#WhiteSpringboksMustFall : Cómo los activistas esperan terminar con el equipo que una vez fingió ser Arco Iris

16/09/2015 | Crónicas y reportajes

Activistas de toda Sudáfrica pretenden boicotear al equipo que participará en la próxima Copa del Mundo de rugby, transformar la organización de este deporte y alinear un equipo rebelde de jugadores negros que se enfrente a los Springboks. Da comienzo el partido, y la mayor de las batallas puede que no tenga lugar en el campo.

Les presento una historia de deporte sudafricano: el martes por la mañana recibí un largo mensaje de WhatsApp de uno de los fundadores del movimiento Black First! Land First! (¡Lo negro primero! ¡La tierra primero!, BFLF por sus siglas en inglés). En el mensaje se hablaba de rugby, nada menos. Supuse, sin equivocarme, como pude comprobar después, que mi interlocutor no tenía interés alguno en discutir las posibilidades de éxito de los Springboks en la inminente Copa del Mundo 2015, que tendrá lugar en Reino Unido durante los meses de septiembre y octubre. Resultó que quería discutir las posibilidades de que el equipo de los Springboks pareciese, bueno, un equipo más sudafricano, y no el reparto de una película estadounidense de universitarios de los 70.

El mensaje lo había enviado Andile Mngxitama, seguidor del pensamiento de Steve Biko, que es cofundador del llamado September National Imbizo y antiguo Luchador por la Libertad Económica (EFF por sus siglas en inglés), que más tarde se pasó al bando rebelde y protagonizó algún episodio violento. Como a la tercera va la vencida, Mngxitama ha contribuido a la creación del movimiento BFLF con un grupo de radicales que consideran que el EFF es un grupo de traidores (citan el discurso de Julius Malema a unos granjeros de Paarl, en el que declaró que no nacionalizaría las tierras agrícolas, como muestra de su voluntad de ceder ante el capital blanco).

El mensaje, titulado “llamada al boicot de los Springboks”, lo escribieron las portavoces nacionales del BFLF, Zanele Lwana y Lindsay Maasdorp, y en él no se incluía sugerencia alguna sobre cómo mejorar la pegada del equipo.

Es posible que sea necesario un pequeño resumen. Durante los viejos y malos tiempos, los Springboks (o lo que es más apropiado, la selección nacional de rugby de Sudáfrica) eran el orgullo de la comunidad blanca en general, y de los nacionalistas Afrikáner en particular. El juego empezó entre la población blanca antes de que la polvareda del Gran Trek se hubiese asentado correctamente y, cuando llegó la Primera Guerra Mundial, este lejano y polvoriento equipo era el más poderoso del planeta. Ganaron gran cantidad de pruebas, pero resultaba cada vez más extraño para el resto del mundo que no hubiese ningún jugador negro en el equipo, cosa que en el momento atribuyeron al apartheid. En 1967 tuvo lugar la famosa cancelación de una gira de los All Blacks de la Unión Neozelandesa de Rugby porque Pretoria denegó la posibilidad de jugar a todos los maoríes. Tras el Acuerdo de Gleneagles de 1977, los Springboks se vieron paulatinamente aislados por parte de miembros de la Commonwealth, una situación, supongo, que la historia considerará ahora el “primer boicot”.

Por ello, para poder volver a jugar en competiciones internacionales, el gobierno del apartheid cedió el manejo de la Federación al Congreso Nacional Africano, y a los Springboks no les han afectado los vientos del cambio, pese a haber sido utilizados en ocasiones como obesas mascotas de 150 kg en representación del Arco Iris.

Puede que esa última parte la haya trastocado ligeramente, pero sin duda así es como lo verían los anti-rugby del BFLF. Según ellos: «21 años después de la llegada de la democracia a Sudáfrica, los sudafricanos (los llamados negros africanos, de color y/o indios sudafricanos) deben boicotear al estancado equipo de los Springboks como protesta contra la falta de evolución. Los negros del país no pueden dar su apoyo a este equipo, que no hace más que enmascarar al racismo como si se tratara de nacionalismo y patriotismo. Pedimos que se forme un equipo nacional de rugby negro para desafiar el statu quo y asegurar que los jugadores negros que lo merezcan puedan también jugar a nivel de élite, y así aumentará también el número de clubes».

La transformación en el mundo del rugby se ha ido fraguando durante años, y era inevitable que sucediera en algún momento. Esto ha sucedido en parte a causa de lo mal que juegan los Springboks con su equipo actual y en parte por el hecho de que estamos en una etapa asentada de postreconciliación. Visto en retrospectiva, toda la tontería que trajo Invictus nos parece anticuada y absurda, en lugar de llamar la atención sobre los pantalones cortos de François Pienaar, a lo mejor el gobierno de Mandela tendría que, no sé, haber proporcionado electricidad a las chabolas de Limpopo. Sólo intentad ver este vídeo sin vomitar un poquito:

Para todos aquellos que opinan que el deporte ayuda al impulso de las naciones, 1995 debería servir de correctivo. Así que aquí nos encontramos, incrustados en el medio del mundo del rugby, que en mucho se parece al de los tiempos de Gleanegles. Igual que en el pasado, los Springbroks no unen el país, lo dividen. Los jugadores negros han denunciado ante el congreso sudafricano la situación de discriminación de la Federación, el Freedom Front Plus ha puesto una denuncia ante la Alta Comisión Británica (¡la Alta Comisión Británica!) para proteger al equipo de los horrores de una acción afirmativa. Está todo patas arriba, como se suele decir, y en medio de todo esto se ven atrapados todos los que sólo quieren ponerse hasta arriba de barbacoas y bebida, ver el partido, y conducir borrachos hasta estrellar sus coches contra un árbol.

Las protestas del BFLF no son ninguna novedad, pero desde luego son consecuencia directa de muchas cosas que están sucediendo en este país ahora mismo. Pongamos un ejemplo: el racismo sigue existiendo en el deporte gracias a un exclusivo sistema de formación, y perpetuado gracias a una preferencia por grupos igual de exclusivos, en oposición al desarrollo de los clubes inclusivos. Los ojeadores apenas ven jugadores negros de la localidad. El fútbol, gracias al sistema de clubes, sí que ha evolucionado. El rugby se mantiene como única reserva de los afrikáner. Como afirman desde el BFLF: «como los blanco son minoría en Sudáfrica, tuvieron que aportar un sistema de franquicias a la realidad de los blancos. Con un pequeño número de franquicias, en lugar de gran cantidad de clubes, se aseguran que en las regiones puedan contar con un mayor número de jugadores blancos donde poder elegir en lugar de abrir el sistema como en el fútbol».

En el caso de que todo esto cambiase, ¿jugaríamos mejor al rugby? Es difícil responder, pero existe una horrenda estadística: Nueva Zelanda, pequeño país, con su mayoría de población blanca, cuenta entre sus jugadores con más gente negra que Sudáfrica. Si se pudiera aumentar el número de jugadores con talento de 5 millones a 50 millones, la lógica nos dice que, quizás, tendríamos mayores posibilidades en el torneo que, digamos, Rumanía.

Este es el plan de acción del BFLF, nada nuevo, como ya dijimos, por revolucionario que sea:

«Todo el mundo es consciente de la existencia del racismo imperante en el mundo del rugby sudafricano, pero hasta ahora se han impuesto medidas que no hacen más que acrecentarlo. Pongamos por caso la decisión que se tomó de dar a Cheeky Watson plenos poderes para encabezar la formación de un equipo negro que pudiese competir en la Currie Cup y el Super Rugby. En lugar de eso, Watson creó otro equipo blanco. Cometimos el mismo error al elegir a Joe Slovo para representar nuestro caso, que después redactó las Sunset Clauses. Todo esto se llevó a cabo por los mismo negros, sin esperar a que otro mesías blanco solucionase nuestros problemas. No podemos dejar en manos de los Springboks la resolución de nuestro problema. Vamos a boicotear a los Springboks, que sea esta nuestra primera actuación, luego establecer nuestra selección nacional negra, disolver el actual sistema de franquicias y formar una liga de clubes de rugby adecuada, y sólo entonces comenzará la transformación».

Los intransformables. Los All Whites. Y así, el BFLF y otros muchos exigen que se realice el boicot. Adiós a las barbacoas. Adiós a las borracheras. Adiós a los coches estampados contra árboles. Al menos, adiós hasta que se cree una alternativa, un equipo negro de rugby. 21 años no es mucho tiempo, pero es más que tiempo suficiente para aumentar el número de jugadores competentes de rugby en un país de cincuenta malditos millones de personas. ¿Y entonces qué nos llevamos en lugar de una nación diversa, que ve unida la televisión mientras se atiborra de patatas fritas y anima a su equipo en armonía?

Un nuevo hashtag: #WhiteSpringboksMustFall.

Hasta entonces, os dejo con la escena final de Invictus, llena de pantalones cortos cubiertos de polvo de hadas, incrustados en jugadores que gruñen a cámara lenta. No será suficiente para contener las ansias de los auténticos aficionados al deporte hasta que finalice este segundo gran boicot, pero tendrá que servir.

Richard Poplak

Daily Maverick

[Traducción, Andrea López]

[Fundación Sur]

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