Ya está aquí, por Rafael Muñoz Abad – CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL.

10/10/2014 | Bitácora africana

Me reitero pues ya opiné al respecto. Un estado serio – no digo que lo seamos – no deja a su gente tirada y mucho menos a aquellos que han entregado su vida a los que nada tienen. El repatriamiento de nuestros médicos y religiosos es un acto de justicia, que no debe confundirse con la [evidente] falta de preparación sanitaria para hacer frente a una situación tan delicada y técnica como es manipular al ébola. Parece que España no cuenta con medios pero si con profesionales al respecto. Tampoco tenemos la suficiente investigación en I+D ni una sanidad de referencia en patologías tropicales. Situación que a mi corto entender me resulta inconcebible luego Africa está aquí al lado; pero a este país, las cuestiones de índole africana siempre le han importado poco. El virus ya está en Europa y sólo ahora nos preocupamos. El panorama en Liberia y Sierra Leona es apocalíptico. Las cifras se disparan y no se ve un cortafuego a la vista. Las fronteras se han cerrado, pero eso, en las irreales y frondosas lindes africanas donde la gente se mueve casi sin control, poco soluciona. Las economías de estas dos frágiles naciones han retrocedido a cifras próximas a los años noventa en que fueron testigos de cruentas guerras civiles. Occidente se lleva a su gente y envía jabón. Los números: entre Guinea, Liberia y Sierra Leona, suman 1084 camas “hospitalarias”. Sin comentarios. El calor, la desinformación, las costumbres sociales, la humedad, la carencia de higiene y el hacinamiento, no harán sino catalizar la propagación del virus; y que dios me perdone por lo que voy a decir. De mi visita en aquel lejano ya 1999 a Freetown, sólo recuerdo un arrabal de insalubridad, suciedad y las palabras de un hombre: tu white man, ¿crees que aquí se puede vivir? Sumidos en este griterío de país, donde unos y otros con maldad se reprochan, ¿qué para que tanto dinero en repatriar a un cura con ébola?, nos damos de bruces con un enemigo letal; al que nos enfrenta la incertidumbre de saber si estamos preparados para algo peor. En Freetown y Monrovia aún hay cientos de sanitarios occidentales que poco a poco irán siendo repatriados por sus gobiernos ¿Y después? Un escenario caótico con más preguntas que respuestas certeras tenemos. Pobre gente.

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Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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