Con esposas y grilletes en una prisión africana, el antiguo soldado de las SAS, que intentó derrocar al Gobierno de Guinea Ecuatorial, con un golpe de estado, alegó que el principal instigador de la trama fue el millonario libanés, residente en Londres, Ely Calil. En su primera entrevista desde su arresto en Zimbabue, en 2004, Simon Mann también declaró que Mark Thatcher formaba parte del equipo. Tatcher se declaró culpable en 2005 en Suráfrica de ayudar a fletar un helicóptero que, estuvo de acuerdo, “podía ser utilizado para actividades mercenarias”.
A pesar de los temores a que fuese maltratado, después de haber sido extr5aditado secretamente desde Zimbabue a la capital de Guinea Ecuatorial, Malabo, en enero, Mann, de 55 años de edad, apareció hablando en las noticias del Canal 4 británico, relajado, con un uniforme gris, en la prisión de Black Beach. Por primera vez, admitió que estuvo involucrado en el intento de derrocar al Presidente Teodoro Obiang Nguema. “Yo era el director, no el arquitecto, no el hombre principal”, declaró.
Calil, que cuenta entre sus amigos a políticos tanto torys como laboristas, ha negado en repetidas ocasiones su implicación, aunque Mann le había nombrado en una confesión en la cárcel de Zimbabue, de la que después se detractó. La confesión se hizo bajo coacción, pero era cierta, ha declarado. En un comunicado para Canal 4, Calil dice: “no tengo ninguna relación ni ninguna responsabilidad por el supuesto intento de golpe de estado”.
Mark Thacher, al que se le puso una multa de 4.320.184 rands (moneda de Suráfrica. Algo más de medio millón de euros), y se le condenó a cuatro años de suspensión, ha declarado que no tiene nada que añadir a lo que se dio a conocer públicamente cuando llegó a un acuerdo con el fiscal reconociéndose culpable de parte de las acusaciones.
Aparentemente, disipando el mito que ha ido creciendo sobre el ataque fallido, Mann declaró que el J. H. Archer que figura en los informes como el que dio dinero a su compañía, no es el deshonrado lord, Jeffrey Archer. El nombre del novelista y el de el antiguo ministro laborista, Peter Mandelson, han sido incluidos en este extraordinario reparto de personajes en la historia, porque los dos eran amigos de Calil. A la pregunta de si estos dos tenían alguna relación con el asunto, Mann respondió: “Ninguna en absoluto. Dios sabe de dónde ha salido eso”.
Mann, que se enfrenta a una condena a cadena perpetua por cargos de “conspiración terrorista e intento de asesinato a un presidente”, declaró que fue estúpido al seguir adelante con semejante plan. Él y otros 67 mercenarios surafricanos fueron arrestados en el aeropuerto de Harare, en marzo de 2004, cuando aterrizaron para recoger allí armas ilegales. Fue condenado a siete años de prisión, que quedaron reducidos a cuatro. Hasta ahora ha mantenido que se dirigía a la República Democrática del Congo, para proteger una mina de diamantes. “Fue una cagada”, declara. “Me culpo a mi mismo por no decir simplemente: ‘Basta’. Fui un maldito estúpido. Me arrepiento terriblemente. Vas a cazar tigres y nunca esperas que te gane el tigre. Llevo cuatro años diciendo cuánto lo siento a todo el mundo”. No obstante, volvió a asegurar que España y Suráfrica estaban a favor del plan.
La entrevista, grabada hace dos semanas, fue emitida después de que la mujer de Mann, Amanda, y su abogado de Londres ganaron un requerimiento judicial en el Tribunal Superior. Reclamaban que Mann había sido forzado a hablar por las autoridades de la prisión. Pero, según el canal 4, la batalla legal terminó de manera dramática cuando la hermana de Mann, Sarah Grootenhuis, volvió al Reino Unido tras haber visto a su hermano en la cárcel de Malabo la semana anterior. Sarah acudió al tribunal supremo para confirmar que Mann quería que se emitiese la entrevista.
Documentos que se han ido filtrando desde el intento de golpe de estado, demuestran que Mann esperaba ganar 15 millones de dólares y dirigir el país y sus beneficios petroleros a través de una compañía comercial. En la entrevista admite que las motivaciones eran “el dinero y los negocios”. Pero añade “La primera razón era ayudar al pueblo de Guinea Ecuatorial, que lo estaba pasando muy mal”.
Puede que en beneficio de sus captores, el fiscal general y el Ministro de Seguridad estaban en la misma estancia de la entrevista, declaró que Calil y Severo Moto, el político guineano en el exilio en España, a quien pensaban instalar como nuevo líder, le engañaron con respecto al país. Dijeron que las condiciones eran “diabólicamente malas”. Los temores de una aterradora tortura eran infundados. “Me han tratado bien. Mi acomodación es buena, hay agua, comida y no me encuentro bajo coerción”.
Se quejó de su violenta y secreta extradición desde Zimbabue, que tuvo lugar la noche antes de que se completase su proceso de apelación. Asegura que fue secuestrado. Su traslado fue también duramente condenado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. “Tenemos serias preocupaciones sobre la legalidad de todo esto bajo la ley nacional e internacional”, según un portavoz. Casi todo el mundo cree que la extradición fue un acuerdo político. Después de que el intento de golpe de Estado fuese abortado, Obiang acordó enviar por barco petróleo a Zimbabue, para ayudar a la maltrecha economía de Robert Mugabe. Los dos hombres de estado se convirtieron en aliados.
El juicio contra Mann, que probablemente sea breve por su cooperación, se espera que comience en las próximas semanas. El Fiscal general de Guinea Ecuatorial, el general José Olo Obono, ha dicho que tendrá un juicio transparente. Para evitar acusaciones de parcialidad, el Gobierno prometió que este juicio será observado por un juez elegido por el Presidente de la Unión Africana, que actualmente es el Presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete.
Principales actores
Ely Calil: el magnate libanés, de 62 años, que ha sido acusado de financiar el golpe fallido, una acusación que él desmiente. El mote que le puso Mann es “Smelly” (oloroso), según desveló en una carta escrita desde la cárcel en Zimbabue, en marzo de 2004. “Nuestra situación no es buena… No hay respuesta de Smelly, y ¡“Scratcher” (el que rasca) les ha pedido que vuelvan a llamar cuando haya terminado el ‘Grand Prix’!”.
Mark Thatcher: (“Scratcher”) Conoció a Mann cuando ambos vivían en Suráfrica. Cinco meses después del golpe abortado, fue arrestado en su casa de Ciudad del Cabo. Su defensa llegó a un acuerdo con el fiscal y obtuvo una multa de 4.320.184 rands y una sentencia de cuatro años de suspensión.
Jeffrey Archer: Cuatro días antes de que el golpe fracasase sobre el asfalto del aeropuerto de Harare, se hizo un depósito de 135.000 dólares americanos en la cuenta de la compañía anglonormanda de Mann, Logo Logistics. El dinero provenía de J. H. Archer. Sus abogados publicaron un desmentido cuidadosamente redactado.
Simon Mann: El mercenario, de origen de clase media alta inglesa, se aventuró a entrar en la política africana en 1991, cuando se asoció con una organización de mercenarios surafricanos, Executive Outcomes, para recuperar las maquinarias de perforación que se habían llevado los rebeldes en Angola. El 7 de marzo de 2004, él y otros 69 mercenarios surafricanos fueron arrestados en el aeropuerto de Harare. Mann fue condenado a siete años de prisión, reducidos después a cuatro. El mes pasado fue extraditado a Guinea Ecuatorial.
David Pallister
http://www.guardian.co.uk/world/2008/mar/12/equatorialguinea
Artículo recogido del diario Surafricano ‘Mail & Guardian’, sección Top Story, el 12 de marzo de 2008.