Viudas, por Ramón Echeverría

6/07/2022 | Bitácora africana

El pasado mes de junio se celebraron 93 días internacionales y mundiales (Hubo 103 en mayo y serán “sólo” 53 a lo largo del mes de julio). Tuvieron lugar, entre otros, el Día de los Arrecifes (1 de junio); del Medio Ambiente (el 5); Contra el Trabajo Infantil (el 12); Donantes de Sangre (el 14); Refugiados (el 20); Apoyo a las Víctimas de las Torturas (el 26 de junio). No es pues de extrañar que el Día Internacional de las Viudas, celebrado el 23 de junio, pasara desapercibido. Pero no en África. El mismo día 23, ALLAfrica titulaba así un artículo de opinión: “Abused, Robbed, Shunned, Widows Pay High Price for Spouse’s Death” (“Abusadas, robadas, rechazadas, las viudas pagan un alto precio por la muerte de su cónyuge”). En Modern Ghana, Leo Igwe escribía: «Widows and Witch persecution in Africa” (Las Viudas y la persecución de las Brujas en África). Y la Oficina de Naciones Unidas publicaba “Día Internacional de las Viudas. Mujeres invisibles, problemas invisibles”, con una fotografía de Joweria Nabukenya, viuda ugandesa del distrito de Isingiro.

mujer_velo_islam_cc0.jpgEn muchas partes de África, las viudas siguen sufriendo, aunque no tanto como en el pasado. La nigeriana Blessing Onyima, profesora de Sociología y Antropología en la Universidad Nnamdi Azikiwe (Awka, estado de Anambra), escribiendo en The Conversation del 22 de junio, describe así algunas de las tradiciones que poco a poco están despareciendo en Nigeria (15 millones de viudas de los 258 millones a nivel mundial): “Al morir su marido, la viuda perdía todo lo que había sido suyo o recibido de su marido”. “Entre otras prácticas estaba la de considerar a la viuda como parte de la herencia, y se esperaba que la mujer se casara voluntaria u obligatoriamente con el hermano o pariente de su difunto esposo”. “La deshumanizaban los rituales del duelo, como el de la reclusión”. “En algunos sitios, la viudez hacía que, automáticamente, una mujer fuera «impura» y requiriera una «limpieza ritual«: Confinada dentro de un espacio particular durante un período específico, estaba obligaba a comer en platos rotos y a dormir en el suelo desnudo. No se le permitiría bañarse. Se le impedía cambiarse de ropa y cultivar, hacer tareas domésticas e ir al mercado durante el período de luto. En algunas comunidades del sur de Nigeria, las viudas acusadas de matar a sus maridos se veían obligadas a beber o bañarse con agua utilizada para lavar el cadáver del marido. Algunas eran obligadas a tener relaciones sexuales con parientes”. La influencia del Cristianismo y, a partir de los años 1970, la de los movimientos sociales y feministas, han hecho que muchas de esas tradiciones estén desapareciendo. Aunque, curiosamente, un informe del Banco Mundial de 2018 observó que, en las regiones de Nigeria dominadas por los cristianos, la viudez comportaba una mayor vulnerabilidad que en las regiones dominadas por los musulmanes. Blessing Onyima nota que si bien “en la Nigeria del siglo XXI, el derecho de una viuda a heredar de su marido está reconocido por la ley, todavía se considera normal que los suegros de la viuda exijan el talonario de cheques del esposo, el número de pin bancario y los detalles de la cuenta”.

El pasado 15 de marzo, la Asamblea General de la ONU adoptó por consenso la primera resolución de la ONU sobre la viudez: «Abordar la situación de las viudas«. La resolución quiere allanar el camino para una mayor atención a las violaciones de derechos humanos de las viudas, y resaltar la importante contribución de éstas a las economías locales y a la consolidación de la paz. Propuesta inicialmente por Sierra Leona, fue copatrocinada por el Grupo de Estados de África, Bangladesh, Brasil, China, India, Pakistán, Trinidad y Tobago, y Venezuela. También alrededor del 23 de junio, Día Internacional de las Viudas, han ido apareciendo noticias y artículos sobre los diversos movimientos en favor de las viudas en el continente africano. “Las viudas denuncian ritos retrógrados y una tradición antisocial”, titulaba un artículo del 2 de junio en la Voice of America (VoA), en el que se hablaba del esfuerzo de las mujeres de Congo (Brazzaville), y de la ONG “Cercle uni des droits de l’homme et culture de paix” (CUDHOC), que está presionando ante las autoridades para asegurarse de que el futuro Código de Familia condene claramente el trato inhumano y degradante de las viudas. “El objetivo es permitir que la viuda conozca sus derechos y sepa defenderlos. Porque hay que invertir para sacar a la viuda congoleña de lo que llamamos esclavitud”, explica Gasparad Mienantima, presidente de CUDHOC. En Nigeria, the African Wonder Women Organization (AWWOrg), fundada por la diseñadora de moda y activista Princess Folaji Fasanya-Omoyeni, que perdió à su marido al inicio de la pandemia del Covid y experimentó personalmente los problemas de la viudez, se ha dado como objetivo empoderar a 2.000 viudas de aquí a 2025. “Las estamos empoderando para que recuperen la confianza, confíen en sí mismas y crean en un mañana más brillante. A las `mujeres olvidadas´ les estamos mostrando que no están solas y que, contra todo pronóstico, vale la pena soñar”. En Alwihda, primer sitio de información chadiano, Malick Mahamat informó el 26 de junio acerca del trabajo de “Manos que ayudan”, una ONG que lucha contra la marginalización de las viudas. Muy significativa ha sido la declaración que con ocasión del Día Internacional de las Viudas, ha publicado la “Red de periodistas de África occidental para la promoción del Género” (ROAJEG). Existía en Costa de Marfil una ley de octubre de 1964 que si en teoría reconocía a la viuda su calidad de “heredera”, se la quitaba en la práctica al dar la preeminencia, en el momento de heredar, a los consanguíneos del difunto. Una nueva ley fue promulgada en 2019 en la que se reconocían más explícitamente los derechos sucesorios de la viuda, y en particular al derecho a recibir un 50 % de la pensión que recibía el marido. En su Declaración, los periodistas, además de insistir en que el derecho positivo debiera prevalecer sobre las prácticas tradicionales, se han comprometido a fomentar campañas de concienciación para que la nueva ley sea conocida, defendida y puesta en práctica, algo que al parecer no estaba sucediendo.

Ramón Echeverría

[CIDAF-UCM]

Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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