Las tres propuestas básicas de Rutger Bregman en su libro “Utopía para realistas” son las siguientes: una renta básica universal, una semana laboral más breve y un mundo sin fronteras, y me parecen medidas en la buena dirección, aunque insuficientes.
Encuentro inspirador que siga la misma utopía de Tomas Moro, buscando vivir una mejor calidad de vida, con esperanza. Señala que la depresión es la primera causa de enfermedades pues afecta la capacidad misma de saber vivir bien. Pero las causas de toda depresión son profundas y muy diversas.
Es fundamental que las personas puedan cubrir las necesidades básicas de una vida digna: techo, trabajo y tierra. Esto es lo primero, y sin embargo, lo que peor va, y de lo que menos se habla.
Una semana laboral más breve, con una mejor distribución de horas de trabajo, crearía también la oportunidad para mejorar la calidad de vida, con beneficios evidentes, como: menos estrés, mejora del cambio climático, emancipación de la mujer, igualdad…
Al mundo moderno le interesa el beneficio (PIB) más que la calidad de vida, la redistribución y la innovación. La búsqueda de un mundo mejor comienza en la escuela y en la familia con una educación más integral y consensuada.
¿Qué conocimientos y actitudes queremos para nuestros hijos y jóvenes?
La humanidad está en una carrera con las máquinas y los robots: Kodak fue superada por Instagram, las compras se hacen más y más por Amazon, los gigantes tecnológicos “Watson” y “Deep Blue” superan a los grandes intelectuales… Ciertamente los robots superan a la humanidad en computación. Pero las maquinas no determinan la historia. Somos los humanos los que somos conscientes de las decisiones que tomamos y de los objetivos que integramos en los robots que diseñamos.
Me parece muy acertada su visión de que necesitaremos una redistribución masiva de: dinero a través de la renta básica universal, de tiempo, de impuestos sobre el capital y no sobre el trabajo, de robots… y un impuesto mundial sobre la riqueza.
Bregman presenta datos muy significativos, como el que Occidente gaste 5 billones de dólares en ayuda para los más pobres, sabiendo que el 85 % de la ayuda (BM) no va a los que lo necesitan.
Los países pierden en evasión fiscal, el triple de lo que reciben en ayuda. Y las 62 personas más ricas acumulan más que los 3.500 millones de personas empobrecidas.
Es crítico con algunos planes de economistas como Jeffrey Sachs que apuestan más bien por superar la pobreza, con ayuda y un buen plan (ODS), mientras que Easterly piensa que toda liberación y progreso real viene desde abajo, ósea con democracia real y un mercado justo, local y global.
Abrir las fronteras aportaría a la economía mundial: 65 billones de dólares. Un dato muy interesante. Si antes importaba la clase social, ahora importa más la ubicación de las personas. (Frontera Méjico-EU).
Me parece excelente su visión de que abrir las puertas a la inmigración es la mejor forma de luchar contra la pobreza, reducir el terrorismo, fomentar la cohesión social…
La diversidad no es culpable de la falta de cohesión, sino la pobreza y las ideologías. Los inmigrantes construyen el país e impulsan el progreso.
La migración, aunque es un derecho humano universal, exige colaboración para llegar a una migración progresiva y planificada. Este compromiso hacia los inmigrantes africanos no existe en la UE.
Toda democracia y gobernanza responsable debe promover progreso integral y esperanza a través de una gestión de recursos y servicios más ética y profesional para el bien común.
AFS os desea a todos los colaboradores-as un buen curso académico 2020-2021.