El pasado jueves 12 de enero se celebró según el calendario bereber el año nuevo, conocido como “Yennayer”, que corresponde al año 2.965.
“Yennayer” se celebra entre los bereberes del Norte de África y da lugar a fiestas populares y comidas en familia con menús específicos, como el cuscús con salsa de 7 legumbre o comer carne de ave ¡y nada de picante para que el año sea dulce! Pero además del aspecto festivo y familiar, existe detrás (aunque no siempre) una reivindicación de la identidad bereber (o amazight) frente a la árabe. En algunos casos se insiste en la existencia de una cultura preislámica y se rechaza a ésta al mismo tiempo. Aunque la inmensa mayoría de los bereberes se consideran musulmanes de religión, no se sienten de raza ni cultura árabe. Fuera de las celebraciones ligadas a las cosechas y el pastoreo, “Yennayer” es una de las pocas fiestas preislámicas que cuentan con gran arraigo popular, como es el caso, en Egipto, del “sham el nesim” de origen faraónico y que es la única fiesta egipcia que no está vinculada ni al calendario musulmán, ni al cristiano ni a celebrar ninguno de los hitos políticos del país del Nilo.
En realidad la palabra “Yennayer” proviene del latín “Ianuariu” (Enero) y fue el segundo rey de Roma, Numa Pompilius (muerto en 672 a.C), quién instituyó dicho mes como el primero del calendario romano, que se propagará más tarde por todo el Mediterráneo, y en consecuencia, entre los bereberes del Norte de África. Se llega al año 2.965 si se suman (o restan) los 2017 años de la era cristiana + los 950 años a.C en los que la leyenda sitúa el evento + las diferencias entre los calendarios antiguos y los actuales + las diferentes reformas occidentales (esencialmente la gregoriana) y de los turcos (que ocuparon una parte del Norte de África).
Una vez más: Feliz año nuevo, o dicho en bereber “Assegwas Ameggwas”.
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