Un país, un hombre, por Juan Tomás Ávila Laurel

6/11/2018 | Bitácora africana

obiang_nguema-7.jpg ¡Un!,¡hombre!, ¡un país, ¡un partido! es una parte de los llamativos eslóganes que los seguidores del partido único en el poder utilizan para asegurar la sumisión de los que quieren arrimarse a los favores del poder. En realidad el PDGE no funciona como un partido, sino como un grandísimo y nacional club de seguidores del dictador-general-presidente Obiang.

En efecto, desde que Guinea Ecuatorial asumió su independencia está sometida al poder arbitrario y absoluto de un hombre, de dos, en concreto. Primero fue Macías, luego le siguió Obiang. Con el primero inauguramos la época en que cien kilómetros de carretera se podían cerrar a la circulación porque por ellos iba a circular el “único milagro de Guinea Ecuatorial”. Pero nadie tenía la información de cuándo se iba a producir el tránsito de aquel hombre tan poderoso, así que a ninguno de los que vivían su grandeza les podía molestar que un autobús lleno de pasajeros quedara paralizado en cualquier pueblo porque se había dado la orden de despejar las carreteras. Con Obiang la cosa no mejoró. Habiendo más coches en las ciudades, no les tiembla el pulso cuando mandan cortar la principal arteria porque por ella va a circular, cuando quisiera, “el mejor hombre”.

Macías siguió con aquella vida y soltando muchas tonterías por la boca hasta que lo cogieron y lo fueron a fusilar. Cierto que los que creen que mejor conocen las cosas dicen que los poderosos de entonces lo comieron para hacerse con su fuerza. Sí, su fuerza. Hasta ahora nadie ha preguntado por esta fuerza supuesta. Luego saltó a la silla el dictador actual, Obiang.

Si no existiera la corrupción y los mejores puestos del país no fueran para los familiares de este presidente, y del anterior, se diría igualmente que tenían y tienen al país como su parcela. Como si por los avatares de la historia alguien le regaló esto que llaman Guinea Ecuatorial y por esto puede disponer de ella a su sucio antojo. Y lo peor es que estos dos hombres ni son listos ni eligen a los que podríamos considerar listos, de modo que desde el año 1968 el saber no ocupa ningún lugar en este país.

Y no sabemos si es como consecuencia de este hecho del escaso saber que la idea de unicidad no solamente se refiere a la persona de estos mandatarios llamativamente ignorantes sino que el concepto de unidad, el ser uno, es el más valorado en el país. Así, si se cantaba que era el candidato único, referido a Obiang, todos los nacionales del país tienen en alta estima la idea de la unidad nacional, cuando el sentido común exige que se entienda como muy mala señal que mandatarios tan afectos de costumbres tan inhumanas puedan reclamar la unidad de nada, siendo, al final, los beneficiarios únicos de todos los recursos habidos. Pero es que la población es igual de ignorante que los que mandan, así que por la vía de la unidad nacional, pregonada desde la oposición más cercana a la expatriada, existe una comunión de ideas con el poder vigente, el del único hombre. Por pura ignorancia, cortaron una de las únicas vías de ruptura con este régimen de calamidad.

Este tema, como los anexos, no es baladí, pues a diario nos hacemos la pregunta de qué aliciente tienen los guineanos para soportar los abusos de un régimen que les mantiene en cualquier tipo de miseria. No tenemos beneficios económicos, no gozamos de los beneficios de la creatividad, no hay promoción del arte ni la cultura y estamos siendo engordados para merecer el rechazo de la pujante xenofobia y el racismo mundial. ¿Por qué estos hechos tan determinantes para nuestra supervivencia como individuos no nos permiten emprender una acción contundente para librarnos del sentimiento de unicidad que nos oprime? Una de las razones de la inacción tiene sus raíces en los cantos de sirena de muchas personas interesadas en sacar tajada de la situación.

Por ahora no señalaremos a nadie, pero sí diremos que lo ideal sería que los políticos guineanos que esperan ser los escogidos por un misterioso poder para suceder a los únicos con que iniciamos esta penosa andadura se pusieran en fila, uno detrás de otro, y esperaran que el destino señale a quien vaya a ser el elegido. ¿En qué descansa este deseo? En el recuerdo de que desde que iniciamos nuestro recorrido histórico como país independiente no ha habido ninguna institución, o grupo de ciudadanos, que ha impedido a los dos alabanzados jefes a hacer lo que han querido. Y es que han hecho, siguen haciendo, para nuestro pasmo, vergüenza, y dolor, lo que les ha dado la testosterónica gana, y en cualquier materia, de las tantas que ignoran para el buen manejo de nuestro país. Al hacer somera alusión a los partidos políticos guineanos, queremos resaltar que no solamente son partidarios de la idea de la unidad nacional, sino que comparten igualmente los sentimientos por los que un hombre solo puede alcanzar tal excelencia en política que puede llamarse el único, pero desconociéndolo todo.

Este último punto es importante, pues si bien sabemos que no entenderán sobre nuestra llamada a no sentirse con razones especiales para ser los elegidos, y de ahí que cada uno se pusiera detrás del otro para esperar el dictamen de la historia, sí sabemos que entre ellos existe este sentimiento de que un solo individuo puede constituirse en colectivo, de manera que una sola cabeza puede proclamarse partido político y apoyar las arbitrariedades de Obiang, sin que otro grupo le afee por ello. Es este punto el que les hace corresponsables de los abusos de Obiang, y por el que podrían proclamarse un día, personas políticamente excepcionales y sin que les tiemble el labio. Ya lo ven, no hemos inventado nada que no pueda demostrarse siguiente los hilos racionales correspondientes.

Que los políticos no tengan ningún razón para emprender una acción contundente contra el régimen lo entendemos, y a raíz de los análisis anteriores, pero proclamar que no queda ningún margen para la inacción es la única manera de reclamar nuestra humanidad. Es decir, para ir cerrando, o el país es una república, y nos toca luchar por ella, o es de un solo hombre, ahora Obiang, así que tenemos que aguantar. Juzgad vosotros, pues, según vuestra conciencia.

Original en : FronteraD

Autor

  • Ávila laurel , Juan Tomás

    Juan Tomás Ávila Laurel, escritor ecuatoguineano nacido en 1966 en Malabo, de origen anobonés, actualmente reside en Barcelona. Su obra se caracteriza por un compromiso crítico con la realidad social y política de su país y con las desigualdades económicas. Estas preocupaciones se traducen en una profunda conciencia histórica, sobre Guinea Ecuatorial en particular y sobre África en general. Tiene más de una docena de libros publicados y otros de inminente publicación, entre ellos las novelas y libros de relatos cortos La carga, El desmayo de Judas, Nadie tiene buena fama en este país y Cuentos crudos. Cuenta también con obras de tipo ensayístico, libros de poemas y obras de teatro.

    En Bitácora Africana incorporamos el Blog "Malabo" que el escritor realiza para la revista digital FronteraD. Desde CIDAF-UCM agradecemos a la dirección de FronteraD y a Juan Tomás Ávila Laurel la oportunidad de poder contar en nuestra Portal del Conocimiento sobre África con esta colaboración.

    @Avilalaurel

    FronteraD - @fronterad

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