Robert Francis Prevost Martínez, papa León XIV, es un Agustino misionero, de raíces españolas, nacido en Chicago hace 69 años y que ha vivido sobre todo en Perú, hasta que fue llamado por Francisco en 2014 para ser el gestor de todos los obispos de la iglesia universal.
Las personas que lo conocen bien destacan su capacidad académica y de excelente gestión, su cercanía y búsqueda de diálogo y de encuentro, así como su intenso compromiso por la justicia social y la liberación de toda opresión.
Su nombre de León XIV le sitúa en la pista de la defensa de los derechos humanos de la clase trabajadora, sea ante la revolución industrial, como lo hiciera León XIII, el papa de la encíclica “Rerum Novarun” (de las Cosas Nuevas), de 1891, promoviendo la actual enseñanza social de la Iglesia, o sea ante la actual revolución digital, que nos afecta a todos en la actualidad.
En Perú se desarrolló la teología de la liberación, lanzada por el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez. En Perú también, trabajó Prevost para la supresión del Sodalicio, organización cristiana peruana envuelta en casos de pederastia y de corrupción económica.
León XIV se sitúa en el Sur Global, donde ha vivido varias décadas, con especial atención a las personas empobrecidas, marginadas y desplazadas, que sufren la injusticia estructural, que golpea con dureza y violencia a numerosos pueblos y países.
Creo que León XIV continuará el pensamiento político, económico, social y ecológico del papa Francisco, quien luchó siempre por la defensa del bien común, la denuncia de la globalización de la indiferencia, y de la violencia, ante el sufrimiento de las mayorías populares empobrecidas por la dictadura del actual sistema capitalista, que aplasta.
Esperamos también que se implemente progresivamente, la integración plena de las mujeres en las estructuras de todas las sociedades, y de la iglesia, que Francisco, a pesar de su crítica del clericalismo, solo llegó a iniciar. La Iglesia sigue teniendo una estructura piramidal, patriarcal y clerical, y vive instalada en una clara contradicción con el Evangelio y con las primeras comunidades cristianas. Defiende los derechos humanos y la democracia en la sociedad, pero no los practica en su seno. Es necesario que León XIV siga generando cauces de participación de los cristianos y cristianas en la toma de las más importantes decisiones de la vida de la Iglesia y en la elección de sus dirigentes.
CIDAF-UCM


