La ley de amnistía aprobada por el parlamento de Kinshasa, el pasado 4 de febrero, ha sido considerada por todos como un paso más hacia la paz.
¿De qué amnistía se trata ?
Esta amnistía “cubre los actos de insurrección, guerra e infracciones políticas” cometidas por los ex rebeldes entre el 18 de febrero de 2006 y el 20 de diciembre de 2013. Lambert Mende, portavoz del gobierno de Kinshasa, declaró:”Este documento es claro. No se trata de una amnistía general. Los presuntos autores de crímenes reconocidos por el Derecho Internacional, como los genocidios, crímenes de guerra o contra la humanidad, no se beneficiarán de esta ley.”
Los representantes especiales de la ONU, de la UE, de los EE.UU. y de la UA para la región de los Grandes Lagos elogiaron la promulgación de esta ley de amnistía “para promover la reconciliación al consentir la reinserción social de los ex rebeldes.” Sin embargo, las asociaciones de defensa de los derechos humanos la critican, pues la consideran una invitación a la impunidad. Unos y otros invitan a los rebeldes a deponer las armas, como prueba de buena voluntad y de arrepentimiento del pasado.
Los rebeldes del M23 y la complicidad de Ruanda
Desde 2010 la ONU viene acusando a Ruanda del genocidio de hutus ruandeses ‘residentes’ en el Congo RD. Desde 2012, lo acusan además de apoyar a los rebeldes congoleños del M23, para seguir controlando y beneficiándose del expolio de los recursos naturales del rico vecino.
En 2013, sacaron ilegalmente del Congo con destino a Ruanda y Uganda, oro por valor de 400 millones de $ US, además de estaño, tungsteno y sobretodo coltán, cuya venta sirve para financiar a los grupos rebeldes que operan en el Este del país.
Los dos países vecinos: Ruanda y Uganda, organizan sucesivas rebeliones y las infiltran en el Congo a su antojo por medio de sus lugartenientes. En 2005, mandaba Laurent Nkunda, luego en 2012 era Bosco Ntangana y finalmente en 2013 con Jean-Marie Runiga.
A pesar de los acuerdos con el gobierno central del presidente Kabila, con sede en Kinshasa, la maquinaria ya está en marcha preparando la siguiente operación, para cuando lo decida el “amo de Kigali”, Paul Kagame y su aliado ugandés, Yoweri Museveni, contando con la complicidad de algún corrupto ‘títere’ congoleño y la pasividad de la comunidad internacional.
Nosotros nos preguntamos: ¿Qué hace la MONUSCO? ¿Qué clase de cristianos son esos ‘personajes’ que se llaman Paul, Laurent, Jean-Marie y Bosco? ¿De donde saca Ruanda el coltán que exporta sin tener minas? ¿Por qué encuentra en Occidente, clientes que se lo compran a buen precio, sabiendo que es fruto de un expolio?
En los Estados donde domina el derecho e impera la ley, quien compra a un ladrón tiene casi tanta responsabilidad como quien robó. ¿Esta norma no se aplica en las relaciones internacionales? ¿Dónde está la justicia?
Para no terminar con una visión pesimista, os diré que el gobierno de Uganda ha firmado acuerdos con grandes compañías petrolíferas chinas, británicas y francesas para comercializar dentro de dos años el petróleo de los yacimientos descubiertos desde 2006 en la cuenca del lago Alberto. A ver si de esta forma dejan en paz al Congo con sus riquezas.