El Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, finalizado en la ONU en julio, después de 18 meses de conversaciones, fue aprobado formalmente con el golpe de un martillo en Marrakech al comienzo de una conferencia de las Naciones Unidas. En esta conferencia, mantenida en Marruecos el 10 de diciembre, participaron alrededor de 150 países. Sin embargo, los Estados Unidos y otros 15 países optaron por no participar o expresaron sus preocupaciones, y algunos afirmaron que el pacto infringe la soberanía nacional.
23 Objetivos
Considerado como el primer documento internacional sobre la gestión de la migración, establece 23 objetivos para abrir la migración legal y para desalentar los cruces fronterizos ilegales, ya que el número de personas en movimiento a nivel mundial ha aumentado a más de 250 millones.
Al describirlo como una «hoja de ruta para prevenir el sufrimiento y el caos», el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, buscó disipar lo que llamó una serie de mitos en torno al pacto, incluidas las afirmaciones de que permitirá a la ONU imponer políticas migratorias en los estados miembros. Guterres afirmó que el pacto “no es jurídicamente vinculante. Es un marco para la cooperación internacional que reafirma específicamente el principio de la soberanía de Estado. No debemos sucumbir al miedo ni a las falsas narraciones”.
Defensa
Merkel lanzó una defensa apasionada del pacto y el multilateralismo, argumentando que su país «a través del nazismo trajo un dolor increíble a la humanidad”; así «la respuesta al nacionalismo puro fue la base de las Naciones Unidas y el compromiso de buscar conjuntamente las respuestas a nuestros problemas comunes”. El pacto, según Merkel, busca prevenir, en lugar de alentar, la migración ilegal. «Se trata de una migración segura, ordenada y regular; (esto) se observa claramente en el título».
El viernes, Estados Unidos se cargó contra el pacto calificándolo de «un esfuerzo de las Naciones Unidas para promover la gobernanza global a expensas del derecho soberano de los Estados”. De hecho, Estados Unidos fue el primer país que rechazó las negociaciones a fines del año pasado, y desde entonces Australia, Austria, República Checa, República Dominicana, Hungría, Letonia, Polonia y Eslovaquia se han retirado del proceso.
Las discusiones sobre el acuerdo han estallado en varias naciones de la Unión Europea, obstaculizando al gobierno de coalición de Bélgica y presionando al ministro de Relaciones Exteriores de Eslovaquia para que presente su renuncia.
Medidas draconianas
Desde Estados Unidos hasta Europa y más allá, los líderes de derecha y populistas han tomado medidas cada vez más draconianas para excluir a los migrantes en los últimos años. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se comprometió a construir un muro en la frontera entre México y Estados Unidos y ha centrado su reciente ira en una caravana de migrantes de Centroamérica, mientras que un gobierno de coalición populista en Italia ha detenido los botes que rescatan a los migrantes en el mar.
El premier liberal de Bélgica, Charles Michel, ganó el apoyo del parlamento y se encuentra en Marruecos para respaldar el acuerdo, pero se dejó liderar por un gobierno minoritario el domingo después de que el partido nacionalista flamenco anunciara que renunciará a su coalición por el pacto. Bélgica todavía se encuentra entre un grupo de siete naciones descritas por el representante especial de la ONU para la migración, Louise Arbor, como «todavía comprometidas en nuevas deliberaciones internas» sobre el acuerdo. Bulgaria, Estonia, Italia, Israel, Eslovenia y Suiza también entran en esta categoría.
El pacto ha sido bien recibido por la Iglesia católica como un paso importante para abordar las necesidades de los migrantes y reducir su vulnerabilidad.
Procesos multilaterales
El enviado papal y cardenal Piero Parolin declaró: ”si bien algunos estados han decidido no participar en el proceso o en esta conferencia intergubernamental, la Santa Sede está convencida de que los enormes desafíos que plantea la migración se enfrentan mejor mediante procesos multilaterales en lugar de políticas aislacionistas”. Por estas razones, Parolin llamó a los países miembros a llevar a cabo su implementación.
La agencia de la ONU para la infancia señaló que más de 100 países todavía tienen políticas de detención migratoria de niños, pero señaló que la implementación de las medidas propuestas en el pacto permitiría a las naciones «abordar mejor las causas que alejan a los niños de sus hogares”.
En la misma línea, UNICEF afirmó en un comunicado que honrar el pacto «brindará a los niños migrantes un mejor acceso a los servicios de educación y salud, y les ofrecerá una mayor protección contra la explotación y la violencia”. Otras organizaciones, incluida Amnistía Internacional, ven el pacto como un primer paso hacia la protección de los migrantes. El defensor principal de Amnistía Internacional para las Américas, Perseo Quiroz, señalo que el pacto «es muy ambicioso en muchas áreas, con compromisos de implementación limitados”.
Después de la conferencia de Marrakech, la Asamblea General de la ONU tiene previsto adoptar una resolución que apruebe formalmente el acuerdo el 19 de diciembre.
Fuente: Daily Nation
[Traducción y edición, Sara Gil Martín-Serrano]
[Fundación Sur]
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