Walter Rodney y su visión de África, por Omer Freixa

15/06/2020 | Bitácora africana

El historiador marxista, de prestigio internacional, y autor de De cómo Europa subdesarrolló a África, perdió la vida en un atentado con bomba mientras conducía su vehículo en la capital de la Guyana, Georgetown, el 13 de junio de 1980. 34 años después y, tras un proceso de investigación que duró dos años, la Comisión ad hoc concluyó que Walter Rodney fue asesinado por la administración de turno y sus fuerzas de seguridad.

Meses antes de su asesinato, el gobierno del país sudamericano había comenzado a perseguir y a hostigar a la oposición y al importante partido político fundado por el prestigioso panafricanista. Siete compañeros y él fueron detenidos en julio de 1979. No se lo llegó a procesar porque la falta de pruebas y la presión externa obligaron a retirar los cargos. No obstante, la represión no cesó. Dos compañeros suyos fueron asesinados y a Rodney y otros les fueron negados permisos de viaje.

Además de su faceta militante, el guyanés fue académico y autor de obras de inmenso valor histórico. En el último año de vida, pese al hostigamiento gubernamental sufrido, Rodney completó cuatro libros. De entre uno de los más prominentes intelectuales caribeños de la historia, destaca su título más influyente, publicado en 1972, De cómo Europa subdesarrolló a África, que puede ser leído en tanto producción académica y llamado de acción para las masas. La obra resulta una producción de época, empapada en el ideario marxista y abogando por la vindicación no solo de los pueblos africanos sino también del resto del denominado Tercer Mundo.

Repensando el subdesarrollo

Con el colonialismo en África aún activo a comienzos de los años 70, Rodney, al igual que otros contemporáneos, reclamó por la recuperación de la vida del hombre colonizado. Si bien la obra está próxima a cumplir 40 años, varios de los planteamientos se mantienen vigentes. Al día de hoy continúa ocurriendo lo que Rodney denunció en ese tiempo, países cada vez más empobrecidos en detrimento de otros cada vez más ricos.

El historiador plantea que África de algún modo tuvo un grado de evolución similar al europeo, previo a la época de contacto, a partir de distintos grados de evolución alcanzados, desde bandas de cazadores hasta grandes Estados que eclipsaban en poder y prestigio a sus pares europeos. Todo ello para escapar al lugar común tan achacado de ver un espacio primitivo. Así lo sentencia: «…durante el siglo XV África no fue un simple conglomerado de distintas ´tribus´. Había un diseño y un movimiento histórico». Se evidenciaba una ligera ventaja para Europa, la que ingresaba a una fase capitalista, mientras que África, en sus palabras, componía un conjunto que apenas surgía del comunalismo.

Pese a lo anterior, sin embargo, dos procesos históricos revirtieron la balanza en contra de África: la trata esclavista y el colonialismo. Rodney siente la necesidad de indagar: «por qué África ha liberado tan poco de su potencial natural, y también por qué tanta de su riqueza actual se queda en manos de los no africanos».

En otras palabras, explica el atraso económico de una nación africana no por causas internas sino por su vinculación con ciertos países desarrollados, a partir de reconocer que se trata de una relación de explotación que envolvió al continente entero. El guyanés es contundente: «la inversión extranjera hace que los recursos naturales y el trabajo de África generen un valor económico que se pierde para el continente».

how_europe.jpgDos grandes males

Para Rodney, Europa tomó la iniciativa debido a que el comercio internacional, surgido a partir del siglo XV, representó la expansión ultramarina europea. «Para el comercio exterior, África dependía de lo que los europeos le quisieran vender o comprar». Sin ser la supremacía europea absoluta pero con mayor desarrollo, pues África seguía en una suerte de feudalismo para el historiador, los europeos podían vender a los africanos productos imposibles en Europa y pronto la demanda principal recayó en las personas reducidas a esclavitud para satisfacer diversas actividades económicas en América.

El capitalismo impuso sus intereses en África, continente que sucumbió a la trata de esclavos, según resume el intelectual. El racismo blanco surgió como forma de justificar ese tráfico infame y es parte integrante del modo en que el capitalismo vio la luz. Gracias a la trata y la intensificación de la esclavitud en el continente, este perdió la oportunidad para desarrollarse y comenzó a ser dominado comercialmente por Europa, sentencia Rodney. En resumen, él no ve ningún aspecto positivo para las sociedades africanas como resultado de siglos de trata. Al contrario, la última facilitó que el colonialismo floreciera con velocidad. «Se reconoce ampliamente que África fue colonizada a causa de su debilidad», indica.

Se toma como punto de arranque del colonialismo el Congreso de Berlín (1884-1885), con varias décadas de duración, caracterizadas por la pérdida de soberanía y la completa sumisión a los dictados metropolitanos. Muchas veces las posesiones coloniales sirvieron de válvulas de escape para los problemas de las metrópolis. El colonialismo fortaleció el capitalismo, enuncia Rodney. En forma contundente el intelectual caribeño se rehúsa a ver siquiera un aspecto positivo del colonialismo. «Tuvo una sola mano: la del bandido armado», denuncia. La responsabilidad del sistema colonial en degradar a las sociedades africanas es achacada, no obstante denuncia el autor, no a la explotación sino a la presunta inferioridad innata de sus súbditos.

Una hoja de ruta

Rodney denuncia que el nivel de dependencia no concluyó a partir del final del colonialismo en las zonas liberadas al momento, sino que se perpetúa con el neocolonialismo. El capitalismo garantiza la preservación de las condiciones de atraso de los países en desarrollo, ensanchando la brecha con los más privilegiados.

La obra del historiador guyanés, escrita para las masas como una herramienta de transformación, invita a descolonizar la mente. Concluye la obra el post-scriptum del intelectual zanzibarí Abdulrahman Babu quien evalúa, luego de analizar la obra de su par panafricanista de la Guyana, que «…el único cambio posible de nuestro estado actual de estancamiento es el camino revolucionario -el rompimiento completo con el sistema por toda nuestra miseria pasada y presente».

Original en: El Economista América

Autor

  • Historiador y escritor argentino. Profesor y licenciado por la Universidad de Buenos Aires. Africanista, su línea de investigación son las temáticas afro en el Río de la Plata e historia de África central.

    Interesado en los conflictos mundiales contemporáneos. Magíster en Diversidad Cultural con especialización en estudios afroamericanos por la Universidad Nacional Tres de Febrero (UNTREF).

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