White chocolate , por Rafael Muñoz Abad

28/09/2016 | Bitácora africana

Firmemente convencido que en democracia cada pueblo tiene lo que se merece y que los políticos sintetizan la sociedad que los abortó, atravesamos la fragua de agosto hacia unas terceras elecciones pero de momento [yo] me quedo en las de mis segundos “papeles”. Las votaciones en Sudáfrica son siempre el termómetro de Africa meridional y un dato de relevancia para saber cómo marcha un país que es tan complicado como atractivo en cada una de sus facetas.

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A ver, por mucho que El País o la SER se emperren en sus cruzadas progres, los matrimonios mixtos en Sudáfrica son una rareza social señalada con burla y sorna. En años, a duras penas he podido contar un puñado de ellos y siempre con un coro de comadres murmurando alrededor. Así es el género humano. La sociedad del arco iris pos apartheid tiene mucho de marketing. Juntos pero no revueltos; y es que pocos blancos y menos blancas, accederían a casarse con un negro mientras es rotundamente cierto que a muchos [negros] les molaría una rubia de Jo´burg. Esa es Sudáfrica; compleja e incómoda de aceptar para quien no quiere ver la realidad. Un bebe con un revolver.

La era pos apartheid nos trajo presidentes cebados de corrupción hasta la tráquea. Mbeki o Zuma, barones del ANC y supuestos compañeros de Mandela en su lucha contra el régimen segregacionista, se entronaron en el Union building de Pretoria intoxicados de resentimiento hacia los blancos e hicieron creer a la mayoría negra que, con una barita mágica, el día posterior al fin del apartheid todos se convertirían en soñada la clase media de extrarradio norteamericana. Bill Cosby o El Príncipe de Bel Air son los espejos en los que negro sudafricano gusta de mirarse. Nada más lejos de la realidad. Las cifras del paro, los escándalos de corrupción y afirmaciones como que el SIDA se cura con duchas – “aforismo” de Zuma – le han pasado factura en los comicios recientemente celebrados. Los Townships – arrabales que bordean los cinturones urbanos de las grandes ciudades – han sido el músculo electoralista de los presidentes cuyo único discurso ha sido zurrarle a los empresarios y clamar contra los boers y la desgracia que estos trajeron a Africa en 1652.

Mmusi Maimane es un poco Obama; white chocolate. De aspecto afilado, la ropa le queda bien y se mueve con fluidez. Escucha con rostro afable y emana calma; me inspira confianza; soy de los que creo que la imagen tiene cierta importancia. Su biografía es de película pues pese a haber crecido en SOWETO, donde la vida vale un pack de cervezas, es licenciado en psicología y cuenta con varios master en su haber ergo es un hombre instruido; pero lo remarcable no es que haya estudiado pues la nueva Sudáfrica cuenta con miles de universitarios negros y ya Mandela en pleno apartheid era letrado. La noticia estriba en que su esposa sea blanca…Nada anormal si viviéramos fuera de la vieja Sudáfrica cuya trinchera racial aún goza de plena salud. Líder de la Alianza democrática, ha dado un buen sorpasso electoral al tribalismo político del ANC que a timón de populismo y bajo su agotado discurso racial de blanco malo, desgobierna el país desde 1994. Acusado de servir los intereses blancos, ejemplariza la generación que considera igualmente africano a un culo pálido bóer que a un xhosa y que apuesta por una segunda revolución social. Y quizás un buen ejemplo sea lo acontecido en Port Elizabeth; rebautizada Mandela bay. Localidad de mayoría negra con alcalde blanco elegido democráticamente. No lo sé; Sudáfrica me inoculó bien el escepticismo con el que Jonathan Swift no me terminó de seducir.

Paradójicamente, la única provincia donde el ANC nunca ha tenido hegemonía ha sido El Cabo occidental; área de gran población blanca que no mayoría pero donde todo parece funcionar mejor que en el resto del país. Discriminación positiva; dar las plazas públicas a los negros por el simple hecho de serlo. Un invento que al tarado de Zapatero seguramente lo pondría perraco. Revancha social que ha vomitado una administración colapsada que no funciona donde la corrupción y la falta de preparación son los palos en las ruedas de un país que de tanto trabajar y nunca rendirse intenta a diario salir a delante; y es que Sudáfrica también tiene su memoria histórica y muchas majaderías Made in Spain aunque ellos respeten su himno.

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