiera de estos puntos de recogida de residuos para reducir el coste de mano de obra. Pero los ya establecidos hábitos de la gente no encajaron bien con eso”. Las calles de El Cairo se llenaron de basura. «Los niños robaban las ruedas y jugaban con ellas«, continúa Iskander, experto en el sistema de gestión de residuos de El Cairo. «Robaban contenedores enteros y, a veces, los reutilizaban para almacenar agua durante los cortes de agua. Atraían perros y gatos callejeros».
Los zabbaleen no estaban impresionados. Badir, quien ayudó a negociar con las multinacionales, afirma que los salarios iniciales eran tan bajos que «ni siquiera alcanzaban para cubrir el combustible de los camiones«. Con el tiempo, los salarios aumentaron, pero muchos Zabbaleen, aun así, eludieron a las empresas y continuaron con sus recogidas informales puerta a puerta.
«Estaban contentos de seguir recogiendo los residuos gratis porque su vida dependía de los materiales reciclables«, dice Iskander. «En realidad, no son recolectores de basura, sino recicladores«.
Según CID Consulting, las multinacionales solo estaban obligadas a reciclar el 20 % de los residuos, y la mayor parte acababa en vertederos.
El experimento de privatización fue un fracaso rotundo. Los sistemas implementados no se adaptaban al contexto y el enfoque asalariado socavó la innovación y la automotivación que caracterizaban al sector informal.
“Como nuestras familias dependen de este trabajo, y cuanto más reciclamos, más dinero ganamos, todos se esfuerzan al máximo para reciclar la mayor cantidad posible”, dice Badir. “Cuando camino a casa y, de camino, encuentro dos cartones, botellas o latas en la calle, me detengo y los recojo. Claro, esto limpia el entorno en el que vivo, pero también me da más dinero para reciclarlos y reutilizarlos”.
A pesar del fiasco, el gobierno no podía rescindir legalmente los contratos durante diez años. Tras esto, el sistema de gestión de residuos de El Cairo volvió a su forma anterior. Hoy en día, dos de las cuatro zonas de la ciudad (las gobernaciones de Giza y Qalyubia) contratan a Zabbaleen para la recogida de residuos puerta a puerta a través de intermediarios Waahi. Las otras dos zonas contratan servicios de recogida de residuos a empresas egipcias a través de los municipios.
Las más recientes interacciones con multinacionales han sido más productivas. Desde 2019, tres gigantes mundiales de alimentación y bebidas –Nestlé, Pepsi y Heineken– han trabajado con los residentes para recoger y procesar botellas de plástico PET reciclable. En esta ocasión, el enfoque se ha adaptado al contexto local. Según Iskander, cuya firma CID Consulting con quien colaboro en diseño del proyecto con Nestlé Egipto, la iniciativa ha permitido a los Zabbaleen recoger 44.000 toneladas de botellas PET.
«Eso es mucho plástico», afirma. Esto demostró una vez más que [los Zabbaleen] son principales guardianes del medio ambiente y demostró al sector formal que son también la principal fuente de materia prima para la industria.
La iniciativa fue suspendida el año pasado mientras el gobierno egipcio desarrollaba normas para su política de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), que responsabiliza a los productores de sus productos durante todo su ciclo de vida. Antes de que el gobierno implemente estas políticas, las multinacionales no pueden hacer un seguimiento oficial de su progreso.
«Estamos muy orgullosos»
De cara al futuro, Iskander enfatiza que cualquier reforma o mejora gubernamental en el sistema de gestión de residuos de El Cairo debe hacerse «con los Zabbaleen, no en su contra». Afirma que una prioridad debería ser encontrar alternativas a que los recolectores traigan los residuos orgánicos a casa, posiblemente proporcionando a los residentes dos contenedores separados para depositar sus residuos. «En el corazón de El Cairo, nadie quiere que residuos orgánicos malolientes arruinen la salud y la limpieza de la ciudad», afirma Iskander.
También explica que CID Consulting está trabajando para cambiar la ocupación oficial de los Zabbaleen en sus documentos de identidad a «recicladores». Han logrado obtener unos 300 documentos de identidad, afirma, y esperan completar medio millón.
«Las percepciones sobre personas que se dedican a la gestión de residuos en todo el mundo…son siempre negativas porque se ocupan de residuos y suciedad», afirma Iskander. «En realidad, no son recolectores de basura. Son recicladores. Intentamos mejorar la imagen de esta profesión a nivel mundial, explicando a todo el mundo lo que hacen por la ciudad, por el cambio climático, nuestra salud y la economía material».
Badir señala que el término Zabbaleen no es un insulto, pero coincide en que «persona de la basura» es demasiado limitado. «Estamos muy orgullosos de este nombre», afirma. «El problema es que no describe con precisión quiénes somos. Este término se refiere a alguien que produce basura, mientras que nosotros reciclamos y limpiamos la basura».
El término tampoco refleja la economía innovadora de su trabajo. Iskander argumenta que el sistema informal de El Cairo ofrece un ejemplo convincente para las ciudades con dificultades económicas de todo el mundo. En lugares donde financiar la recogida de residuos municipales puede resultar inviable, un sistema informal en el que los recolectores se queden con la totalidad de los ingresos de la venta de materiales reciclables podría prestar un servicio similar, a la vez que crea empleo, reduce la contaminación y frena las emisiones de gases de efecto invernadero.
«Es un modelo sumamente relevante para situaciones donde las comunidades y las ciudades no pueden cubrir el coste de los servicios de limpieza de residuos«, afirma Iskander. «El modelo de El Cairo ha tenido éxito y se ha mantenido porque la dificultad de recoger y no recibir las tarifas adecuadas ha sido compensada con los ingresos procedentes del comercio y el procesamiento de materiales reciclables«.
Las positivas contribuciones que los Zabbaleen han hecho al medio ambiente no pasan desapercibidas para ellos.
«Tenemos mucho que enseñar al mundo«, afirma Badir, quien ha sido invitado a hablar sobre las actividades de reciclaje de Manshiyat Naser en conferencias en Francia, Bélgica, Sudáfrica y Vietnam. Desde que nuestros hijos son pequeños, les explicamos que lo que hacemos es proteger el medio ambiente. Les enseñamos que el cartón proviene de árboles. Si puedo reciclar 1000 toneladas de cartón al día, estoy generando un buen ingreso para mi familia y, al mismo tiempo, protejo quizás 5000 toneladas de árboles al día.
Criamos a nuestros hijos para que sepan lo importante que es este reciclaje para la Tierra y todas sus criaturas. Los árboles producen oxígeno, que los humanos necesitamos para respirar. Así que, si puedo reciclar un solo artículo, estoy protegiendo la vida humana en todo el planeta.
* Jaclynn Ashly is a freelance journalist.
Fuente: African Arguments
[Traducción, Jesús Esteibarlanda]
[CIDAF-UCM]
