Viaje al “África profunda”, por María Rodríguez

13/06/2014 | Bitácora africana

Es una expresión a la que se recurre en ocasiones: “el África profunda”. Yo no sé si se refiere a los pueblos “perdidos de la mano de Dios” o si tal vez se trata de perderse en un bosque o una selva tropical del África central u otro punto del continente. Se considera “profundos” a aquellos lugares que ya no son la capital o una ciudad, los llamados poblados o aldeas, sustantivos que invitan a pensar en las imágenes clásicas que tenemos sobre África: chabolas de paja, familias enormes, el pozo de agua a kilómetros del hogar, multitud de niños que corren tras el coche cuando los ven llegar… (Por cierto, hay un vídeo muy bueno sobre esto)

El pasado jueves viajé a una zona rural de Senegal, a cuatro horas aproximadamente de Dakar, la capital. No se me hace necesario describir cómo es, es la imagen que tenemos de África, está fresca en nuestras mentes occidentales.

Los niños que corren tras el coche para dar la bienvenida (a la novedad que llega) es una imagen mítica. Cuando vi la reacción de los niños me pareció divertido y pensé que “no me extraña que cuando se hacen películas aparezca esta imagen dada la impresión que da”. Es una escena tan utilizada en el cine (tan excesivamente utilizada) que incluso creí que ya la había vivido antes. Pero no.

Las chabolas de paja no me sorprendieron, era otra imagen que acostumbramos a ver en documentales y fotos. Las familias enormes tampoco.

Otra imagen que nos viene a la mente de África es la de los niños sucios y con moscas. Por supuesto, también los vi. Había un muchachito de poco más de 3-4 años que comía un chupachups (sí, hay chupachups en África) y al mismo tiempo estaba llenito de mocos. Me dieron unas ganas de limpiarlo impresionantes. No sé qué les ocurre aquí con las moscas pero creo que ellos no las ven o no les molestan tanto como a nosotros, acostumbrados a una limpieza extrema y que sin ser conscientes a veces es insana. No sé si algún día me acostumbraré a las moscas pero en cuanto a la suciedad he de decir que la percibí como lo más natural del mundo. Es decir, si vives en el campo, ¿cómo acabas si eres un niño y te pasas el día jugando con la tierra? Aquí, en España o cualquier parte del mundo es inevitable. Eso sí, aquí hay menos asfalto y aceras que en España.

Pero, si tengo que destacar algo que me llamara más la atención fueron las bolsas de plástico en algunos puntos del recorrido. Aquí y allá, desperdigadas por el campo, cientos de ellas, negras sobre todo (que es el color habitual de las bolsas aquí, a diferencia de España donde suelen ser blancas) pero también de otros colores. Otra imagen que es habitual de África pero de la que, salvo que viajes aquí, no se tiene tanta constancia. Yo había leído un reportaje sobre ello pero nunca pensé que fuera tan excesivo.

Realicé mi primer viaje al África estereotipada o bien a los estereotipos sobre África, a la llamada o conocida como “el África profunda”. Lo cierto es que no creo que sea profunda, no creo que el pueblo que visité el otro día esté más perdido de la mano de Dios que el mío. Es más, si algo me ha llamado la atención del camino recorrido hasta llegar allí ha sido que continuamente había gente en los bordes de la carretera, pueblos, gente y tiendas, había vida, había movimiento. De Baza (mi pueblo) a Guadix (a media hora en coche) te encuentras unos puestos que venden cerámica cerca de la carretera, un almacén de frutas y verduras y alguna que otra estación de servicio. El resto del camino no es más que árboles, tierra y carretera.

El África de las cabañas de paja y rural existe, forma parte de la esencia del continente. Sin embargo, tenemos que mirar más allá, es un continente inmensamente diverso. No podemos pensar en África como un lugar “subdesarrollado” por ser rural (no es ese el motivo, aunque admito que la palabra subdesarrollo no es de mis favoritas) y quedarnos tan sólo con esa imagen. La realidad es mucho más. África es mucho más.

Originel en : Cuentos para Julia

Autor

  • Rodríguez González, María

    "María Rodríguez nació en 1989 en Baza (Granada). Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Málaga y realizó el Master en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos en la Universidad Autónoma de Madrid. En noviembre de 2014 se marchó a Burkina Faso para comenzar a hacer periodismo freelance y desde entonces recorre los países de África occidental para intentar comprender y acercar esta parte del continente. Autora del blog Cuentos para Julia, donde escribe sobre África, sus experiencias y reflexiones, colabora con varios medios de comunicación como El Mundo, Mundo Negro y El Comercio (Perú), entre otros"

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