Viaje a África, los exploradores encuentran un no tan oscuro continente

18/04/2012 | Crónicas y reportajes

Kampala – La lucha de los primeros exploradores como John Hanning Speke y James Augustus Grant por encontrar la fuente del río Nilo y sus triunfantes historias relatadas en los periódicos británicos continuó atrayendo la atención hacia el interior de África, hasta entonces, había sido considerado el Continente oscuro porque se sabía muy poco sobre él.

Dos exploradores que siguieron su ejemplo, Henry Morton Stanley y Samuel White Baker, descubrirían que aunque el continente oscuro no tenía los mismos niveles de desarrollo que Europa, y las zonas costeras, había método y un notable nivel de estructuras organizadas.

En el caso de Baker, fue una lección que casi le costó la vida. Baker, un intrépido explorador y cazador, había viajado hacia el sur, convirtiéndose en la primera persona blanca que visitó el lago Alberto, en 1861.

En 1972, habiendo sido nombrado gobernador general de la Provincia Ecuatorial, el Sudán del Sur de hoy en día), volvió a Bunyoro liderando una expedición militar de unos 1.700 soldados egipcios, que querían izar la bandera egipcia sobre el territorio.

División de Bunyoro

El Omukama de Bunyoro, Kabalega Chwa II, sólo había sido rey durante un par de años. Aunque Bunyoro quería comerciar y adquirir armas para combatir la amenaza de Buganda, que estaba obteniendo armas de su comercio con marfil, y después esclavos, con los árabes asentados en la costa del Océano Índico, no se esperaba que los árabes que bajaban de las zonas de influencia egipcia intentaran hacerse con tierra y poder.

En 1830, Bunyoro había sufrido un duro golpe cuando el príncipe Kaboyo había liderado una rebelión en la que parte del reino se separó para formar el reino de Toro, a mediados de siglo Bunyoro se había visto reducido a una cuarta parte de su tamaño inicial.

Fue en ese estado de incertidumbre en el reino cuando Baker llegó a Bunyoro en abril de 1872, y poco después declaró el reino anexado a Egipto.

Indignado, Kabalega lanzó un ataque contra el cuartel militar egipcio en Masindi y aunque las tropas extranjeras tenían armamento superior, las tropas de Kabalega plantaron batalla de forma tenaz y derrotaron al ejército de Baker. Baker se vio forzado a retirarse de Patiko en Acholiland, donde había empezado la construcción de un fuerte.

Para justificar su derrota, Baker, que también era un prolífico escritor, propagó pro Inglaterra la historia que pintaba a Kabalega como un cobarde intrigante y traidor. Aunque no era conocido en aquel tiempo, envenenó las mentes europeas sobre Kabaleha y Bunyoro y provocó algunas de las peores violaciones de derechos humanos de la era. Pero todavía quedaban en aquel momento un par de años para esos relatos de dolor.

Los combates en Bunyoro no habían pasado desapercibido en Buganda donde Kabaka Mutesa I estaba preocupado por el potencial del ejército de Bunyoro así como por el imperialismo egipcio.

Aunque tratados con una buena dosis de suspicacia, los exploradores europeos que había llegado a Buganda como Speke y Grant no parecían suponer una amenaza imperial –incluso cuando ambos eran conocidos por Baker- y pronto continuaron su camino, siguiendo Nilo abajo hasta Egipto.

Cuando llegó Stanley a la corte de Mutesa, recibió una bienvenida complaciente, ya que el Kabaka tenía un interés que iba más allá de los regalos de ropas y otras baratijas que llevaba. Mutesa vio en los exploradores europeos más pacíficos a aliados en los que podía confiar para mantener a los imperialistas egipcios a raya y también buscaba ventaja territorial sobre Bunyoro.

Buganda ya era una fuerza extraordinaria cuando llegó Stanley. Un relato decía que Stanley observó 125.000 soldados de Buganda enviados a una sola batalla, apoyados por una marina que comprendía 230 canoas de guerra. Es difícil verificar las cifras y bien podrían ser exageradas, pero la potencia del reino no lo era.

La influencia Buganda

Aparte de los reinos de Buganda y Bukedi en el este, la influencia de Buganda a mediados de 1800 se podía sentir en las islas del lago Nnalubaale, (el actual Victoria) y en algunos de los reinos del sur del lago, en lo que hoy es Tanzania.

El reino también tenía importantes niveles de organización y progreso. Una valla que se estimaba que medía 4 kilómetros de largo rodeaba el palacio del Kabaka en los alto de la colina, y se calcula que vivían en el área de alrededor del palacio unas 40.000 personas.

De hecho, en Dos reis de Uganda, publicado en Londres en 1898, Robert Ashe señala que en 1882 descubrió que la carretera que iba directa desde el palacio del Kabaka Mutesa, en Nabulagala, era más ancha que la calle más ancha de la capital irlandesa, en aquel tiempo.

Aún, Buganda era vulnerable. Por ejemplo, Ashe escribe sobre una batalla entre finales de 1870 y principios de los 1880 en la que los combatientes de Bukedi, en la actualidad el este de Uganda, persiguieron y masacraron a parte de los combatientes baganda que habían atacado la zona.

El Kabaka Mutesa por tanto tenía motivos para querer mejorar su posición y la de su reino. Anteriormente se había convertido al Islam, debido a la influencia de los comerciantes árabes que habían llegado muchos años antes, e incluso observó el mes sagrado musulmán de Ramadán.

Sin embargo, los mzungus [los hombres blancos], parecían ofrecer una mejor garantía de seguridad y a principios de los 1870, Stanley intentaba convertir al kabaka Mutesa I al cristianismo.

Stanley se granjeó aún más cariño del kabaka Mutesa, cuando ayudó en un ataque a la isla de Buvuma, en el lago Victoria. Viendo la oportunidad de ampliar la influencia europea y contrarrestar la árabe en el reino, Stanley convenció a Kabaka Mutesa para que escribiera su famosa carta invitando a los misioneros a visitar el reino.

En la carta publicada en el Daily Telegraph de Londres, el 15 de noviembre de 1875, Mutesa decía que quería ser “un amigo para el hombre blanco” y los invitó a visitar su reino. No sería exagerado afirmar que esta es la carta más importante que se ha escrito jamás en la historia del reino Buganda, y lo que se convertiría después en Uganda.

En tres meses, la sociedad misionera de la Iglesia anglicana había recaudado 24.000 libras y seleccionado a ocho misioneros pioneros para visitar el reino de Buganda.

No se sabía en aquel tiempo, pero la historia que acabaría con cientos de años de cultura, organización política y orden social se estaba escribiendo.

Con ello, se establece un marco para la contestación de la influencia en la región entre las dos organizaciones políticas dominantes. Buganda había elegido la amistad con los extranjeros. Bunyoro, que había visto de primera mano las tendencias imperialistas de los recién llegados, eligió la resistencia.

Una semana después de la cata de Muteda, apareció otro artículo en el Daily Telegraph invitando a los misioneros que pudieran aceptar la invitación de Mutesa a “enseñar a los nativos a llevar ropas” y a diseñar las ropas un poco más largas de los normal”.

El artículo señala que “Si los africanos aumentan sus ropas aunque sea en dos hinches de largo, eso mantendría las fábricas de Lancaster en funcionamientos durante un año.

No está claro si este consejo ayudó a enterrar la túnica (Kanzu) como prenda tradicional de vestir de hombre, en Buganda, pero demostró que los imperativos comerciales no estaban muy lejos de las medidas más altruíticas de llevar el cristianismo e “iluminar” a los Buganda.

Él no lo sabía entonces, pero Mutesa, con su aceptación de los exploradores y su invitación a los misioneros, había comenzado el proceso de creación de la nación-estado que llegó a ser Uganda.

Para que ese estado echase raíces, las cosas antiguas tenían que ser barridas a un lado, incluida la autoridad del Kabaka y el propio reino Buganda. Había dejado entrar al caballo de Troya en su reino.

La historia perdonó a Mutesa el conocimiento del error de los caminos que tomó, él moriría unos años más tarde, en 1884, pero no antes de ver la llegada de los primeros misioneros y la nueva religión que trajeron, que cambiaría para siempre a su pueblo y su reino.

Editorial

(Daily Monitor, Uganda, 09-03-13)

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