Un periodista tunecino ha quedado en libertad ocho meses después de que fuera detenido. Tras ser excarcelado el lunes 21 de julio de 2008, Slim Boukhdir indicó que el ministro de Justicia le había concedido la libertad condicional. No le dieron más explicaciones. La concesión de la libertad condicional se ha debido al parecer a su “buen comportamiento”. Le han comunicado que, si es declarado culpable de un delito similar a aquél por el que fue condenado, tendría que cumplir el resto de la pena.
Tras ser detenido el 26 de noviembre de 2007, fue acusado de “insultos a un agente público en el cumplimiento de sus funciones”, “violación de la moral pública” y “negativa a mostrar su documento de identidad”. El 4 de diciembre lo condenaron a un año de cárcel en un juicio celebrado en la localidad de Sfax, al que asistió como observadora Amnistía Internacional. El juicio se desarrolló sin las debidas garantías, y la organización lo consideró un preso de conciencia y se movilizó para conseguir su excarcelación.
Amnistía Internacional señaló que la condena era “otro intento de las autoridades de sofocar las críticas ejercidas de forma pacífica” y que al parecer su propósito era enviar un “mensaje estremecedor” a las voces independientes de que no se tolerarían las críticas a la política del gobierno ni a las acciones del presidente Ben Ali o de sus familiares.
Slim Boukhdir escribía sobre todo para medios de información en lengua árabe, como Al-Arabiya.net y el diario londinense Al Quds Al Araby. En mayo de 2007, después de que concediera una entrevista a Al Hiwar (Diálogo), canal por satélite radicado en Londres, recibió amenazas telefónicas anónimas procedentes –según él– de agentes de los servicios de seguridad. En dicha entrevista había manifestado que un pariente del presidente Ben Ali debía asumir la responsabilidad de la estampida que se había producido en un concierto organizado por él, en la que resultaron muertas siete personas.
Amnistía Internacional ha acogido con satisfacción la excarcelación, pero ha pedido a las autoridades tunecinas que, con arreglo a sus obligaciones internacionales, permitan a los periodistas trabajar sin ser objeto de intromisiones o actos de hostigamiento y sin el temor a ir a la cárcel, y que garanticen la libertad de expresión.
(Amnistía Internacional, 22-07-08)