Una mente ingobernable

22/12/2023 | Opinión

 

Frustrado por la mayoría de sus contemporáneos, pero apoyado por amigos de ideas afines, el autor zimbabuense Dambudzo Marechera cambió para siempre nuestra noción de lo que es la literatura africana.

Dambudzo Marechera era un personaje ingobernable. Sus amistades eran volubles y su relación con la familia era inexistente. Cortó los lazos con su madre. Su decisión de dejar que un espíritu familiar lo atormentara fue imperdonable. “No tengo tiempo para esa perra”, supuestamente dijo cuando alguien le imformó que su madre lo estaba buscando. Madre e hijo nunca se reconciliaron.

La relación más documentada de Marechera, según Flora Veit-Wild, fue con ella misma. Quizás sólo mientras durara su aventura. Antes de conocerse, Marechera ya tenía amistades afectivas que lo sostenían, que son el andamiaje de la erudición que ha surgido en torno a su trabajo y su vida. Marechera tenía una red de amigos y conocidos desde sus días escolares en St Augustine hasta la universidad, en el exilio y cuando regresó definitivamente a Zimbabue.

Después de su regreso del exilio en 1982, después de casi una década, fue acogido rápidamente por un pequeño círculo de amigos: Musaemura Zimunya, Charles Mungoshi, Wilson Katiyo, Stanley Nyamfukudza, Greenwell Matsika, Chenjerai Hove, Vernon Mwamuka y Olly Maruma. Los demás ya se habían establecido en el nuevo Zimbabue, viviendo en la suburban Harare y ocupando importantes puestos en la administración pública, en la universidad o como ejecutivos en los sectores editorial y cinematográfico. Marechera los despreció por haberse vendido:

¿Qué nos está pasando? Todos nos estamos volviendo burócratas. No se puede renunciar a cuestiones de principio sólo porque hay que comer. Los escritores siempre han antepuesto sus instintos creativos a cualquier sentido de conformidad con cualquier sistema que esté vigente.

Se impacientaron con él y lo ignoraron o lo evitaron lo más posible. Algunos de ellos lo rechazaron porque los hacía sentir socialmente incómodos y era un lastre político que amenazaba la seguridad de sus empleos. Así que existía en los márgenes, pero si podía llegar a acuerdos como ellos, podía también vivir cómodamente.

En muchas culturas literarias, el concepto de «bromance» no es nada nuevo ni raro y Marechera escribió él mismo en muchos bromances. Estaba fascinado por los escritores Beat (un movimiento literario y cultural que surgió en Estados Unidos en la década de 1950) o la red de novelistas rusos. Para Marechera, sin embargo, si había alguna figura por la que sentía un afecto fraternal era el eminente escritor sudafricano Lewis Nkosi. Pero su amistad dependía y era incidental a la geografía. Funcionaba  un tiempo sí y otro no. Era una explosión de fuegos artificiales cada vez que estaban juntos. Noches largas, conversaciones ruidosas y borrachas sobre libros, mujeres y todo lo demás. El propio Nkosi lo consideraba como un hermano menor y una vez  comentó: “En mi vida, he tenido dos hermanos más jovenes, Nat Nakasa y Dambudzo Marechera”.

Marachera y Nkosi se encontraron por primera vez en Berlín Occidental en 1979, donde la reputación internacional de Marechera se forjó instantáneamente en el Festival Horizonte para Escritores Africanos. Estaban todos: Chinua Achebe, Taban Lo Liyong, Nuruddin Farah, Camara Laye, Dennis Brutus, Vernie February, Édouard Maunick, Ngugi, Meja Mwangi, Amadou Kourouma, Mongo Beti, Bessie Head, Wole Soyinka. Marechera tenía sólo 27 años y era un autor recién publicado en la Serie de Escritores Africanos, y bajo las alas protectoras de su editor James Currey, quien lo patrocinaba. Su deslumbrante libro, La Casa de Hambre, tenía apenas cinco meses de publicación. En esta reunión, nadie había oído hablar de él anteriormente.

En una entrevista con Kirsten Petersen-Holst, Marechera recordó con cariño:

Viví en Berlín, Berlín Occidental, durante 12 meses. Me invitaron a una conferencia de escritores negros allí, y esa fue la primera vez que conocí a todos los escritores africanos negros que había leído antes: Chinua Achebe, Wole Soyinka, Mongo Beti, estaba también allí Lewis Nkosi, Lewis, por supuesto, mi Dios, estaban todos allí. Yo era el más joven allí y parecía un estudiante que se entrometía en los procedimientos. Esa conferencia fue mi introducción a esas conferencias de escritores. Generalmente no sirven de nada si los escritores han adoptado un programa particular y luego simplemente lo siguen, pero esto fue muy emocionante porque había una división total entre los escritores francófonos y los  anglófonos. Me asombró que todos esos escritores que había estado leyendo y admirando estuvieran tan divididos, ¿simplemente por qué poder colonial los había comido? Bueno, verás que llegué allí sin pasaporte. Me presenté engañando en Heathrow, donde tuve que firmar un formulario de inmunidad.

Marechera había viajado a Berlín Occidental sin pasaporte. Inevitablemente, como en muchas otras versiones, el lugar de Marechera en la literatura africana comienza con la leyenda de alguien que toma riesgos. A su llegada, fue detenido en el aeropuerto, pero un grupo de escritores-activistas luchó por su liberación para unirse al festival. Tan pronto como quedó en libertad, Marechera aprovechó una rueda de prensa organizada para explicar sus circunstancias y anunciarse al mundo de  las letras africanas. En ese momento nació la leyenda de Dambudzo Marechera. La conexión de Marechera con Berlín no comienza con su encuentro con Flora Veit-Wild, quien llevo sus archivos a la ciudad donde también de mala manera se convirtió en un escritor internacional.

Berlín catapultó a Marechera a la cima de la literatura africana como un joven e inusual talento. Con aplausos de Doris Lessing y Angela Carter, su carrera estaba despegando seriamente. Era difícil ignorar su exuberancia y juventud.

La llegada de Nkosi al mismo evento de Berlín fue muy diferente de la dramática entrada de Marechera. Luego de recibir una invitación al Festival Horizonte, no respondió y los organizadores asumieron que no asistiría hasta que de repente apareció. Los organizadores no le habían reservado una habitación y acabó durmiendo en un sofá de la casa de Peter Ripken, uno de los organizadores locales. Después del festival, Marechera utilizo el sofá del piso de Ripken hasta su regreso a Londres unas semanas después.

Desde su primer encuentro, Nkosi comprendió al joven Marechera y lo tomó bajo su protección. Se volverían a encontrar, varias veces. En Londres, se reunían con frecuencia en el Africa Centre, donde Marechera decía: “siempre éramos los últimos en ser expulsados cuando el bar cerraba”. Tras la noticia de la muerte de Augustino Neto en septiembre de 1979, Marechera, Stewart Crehan y Lewis Nkosi organizaron apresuradamente una lectura de poesía en su memoria en el Africa Centre. Y en Harare se unieron en sus vidas posteriores al exilio. En cada uno de estos encuentros siempre hubo bebida y estaban en compañía de otros autores literarios. Cada nueva reunión se vincularía siempre a la última por lo que comenzaban desde donde lo habían dejado. Con el paso del tiempo y estos intermitentes encuentros sociales formaron un fuerte vínculo.

En sus visitas a Harare, Nkosi se reuniría con Marechera y ocasionalmente en su apartamento. En privado se sentaban en el dormitorio de Marechera en Sloane Court, en el barrio de Avenues, bordeado de jacarandás, donde bebían, hablaban y reían juntos. Pero en público, Nkosi tuvo que salir siempre en defensa de su joven amigo, que era petulante, provocativo y siempre estaba en peligro de ser golpeado o arrestado. Nardine Gordimer recuerda uno de esos eventos en la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Zimbabue en 1983, cuando Marechera peleó con los organizadores porque estaban avergonzados por sus abucheos a políticos:

Luego, creo que fue al día siguiente, llegó borracho o drogado o ambas cosas y comenzó esa terrible pelea abajo y lo siguiente que escuchamos fue el ruido de sillas rompiéndose… Luego entró en la sala de conferencias y me sorprendió porque era Lewis Nkosi quien, cuando tenía la edad de Marechera era también bastante salvaje, pero ahora había cambiado, se había convertido en el digno profesor y fue él quien realmente se hizo cargo, lo calmó y evitó que la policía lo arrestara. Entonces no pude evitar pensar, bueno, tal vez Marechera se vuelva menos exhibicionista, se centre más en su trabajo y se olvide de presentarse como una especie de personaje Baudlairiano. Pero, por desgracia, no vivió lo suficiente para hacer lo que Lewis había hecho: transformarse a sí mismo.

Marechera se sintió siempre frustrado por la falta de interés de Harare en escribir como un proyecto intelectual y encontraba el escribir político aburrido y predecible. No deseaba formar parte del ejército de la maquinaria propagandística del nuevo Zimbabue. Su intento de liderar la Unión de Escritores de Zimbabue fracasó después de perder la votación para el puesto de Secretario General frente a Musaemura Zimunya, y de este rechazo oficial surgió una brecha tan profunda que nunca se reconcilió con el establishment literario.

Fue en parte en este espíritu que organizó una serie de conferencias públicas, que Harare no ha podido repetir desde entonces. Las conferencias permitieron a Marechera llevar sus conexiones a una red literaria internacional más amplia. Su amigo, Lewis Nkosi, asistió a la conferencia inaugural conocida ahora  como “La experiencia de escritores africanos de (sobre) literatura europea”, que Marechera había titulado originalmente “La inutilidad de hablar sobre  realidad africana o europea o Desde Snakes a Soyinka: la experiencia de escritor negro de (sobre) literatura europea”. Nkosi presentó a su amigo:

Buenas tardes damas y caballeros. Es para mí un gran privilegio estar con ustedes esta noche y estar en la ciudad en una ocasión en la que un escritor como Dambudzo Marechera se dirigirá a ustedes. Ha sido un buen amigo mío desde la época de Londres. Comparto algunas de sus preocupaciones en literatura y sé que es uno de los escritores más preciados, a veces no en los círculos correctos, pero ciertamente es el escritor joven más preciado. Seguimos diciendo joven escritor, tal vez ya no sea joven [Marechera se ríe al fondo]. Creo que es un hombre que representa la verdadera integridad en la producción de literatura. Y cuando hablo de verdadera integridad, me refiero a un escritor que no intenta simplemente representar lo que tan oblicuamente llamamos realidad, sino alguien que también produce realidad. En otras palabras, estoy diciendo que Dambudzo Marechera es un escritor muy interesado en la producción y no en la reproducción. Hay muchos escritores que simplemente quieren reproducir la realidad en las calles en la esperanza de que van a decir algo importante. Ha escrito una serie de obras que estoy seguro que todos conocéis, que no necesito repetirlas. Él vendrá a hablarles esta noche sobre lo que acaba de susurrarme al oído bajo el título «La inutilidad de hablar sobre la realidad africana o europea», y estoy seguro de que para cuando abandonen esta sala, esta noche, quedarán cautivados por lo que Dambudzo Marechera va a decir.

Más allá de influencia de espontánea prosodia bop, la formidable voz e intelecto de Marechera –a veces dulce, enojado, escandaloso y profético– ha informado un discurso crítico y contracultural en Zimbabue y más allá. Su novela corta de 1978, House of Hunger, es una mordaz jeremiada contra la destrucción de “las mejores mentes de [su] generación” que continúan presidiendo sobre las ruinas de Zimbabue. Marechera cambió para siempre nuestra noción de lo que es la literatura africana.

Tinashe Mushakavanhu

Fuente: Africa is a Country

[CIDAF-UCM]

 

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Autor

  • Tinashe Mushakavanhu nació en Harare, Zimbabue. Es escritor, editor y académico que reside en St Anne's College, Universidad de Oxford. Anteriormente, fue becario postdoctoral en el Instituto Wits de Investigación Social y Económica (WiSER) de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica. Tiene un doctorado en inglés de la Universidad de Kent. (Fuente: Wikipedia) @tinsmush

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