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Inicio > REVISTA > Cultura > Cuentos y relatos africanos > ![]() ![]() Ayibu Makolo Escritora. Sus relatos narran historias y experiencias personales. Sus cuentos son publicados tanto en la red como en revistas impresas de Europa y África. @AyibuMakolo Un punto de vista diferente, por Ayibu Makolo
13/07/2015 - Onojo nació un día de mercado. Había llovido tanto durante dos días que no había ninguna manera de conseguir transporte alguno para ir al centro de maternidad en la cuidad. El vecino de Noka, Alime, no tuvo ninguna elección y la llevó a la asistente de maternidad tradicional que vivía a cinco minutos de su calle. Mientras que masticaba hojas verdes, la primera cosa que la asistenta dijo al tocar la barriga de Noka fue: ´Este bebé va a ser especial´.
Y fue verdad, ya que los dolores de Noka pararon y volvió a casa. Esa noche le contó la historia a su marido, un granjero que plantaba batatas y yucas en la tierra de la familia, a unos 20km de su casa. Era un hombre trabajador y su cosecha duraría más de medio año sino fuera porque tenían 8 hijos a los que alimentar.
Los dolores de parto volvieron a comenzar al día siguiente. Ujah, el marido de Noka, que prefería marcharse hacía la plantación al amanecer para evitar el fuerte sol, había salido ya de casa. Los dolores no duraron mucho tiempo y en cuanto llegó a la casa de la asistente de maternidad tradicional le informó de que estaba segura que ya había llegado la hora de dar a luz. La asistente comenzó a susurrar encantamientos mientras aplicaba una mezcla en la barriga de Noka; todavía estaba aplicando la mezcla cuando el bebe de Noka salió hacia la bolsa de hierbas. Onojo no lloró al principio. La asistente golpeó al bebe tan fuertemente en las nalgas, que se podían ver las marcas de sus dedos en la piel del pequeño. Pero Onojo seguía sin llorar. La asistente hizo sonar la alarma y su jefa entró corriendo y roció el aire con polvo que picaron a las fosas nasales como pimiento amarillo; y Onojo estornudó inmediatamente y comenzó a llorar. Era de verdad tan pequeño que parecía una de las bolsas que Igbo Paul vendía en su tienda en frente de la casa de Noka. Noka supo entonces que su tamaño fue la razón por la cual las enfermeras del hospital no le creyeron cuando las dijo que estaba de más de 9 meses. "Este no es ni el primero, ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto, ni el quinto embarazo" le dijo Noka a la enfermera mientras contaba con sus dedos. Otra cosa que Noka notó mientras su bebe crecía era que las manos y los pies de Onojo se inflamaban de vez en cuando. A ninguno de sus otros hijos le pasaba algo que fuera similar. Un día, cuando la inflamación estaba fatal, Noka llevó a Onojo a la farmacia. Pero lo único que le dijo el farmacéutico fue que se dejara de preocupar y le diese bien de comer a su hija y todo se arreglaría. Pero una mañana que la inflamación había triplicado el tamaño habitual, Noka llevó a su bebe al Profeta del pueblo, que era conocido por sus poderes sobrenaturales. Podía ver el futuro y también el pasado. Se decía que era capaz de curar cualquier enfermedad. Noka estaba convencida que podía ayudar a Onojo.
Noka no respondió.
Este hombre tiene que ser un verdadero hijo de Dios. Ha conseguido que Onojo deje de llorar y se había quedado dormido durante los rezos. Esto era una clara confirmación de los poderes del profeta. Después de contarle a su marido la visita al profeta, este le contestó desinteresadamente que porque estaba obsesionada con las manos de la niña.
Después de dos semanas, Noka volvió a ver al profeta, que le dijo que la familia del agua de Onojo le quería de vuelta y que podía negociar con ellos si Noka le pagaba 20,000 Naira.
En cuanto empezaron las lluvias, la niña se puso mala otra vez, y fue hospitalizada durante cuatro días.
Al día siguiente Noka se dirigió hacía el profeta y le dijo que si le podía dar 5000 Naira porque no tenía más. El profeta le dijo que claramente no se estaba tomando la enfermedad de su hija seriamente. Noka se dirigió hacía el hospital, donde había por lo menos 50 personas esperando para ver al doctor. Cuando finalmente le tocó, este le comunicó que su hija padecía una neumonía severa.
A partir de esa pregunta Noka dejó de escuchar al doctor y se convenció que el profeta tenía razón, ya que había dicho que Onojo era un niño del mar. Incluso este doctor que no era un profeta había confirmado lo que le había dicho. Lo único que ahora preocupaba a Noka era intentar escaparse con su hija del hospital para poder llevarla con el profeta, ya que sabía mucho más que este doctor que no tenía ni idea y solo utilizaba palabras formales. Las palabras formales no curaban, pero los poderes sobrenaturales sí. Autora: Ayibu Makolo Fuente: Brittle Paper. Para ver artículo completo en inglés visitar http://brittlepaper.com/2015/01/point-view-ayibu-makolo-african-story/#sthash.5lX8wyCa.dpuf Traducción: Claudia Velilla Zuloaga
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