Vecino incómodo, por Rafael Muñoz Abad – Centro de Estudios Africanos de la ULL

16/09/2014 | Bitácora africana

Sí, a grandes rasgos Gibraltar tiene derecho a aguas territoriales de la misma manera que España las tiene en Ceuta y Melilla. Exteriores lo sabe y esa es la razón por la que no se lleva el contencioso gibraltareño a la corte internacional pues haríamos el ridículo. Otro más. La reciente identificación en el litoral ceutí de la comitiva marítima en la que viajaba el rey de Marruecos, poco debería tener de noticia y mucho menos de incidente diplomático. El estado español tiene que velar por la seguridad en sus plazas norteafricanas y eso supone la identificación de cualquier embarcación, con o sin rey abordo, y mucho menos debe plegarse el servicio marítimo de la Guardia Civil ante chulerías del estilo: ¿no sabe usted quien soy yo? Formas bajo las que Mohamed VI se dirigió a los tripulantes de una patrullera que simplemente hacia su trabajo: identificar una embarcación. Ni más ni menos que lo que Marruecos hace y debe en sus aguas.

Marruecos es ese vecino incómodo con el que [como siempre digo] estamos condenados a llevarnos bien. Eso significa un ejercicio de colaboración y diplomacia que no de plegamiento a la periodicidad de sus chantajes. Recientemente, bajo el constante asedio a las verjas de Ceuta y Melilla, se filtró que las avalanchas de subsaharianos obedecieron a cierta “dejadez” fronteriza de las autoridades alauíes. Nada nuevo. Bien sea en forma de tomates, pesca o inmigración irregular, Marruecos gusta de testar las voluntades y capacidades de reacción de su vecino europeo; pues es sabedor del poder del populismo y la debilidad política que gobierna España y que por ende amordaza sus reacciones.

Estratégicamente situado y apuntalado por Paris y Washington cual aliado primordial contra el integrismo en el Magreb, Marruecos sabe jugar sus bazas con maestría y de la misma manera que ya la tuvo con el Sahara español, tiene su hoja de ruta respecto a las ciudades autónomas españolas. Rabat es nuestro aliado pero a la vez sabe desgastar y esperar. Aun así y por encima de todo, no podemos verlo como un vecino incomodo; si no como lo que realmente es: un estado hermano con el que se deben estrechar lazos. Y es que nos guste o no, nos une más de lo que nos separa.

@Springbok1973

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Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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