“La reciente ola de violencia en Juba es un grito de protesta nacional”, afirma Barani Eduardo Hiiboro Kussala, obispo de Tombura-Yambio, en su mensaje titulado “Curar a nuestros hijos e hijas heridos”.
“Lo que está sucediendo no es solo un crimen. Es un grito. Es un síntoma. Una señal de que algo profundo y peligroso se está revelando en el alma de la nación”.
El obispo se refiere a los recientes hechos ocurridos en la capital de Sudán del Sur, en particular a la violación de una joven de 16 años por parte de una banda de jóvenes bajo los efectos de sustancias estupefacientes. El vídeo de la agresión sexual fue posteriormente publicado en internet. Más tarde se descubrió que la víctima pertenecía a una banda rival y que la violación y el vídeo eran un acto de venganza.
El vídeo causó revuelo y las autoridades se vieron obligadas a intervenir, deteniendo en Juba a unos 600 jóvenes pertenecientes a diversas bandas criminales, aunque poco después liberaron a la mitad de ellos sin presentar cargos.
Según el obispo de Tombura-Yambio, el fenómeno de las bandas juveniles afecta a todo Sudán del Sur y no solo a la capital:
“Hay que ser sinceros: Juba es solo la punta del iceberg. Desde Nzara hasta Malakal, desde Wau hasta Torit, desde Yambio hasta Renk, desde Bor hasta Yei, las bandas, la violencia, las adicciones y los traumas se están extendiendo silenciosamente”.
“Estamos sentados sobre una bomba de ira juvenil y de familias en colapso lista para explotar, en medio del silencio nacional”.
“¿Cómo podemos detener todo esto?”, se pregunta Hiiboro. “Con compasión. Con audacia. Con amor profundo y paciente”, responde el obispo, criticando la respuesta violenta de las fuerzas de seguridad.
“Las armas no pueden curar los traumas. Las cárceles no pueden devolver un propósito a la vida”.
El obispo sursudanés cita un ejemplo en el que una respuesta exclusivamente policial y militar a la proliferación de las bandas juveniles ha ampliado el fenómeno en lugar de reducirlo: “El Salvador lo intentó con una represión militar (operación ‘Puño de Hierro’). Las bandas crecieron”. En otras situaciones, un enfoque diferente ha permitido la recuperación de los jóvenes, como en Kenia, donde “el Mathare Social Justice Centre emplea a antiguos miembros de bandas como mentores en los barrios marginales”, o en Colombia, donde las autoridades “han ofrecido a los líderes de las bandas educación, trabajo y dignidad, convirtiéndolos en constructores de paz”.
A partir de la experiencia de estos ejemplos, Hiiboro propone crear zonas seguras en todo el país donde se establezcan centros de formación para los jóvenes, involucrando a las iglesias y mezquitas, además de a las familias de los jóvenes. También es necesario reformar el sistema judicial y la policía. Por último, el obispo de Tombura-Yambio espera una campaña de solidaridad nacional en favor de la “juventud perdida”.
L.M.
Fuente: Agencia Fides
[CIDAF-UCM]
