«visite nuestra página web», por Alberto Eisman

27/04/2010 | Bitácora africana

Eso fue lo que me dijeron cuando intenté recabar información de una conocida organización internacional – cuyo nombre da igual pero omitiré por discreción – sobre cómo acceder a las convocatorias de proyectos de desarrollo que presentaba para esta zona de África. En un principio, la tarea así en frío no me resultaba especialmente difícil ya que, sinceramente, no me considero un patán en cuestiones informáticas y normalmente me suelo defender tanto con programas como con cuestionarios en línea que se encuentran cada vez más en la red. En mi ingenuidad, no albergaba dudas de que la tarea sería poco menos que un paseo triunfal y en un periquete tendría todos los documentos necesarios.

Ni corto ni perezoso, abrí la página e inmediatamente me puse a buscar las convocatorias. Miré por diferentes menús, abrí y cerré pestañas en las que no había nada al respecto… encontré montones de material, de documentos institucionales a informes anuales… volvía a la página de inicio intentando retomar el hilo del laberinto en el que me había metido y para más inri, no había opción de búsqueda por lo cual había que hacer todo con la cuenta de la vieja, pestaña por pestaña y sección por sección. La cosa se resistía y, después de unos buenos 20 minutos, tuve que reconocer que crecía en mí la sospecha (no demasiado infundada, según me comentó luego un conocedor de tales menesteres) que podría ser que tanta complejidad no fuera otra cosa que una sutil argucia con el propósito de quitarse ya de en medio a unos cuantos “pretendientes” a aquellos fondos. A pesar del empeño que puse y de las ganas de encontrar la información, todo fue en vano… no había manera de encontrar las malditas convocatorias. Consumado por la frustración, tiré la toalla.

Intenté mientras tanto consultar las regulaciones generales que afectan a las convocatorias, y en este caso me encontré con todo un elenco de documentos legales, disposiciones, boletines oficiales… un conjunto de informaciones que volvería loco al bibliotecario más escrupuloso. Era todo un mar de regulaciones y jerga legal sazonada con disposiciones transitorias y derogaciones varias. Lo que cabreaba más era el hecho que no había una normativa unificada en un único documento, sino que había que cogerla de aquí y de allá… una tarea para la cual haría falta varios días de dedicación exclusiva.

A todo esto yo me preguntaba que cuál sería el resultado final de alguien que tenga mucho menos rodaje que yo en este mundo informático/legal. Yo – y mi orgullo informático – nos veíamos obligados a aceptar la realidad de vernos empantanados y sin manera de obtener la información que necesitaba y me imaginaba a muchas otras personas menos acostumbradas a estas fuentes de información en una situación incluso peor que la mía.

Ciertamente – pensaba yo para mis adentros con la mala leche que a veces me caracteriza – accederán a la financiación quienes hayan podido sortear esta carrera de obstáculos en la que se ha convertido la financiación con ciertos organismos. Cuando uno no tiene problemas para recabar información, se enfrenta después a condiciones cuando menos kafkianas, como aquella organización española que se empeñaba en que en Sudán – país que salía de una guerra civil de 20 años – se utilizaran exclusivamente en los gastos de un determinado proyecto hechos en el terreno facturas que incluyeran el NIF del proveedor. A veces se nos escapaba la risa, ya que nos dábamos con un canto en los dientes cuando encontrábamos un proveedor que tuviera facturas hechas localmente que obviamente, no tenían ni el NIF ni todos los requisitos requeridos por tan meticulosa organización.

Pues sí, es una realidad que a veces la financiación no la consigue quien más lo necesite, sino quien mejor se sepa mover por tan complicados vericuetos, quien mejor situado esté para comprender la jerga, los mecanismos, los “enchufes” y otras informaciones que son vitales para el éxito de la empresa. Con estas reglas de juego, es mucho más normal que haya una organización de “profesionales” de desarrollo que, aunque tengan poca experiencia en el terreno, podrán conseguir mucha más financiación que – pongamos por ejemplo – unas monjitas voluntariosas que lleven un dispensario o una pequeña oenegé de base dirigida por personas locales y con limitadas posibilidades informáticas y administrativas. Así de cruda y prosaica es la realidad y uno puede imaginarse las injusticias que se cometerán con una situación así de desigual.

Está claro que el acceso a información es un punto fundamental en la lucha contra la pobreza, pero queda todavía un muy largo trayecto hasta que pueda haber una cierta igualdad de condiciones entre el privilegiado mundo desarrollado e informatizado que pone las reglas y los medios y ese sufrido pelotón de países e iniciativas que vienen por detrás en la siempre ardua carrera – más dramática aún en la presente situación mundial – por alcanzar unos muy necesarios fondos. Una lucha muy normal, mirándolo desde otro punto de vista ya que, como decía mi madre, “por dinero hasta los santos se bajan de la peana.”

Original en

http://blogs.periodistadigital.com/enclavedeafrica.php

Autor

  • Alberto Eisman Torres. Jaén, 1966. Licenciado en Teología (Innsbruck, Austria) y máster universitario en Políticas de Desarrollo (Universidad del País Vasco). Lleva en África desde 1996. Primero estudió árabe clásico en El Cairo y luego árabe dialectal sudanés en Jartúm, capital de Sudán. Trabajó en diferentes regiones del Sudán como Misionero Comboniano hasta el 2002.

    Del 2003 al 2008 ha sido Director de País de Intermón Oxfam para Sudán, donde se ha encargado de la coordinación de proyectos y de la gestión de las oficinas de Intermón Oxfam en Nairobi y Wau (Sur de Sudán). Es un amante de los medios de comunicación social, durante cinco años ha sido colaborador semanal de Radio Exterior de España en su programa "África Hoy" y escribe también artículos de opinión y análisis en revistas españolas (Mundo Negro, Vida Nueva) y de África Oriental. Actualmente es director de Radio-Wa, una radio comunitaria auspiciada por la Iglesia Católica y ubicada en Lira (Norte de Uganda).

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