Vigilaos! (2) Continuación, por Nse Ramón

8/04/2011 | Bitácora africana

El comisario estaba fumándose un cigarro fuera de su especial office, mientras dentro los dos uniformados le hacían con estilo ruso unas leves caricias en las plantas de los pies. 150 caricias. Después de eso, le obligaron a ponerse otra vez los zapatos (nosotros, lo juro, no vimos la escena, pero los ruidos nos llegaron con claridad) y se lo trajeron de la parte trasera donde tuvo lugar la sesión especial de masajes rusos y vimos cómo le costaba caminar al chaval. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero la cara no reflejaba dolor por lo que le provocaban los zapatos ni el suelo duro. Se podía leer perfectamente en su rostro la palabra: ASESINOS. Los presentes estábamos apenados y entre nosotros estaba un chaval que me preguntó muy en voz baja

– Amigo, ¿qué ha hecho éste chico para que le peguen de esa manera?

– Parece que estaba espiando a una chica en un barrio y lo han confundido con otra persona

– Ya, eso es lo que me ha parecido a mi también escuchar antes de que le peguen. ¿Pero eso no es grave verdad?

– Claro que no. Imagino que por un delito grave a uno le cortan las pelotas y…

Yo no pude acabar de responder al muchacho ya que sólo me acuerdo de ver a un uniformado salir corriendo detrás de él y doblar la esquina que llevaba hacia el hospital general. El comisario que seguía fuera, vio pasar a los dos a una velocidad endiablada. Miró hacia la esquina que habían tomado y chillando (otra vez como un mono) llamaba al perseguidor uniformado

– ¡Ô OBAM!… Djamyeñi. Bi ña bara biñ mu nfe!. Sólo es un ladronzuelo.

Me enteré de que el uniformado corredor se llamaba Obama. El comisario regresó junto al uniformado corredor y entraron en comisaría de nuevo.

– ¿Qué es esto?

– Un… un… un Ipod. Sirve para… para escuchar música

– ¿Dónde se meten las pilas? – preguntó el comisario sin dejar de estudiar el cachivache que tenía entre las manos – Está apagado

– No va con… con pilas.

El comisario se lo mostró a sus informados y dijo entre sonrisa sarcástica y seriedad pasmosa (eso sólo se percibe cuando están satisfechos al saber que sus hijos van a tener un nuevo juguete caro ese día)

– ¿Eipot âh?. Vé, yo odjudjom di?. Eñe ba ke ba suara binformes áana. Ye wa yen?. Bot bee bun na MAIB a keyan, Conque están preparando milicianos a desestabilizar el buen clima de paz, concordia y convivencia que reina actualmente en el suelo pátrio propulsado por S.E Obiang Nguema Enem. ¡Chaa!… Adji tara oyob. Eba – señalando al chaval – eba be wu a ne be chit.

– Ya ne di wa fanga djo a mi comisario – dijo el uniformado fondista – Bilop bi se bot

– Amigo, ¿sabes que los bubas no sois personas?. Bo bubie mi se bot, mine be chit!, !SOIS CARNE!… ¡LOS BUBIS SOIS CARNE!… ÑA BE CHIT!

Todos los presentes casi nos morirmos al aguantar la carcajada de nuestras tétricas vidas. Observé que el «espía masajeao» también no se ríe de milagro. El comisario y sus dos chicos uniformados (ahora se había colocado uno justo en la entrada con un palo grande y fuerte) estaban charlando sobre MAIB, de intentonas golpistas, de los malditos españoles, de protección ciudadana, del los grandes esfuerzos del PDGE para mostrarle al mundo de que estábamos llegando al nirvana del progreso, de los envidiosos y los que van diciendo por ahí que se vive mal en nuestro suelo patrio (eso de suelo patrio se escucha tantas veces en la boca de estos tipejos que ya no sabes de qué suelo hablan) de esos opositores que quieren hacerle daño a la familia elegida por dios para dirigir nuestros destinos con benevolencia y humanidad. Hablaban de todo lo que justo le iba a complicar la vida al chaval… ¡y que si que se la complicó, y bien!

– ¿Vosotros creéis de que Obiang es tonto cuando circula con tantos efectivos en Malabo?. Sabe que estáis infiltrados entre la noble población que lo protege de vuestras fechorías orquestadas por enemigos con intereses ocultos desde España. Pero yo te digo una cosa, no podéis hacernos nada. ¿Qué pueden hacer cuatro bubies hambrientos?.

– Yo no soy del MAIB. Yo soy estudiante de Derecho en la UNGE e iba camino a mi casa – empezó a decir el chaval ya con más calma – yo no soy de ningún partido político

– ¡Obám dale!

¡flas! ¡flas!… sonaron fuertes y contundentes en la sala. Un moco salió volando y aterrizó en la blusa de una señora que estaba un poquito también metiendo cizaña (no me ocupo de ella por que deseaba más MATARLA, por las estupideces que soltaba). La mujer se limpió el moco con una servilleta que le tendió el comisario. Obama al parecer era un experto en dar bofetadas limpias y sin parpadear. Los dos golpes de estado a las mejillas del chaval fueron para aplaudir: La ignorancia había vuelto a conquistar unas mejillas poderosas. Pero luego una reacción entre lágrimas nos sorprendió a todos. Obama que todavía seguía delante del muchacho recibiendo ovaciones internas por su acto de valentía, también vio estrellas en el exterior por que lo que recibió en el centro de la nariz (apuesto que esa nariz no vuelve a re colocarse bien) fue una frente bantú. Pasaron como 8 segundos entre que la ignorancia golpea dos veces unas mejillas llenas de triste líquido interno y el mazazo de una frente limpia y decidida a no morir sin golpear en el tabique nasal de un uniformado estúpido. 8 segundos, eso, 8 segundos para que todo se desmoronase. Me acuerdo que nos mandaron salir fuera, Obama sangrando y con un hinchazón golpeaba al chaval con todas sus fuerzas, la mujer estaba chillando en la ventana llamando a los vecinos «MOT A YE WU VA! A BOT… DEBLE A ÑI YA A GUINEA! ENGONGO SAAN NE VUALA BISIMA OBIANG NGUEMA!!!!. Golpes y más golpes escuchaban los que habían conseguido llegar al alboroto. 5 contra 1, una pelea legal, ¡claro, se trataba de un kulmondjo!. 30 minutos después, llegaría una camioneta toyota verde del campamento militar de Semu. De ella bajarían 3 uniformados (militares) mas que entraron en la comisaría armados hasta los dientes. Vimos cómo sacaban al chaval y lo introducían en el coche. Lágrimas confundidas con sangre brotaban de sus ojos húmedos, se deslizaban por sus mejillas inchadas, pasaban por una boca destrozada, literalmente, y se mezclaban con otra sangre que a borbotones salía de algún punto perforado de su cabeza en su camiseta rota y sucia. El chaval, si se había defendido bien, se notaba en la ropa de los 3 uniformados (policías) que salieron detrás de los del campamento. Lo metieron en la camioneta y le escuché gritar casi sin voz: ¡COBARDES!.

Esa palabra llegó envenenada a mi corazón. Utilizó la palabra que nosotros, los «espías inexpertos» queríamos colocar detrás de la puerta, o en un cajón para no hacer nada ante una barbarie como la que vivimos las más de 60 personas que nos aglomeramos ente la comisaría. Me sentí cobarde y maldito.

– Mumbó ena bo mina abin djam di? – preguntó el militar al comisario – Ye ne ne mina awu osuan?

– Es un kulmondjo. Mbée elemento. conoce tácticas de defensa personal. Un elemento que entrenan los de MAIB en Basupú

– ¡Calláte! – ordenó el militar – Debería darte vergüenza que un miserable bubi te haga todo esto. ¿Así queréis defender nuestra patria?. ¡elemento dice…!

Se subieron al toyota y se largaron con su «espía de chicas»

15 minutos después, y ya se había retomado la actividad en la comisaría, pero claro, el comisario y el otro uniformado que se encontraban estaban en un estado un poco destrozados (Obama se había ido al hospital). Hablaban ya de esa gente que ha decidido vivir apuntando con sus armas y su envidia a Obiang Nguema Mbasogo. De repente se presentaron unos hombres, entre ellos, atado con cuerdas y evidentes signos de violencia se podía ver al muchacho que antes le había hecho sudar a Obama. El comisario le dijo al cabecilla:

– Jeremias, ¿qué pasa ahora con éste ladronzuelo?

– Â mi comisario. Éste chico estaba merodeando nuestro barrio y cuando los jóvenes lo vieron lo reconocieron. Parece ser que es un ladrón que actúa mucho en Malabo.

– Le conozco. ¡Â Robus, encierrame en la celda a este animal!. Akiba à muadjan Jeremías.

El llamado Jeremías se percató del aparatito de la mesa y no pudo evitar preguntar:

– Â mi comisario, este bandido que ha dejado esto, ane ve?.

– Se lo han llevado los militares. Elemento de MAIB infiltrado

– ¡Akieee! A tara sam. ¡Djuaaaaak!, abade mong!. Pero es increíble que los jóvenes entren en este tipo de acciones para derrocar. ¿Qué les está pasando a los jóvenes de ahora?.

Eso otro lo dijo mirándonos a los que estábamos sentados esperando dentro de la comisaría. Yo respondí a su pregunto en mi interior: QUEREMOS QUE EMPIECEN A MORIR LOS QUE PROPAGAN EL CANCER.

– ¿Qué vas a hacer con el pipote? – preguntó Jeremías al comisario

– Gracias Jeremías. tenemos trabajo.

Jeremías se fue y nos quedamos sentados esperando. El comisario salió a fumarse un cigarro y el silencio invadió la pequeña comisaría de policía de Semu.

– ¿ Y tú qué hacías en la comisaría de Semu? – preguntó Strogman a Pablo – si tú vives en Ela Nguema

– La verdad, ya no me acuerdo

– Que pena

Pablo, Nsé y Strongman desde un barrio guay de Amsterdam

Autor

  • Nse, Ramón

    Nse Ramón o Ramón Esono Ebalé (alias Jamón y Queso) es un artista guineoecuatoriano nacido en Nkoa-Nen Yebekuan (Mikomeseng-Kie Ntem) en 1977 y residente en Malabo desde 1982. Dibujante e ilustrador autodidacta, compagina su pasión por el dibujo y el cómic con su trabajo de grafista. Actualmente es el grafista titular del Centro Cultural de España en Malabo y como dibujante de cómics ha ganado varios premios y certámenes internacionales como el concurso "Regarde 9", en el Festival Internacional de BD de Angulema (Francia), el premio obtenido en Cocobulles, Costa de Marfil con el trabajo "Le réveil d'Akoyo". Ha expuesto en los Centros Culturales Francés y Español en Malabo y Bata, en el Feshcary (Camerún) y en diversas galerías de Europa, América y Estados Unidos. El artista ha iniciado diferentes proyectos para organismos internacionales que operan en Guinea Ecuatorial realizando carteles e ilustraciones para la campaña de la Unión Africana en fomento de la Juventud y sus Derechos de la Organización de la Unión Africana.

    Participó en ARCO2010 con dos series ácidas y corrosivas sobre las dictaduras y la corrupción

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