Decía un tal José Martí que la libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía. Razón por la que seré meridiano y como apenas puedo representarme a mí mismo, no incluiré la habitual referencia al Centro de estudios africanos de la ULL. Sí bien es cierto que a la desesperación por huir del hambre y la miseria no hay alambrada o muro que se le interponga, no lo es menos, que sería un grave y peligroso error enviar un mensaje de puertas abiertas. Aun así, lo que viene aconteciendo en Ceuta y Melilla trasciende el mero hecho de la soberanía nacional. Las ciudades autónomas son el linde más meridional de Europa y a la vez espacios con limitados recursos de acogida.
Allende de las fronteras de los hombres, la vida humana en la mar es una prioridad absoluta. La Guardia Civil realiza una labor encomiable y muchas vidas ha salvado; acusarla de violencia, ya no sólo es un acto de hipocresía o un signo más de populismo al que este corral político nos tiene habituados, sino un ejercicio de cobardía y un malnacido el que lo perpetra.
Ajeno a yihad alguna, el inmigrante desesperado es una víctima de su entorno y de nada es culpable; y aquí, aquellos estúpidos, que detrás del parapeto del islamismo se escudan, ni de esto entienden ni saben; pues la inmensa mayoría son desgraciados que ni para comer tienen y que en busca de pan, a las orillas de Europa arriban.
El plan Africa de aquel trasnochado y su cortezuela de monigotes osaba solucionar las complejas realidades africanas a base de limosnas maquilladas como ayudas al desarrollo. Lamentable. No hemos comprendido nada y en pañales respecto a las necesidades africanas aún estamos. Y ahora, a la Union europea y su política de inmigración ilegal le toca: un pozo de hipocresía. Bruselas prioriza las relaciones con Marruecos y le importa un bledo que la frontera con Argelia sea un cementerio anónimo del que nada dicen los telediarios; que la gendarmería marroquí sea un alumno aventajado de la Gestapo; o que más al sur, miles de subsaharianos lleguen zarandeados a manos de los nuevos tratantes; y estos últimos sí que saben algo de islamismo.