Los bombardeos estadounidenses e israelíes contra las instalaciones nucleares de Irán violaron los principios básicos de la no proliferación nuclear, demostrando irónicamente a los países que buscan un desarrollo independiente la necesidad de construir una fuerza disuasoria nuclear.
El mundo conmemoró, el miércoles 6 de agosto, el LXXX aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima por parte de Estados Unidos. Este aniversario coincide con el debilitamiento de la determinación global para prevenir este tipo de catástrofes, ante las renovadas ambiciones geopolíticas de los países más poderosos.
El creciente desprecio por las normas internacionales y el desarme, mostrado en particular por Estados Unidos y sus aliados, está obligando a los países que han buscado políticas exteriores e interiores independientes desde el final de la Guerra Fría a replantearse sus propios compromisos con el desarme y la no proliferación nuclear.
Matar por ganancias estratégicas
Más de 100.000 personas murieron instantáneamente tras el lanzamiento de una bomba atómica sobre Hiroshima por parte de la Fuerza Aérea estadounidense el 6 de agosto de 1945. Más de 40.000 murieron en un bombardeo similar en Nagasaki tres días después, el 9 de agosto. Miles más murieron durante los años siguientes mientras recibían tratamiento o debido a los prolongados efectos de la radiación en ambas ciudades.
Según las estimaciones oficiales de Japón, el número total de muertes en los bombardeos atómicos estadounidenses en Hiroshima y Nagasaki supera las 210.000. La mayoría de los supervivientes, e incluso algunos de las generaciones posteriores, sufrieron efectos de la radiación de por vida.
A finales de marzo de este año, aún quedaban 99.130 personas, conocidas como hibakusha, que sobrevivieron a los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.
Muchos creen que el bombardeo atómico de Japón fue una maniobra estratégica de Estados Unidos para establecer un dominio absoluto en el orden global de la posguerra, más que una necesidad militar.
El destino de los regímenes de no proliferación
El potencial de una destrucción generalizada como la ocurrida en Japón provocó un gran movimiento de no proliferación en todo el mundo, que cobró impulso en la década de 1960 con la adopción del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
Durante décadas, diversos movimientos, incluyendo los hibakusha, han estado luchando por un mundo libre de armas nucleares para proteger a la humanidad y como garantía fundamental de la paz mundial.
Sin embargo, las tensiones geopolíticas mundiales, encabezadas por los esfuerzos de Estados Unidos por restablecer el control militar sobre la política global, especialmente en los últimos años, han impulsado a cada vez más países a buscar una disuasión eficaz. Esto, a su vez, está impulsando una carrera armamentística sin precedentes.
Los expertos han expresado su temor a que el creciente desprecio por regímenes globales y las leyes internacionales, incluyendo los regímenes de no proliferación como el TNP, por parte de EE. UU., la UE y sus aliados, como Israel, y la incapacidad de las agencias internacionales para prevenir o establecer la rendición de cuentas, puedan impulsar a países como Irán a buscar armas nucleares como parte de una efectiva estrategia disuasoria.
Vijay Prashad y Dae-Han Song, en un artículo reciente, argumentaron que los bombardeos estadounidenses e israelíes contra Irán durante la guerra de junio son precisamente los incidentes que alimentan la carrera armamentista mundial y podrían obligar a países como Irán, que hasta ahora se ha opuesto, a buscar armas nucleares.
Creciente pesimismo
El creciente pesimismo sobre un mundo libre de armas nucleares fue reconocido por nada menos que el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui. Durante su discurso con motivo del LXXX aniversario, señaló cómo las crecientes tensiones geopolíticas y la carrera armamentista en todo el mundo están haciendo que algunos países consideren que «las armas nucleares son esenciales para la defensa nacional«.
Según una encuesta publicada a principios de esta semana por la emisora pública japonesa NHK, ahora más que nunca los jóvenes japoneses sienten que las perspectivas de desarme nuclear se están desvaneciendo.
Según la encuesta, hace una década, solo el 32 % de las personas mayores de 18 años esperaba que las armas nucleares aumentaran en el futuro. A pesar de los amplios llamamientos al desarme nuclear, alrededor del 49 % de los encuestados opina lo mismo hoy en día. Solo el 2 % cree que el mundo estará algún día completamente libre de armas nucleares.
Renovados intentos de desarme
El alcalde de Hiroshima, Matsui, afirmó que este destino puede cambiar si la gente decide luchar contra la carrera armamentista y muestra una mayor determinación para trabajar por el desarme nuclear, ya que sin él no puede haber una verdadera paz mundial.
En su mensaje con motivo del Día de Hiroshima, el secretario general de la ONU, António Guterres, también advirtió sobre el creciente riesgo de conflictos nucleares debido a las crecientes tensiones geopolíticas y a la erosión de la confianza entre las naciones, así como en las instituciones internacionales y en los mecanismos de resolución de conflictos.
Sin embargo, Guterres destacó que el Premio Nobel de la Paz del año pasado lo recibió Nihon Hidankyo, una organización nacional para los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Organizaciones como estas, junto con acuerdos como el Pacto para el Futuro, «son señales de esperanza«.
El Pacto para el Futuro fue adoptado durante una sesión especial de la ONU en septiembre del año pasado, con países comprometiéndose a crear, algún día, un mundo libre de armas nucleares,
«Pero los compromisos deben conducir a un cambio real mediante el fortalecimiento del régimen de desarme global, en particular el TNP, complementado con el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares«, exigió Guterres.
Fuente: Peoples Dispatch
[Traducción, Jesús Esteibarlanda]
[CIDAF-UCM]


