Zimbabue. Los jefes militares todavía se niegan a saludar al primer ministro

28/07/2009 | Crónicas y reportajes

Los influyentes generales de Zimbabue todavía se niegan a saludar al primer ministro, Morgan Tsvangirai, seis meses después de que se uniese al presidente Robert Mugabe, en un gobierno de Unidad, gesto que, según los analistas, es una muestra de que no están dispuestos a admitir el cambio.

Casi dos meses antes del primer aniversario del histórico acuerdo de reparto de poder, el 15 de septiembre, que trajo la esperanza a los zimbabuenses en que Mugabe, de 85 años, tendría una salida calmada del poder, está empezando a penetrar una desagradable realidad.

Desde su independencia, en 1980, el líder de la antigua guerrilla ha gobernado con el apoyo de una camarilla de generales, que han adquirido enormes riquezas.

Como jefe de gobierno, el señor Tsvangirai debería ser saludado por todos los jefes de las fuerzas armadas, incluido el jefe del ejército, el general Constantine Chiwenga y el comisario general de Policía, Augustine Chihuri.

La esperanza de que el ascenso de Tsvangirai al poder se produjera de manera fácil se apoyaba principalmente en que su Movimiento para el Cambio Democrático, MDC, había tomado el control del parlamento, arrebatándoselo al Zanu PF, por primera vez desde la independencia.

Pero el señor Brillant Mhlanga, un académico zimbabuense, que reside en Reino Unido, donde trabaja en la universidad de Westminster, asegura que la hazaña fue una victoria pírrica como se ha demostrado en la evolución de los acontecimientos políticos en el país.

“Y tanto como ha fanfarroneado la oposición porque casi controlan el parlamento, es inútil”, añade. El Zanu PF continúa dominando el aparato represivo del estado, las fuerzas de defensa y la judicatura. Han permanecido en el control de todos los niveles de poder hasta hoy.

Repetidas advertencias

Los generales del ejército, que advirtieron repetidamente, antes de la formación del gobierno de unidad, que no saludarían a Tsvangirai porque le consideraban un traidor, son muy influyentes.

Son parte del temido Comando Conjunto de Operaciones, JOC, que tramó el contraataque de Mugabe, el año pasado, después de su vergonzosa derrota electoral, ante Tsvangirai, y todavía se rumorea que están a cargo de la formulación de políticas en el gobierno.

El señor Mugabe también se ha negado obstinadamente a constituir un Consejo de Seguridad Nacional que reemplace al JOC. El nuevo organismo incluiría a Tsvangirai.

“Yo diría que la negativa de los generales a saludar a Tsvangirai es una clara muestra de que no tiene poder”, asegura Mhlanga. “Si tuviera poder, seguro que no habría manera de que los que rompen este tipo de protocolos salieran impunes”.

“Significa que existe una aprobación tácita, también por parte de Mugabe, de otro modo, sería como admitir que Mugabe no tiene poder y que los generales tienen el control.”

Aunque el señor Tsvangirai dice que no es importante que le saluden los generales, porque su prioridad es terminar con el sufrimiento de su pueblo, su partido continúa expresando su descontento con estos hechos.

“En el espíritu del gobierno de inclusión esperamos que los jefes del ejército sigan la línea de la relación de trabajo que de algún modo mantiene Mugabe”, declara un miembro del MDC, John Nyamande, que recientemente pidió una respuesta a esta situación del ministro de Defensa, Emerson Mnangagwa.

“Lo que sorprende a muchos de nosotros que no hayan mostrado el mismo tipo de respeto y espíritu de inclusión. Eso preocupa a mucha gente”. Todavía está esperando una respuesta.

Sin embargo, Mhlanga dice que después de darse cuenta, con el paso de los años, de que el MDC podría llegar a dominar la legislatura, el Zanu PF politizó todos los demás órganos del estado e hizo del parlamento algo superfluo.

Las mayores instituciones del estado y paraestatales de Zimbabue, están dirigidas por antiguos generales del ejército, que estuvieron en el frente durante la guerra de la independencia de 1970, donde Mugabe era una de las principales figuras.

Mhlanga añade: “Mugabe todavía tiene la mayor parte del control y utiliza a estos hombres para protestar. Es por un lado una advertencia y por otro un dispositivo de seguridad para él, el tener a los generales haciendo aquello que estén haciendo”.

Ibbo Mandaza, un antiguo secretario permanente, en la previa administración de Mugabe, asegura que una de las razones por las que la transición de Zimbabue ha sido lenta es porque los “segurócratas” se resisten al cambio.

Añade que la maquinaria del Zanu PF tiene poca gente pero ocupa posiciones estratégicas dentro de los pilares del aparato del estado.

“La agenda está dirigida esencialmente por su propio interés y auto conservación, como una clase mantenida en un contrafuerte por una “segurocracia” que ha llegado a ser muy poderosa en la última década y no carece de capacidad ni para desligarse a sí misma ni para ajustarse rápidamente a las demandas de la nueva administración”, escribía Mandala en el periódico “Zimbabwe Independent”.

“Auto-asignadas como usurpadoras de la historia y la ideología de la liberación, estas estrategias conservan una influencia desproporcionada en el estado, manteniendo la amenaza de la violencia como una gran parte del arsenal que los “segurócratas” han monopolizado durante la última década.”

Sin embargo, Mandala añade que será difícil que esta violenta ofensiva se mantenga indefinidamente, porque los generales no tienen otra alternativa que el gobierno de unidad.

Para Mandala, la situación es más difícil todavía por el hecho de que la nueva administración llega en un escenario en el que la población de Zimbabue está enormemente cansada de un pasado miserable y ansiosa de un futuro mejor.

Kitsepile Nyathi

Corresponsal de The Nation.

Publicado en The Nation, Kenia, el 26 de julio de 2009.

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