#MeToo
La activista afroestadounidense Tarana Burke fue la primera que utilizó “Me Too” para referirse a los abusos sexuales sufridos por mujeres. El #MeToo, hashtag incluido, apareció después de que el 5 de octubre de 2017, The New York Times publicase una investigación de Jodi Kantor y Megan Twohey sobre las denuncias de acoso sexual contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein. Y fue un tuit de la actriz Alyssa Milano el que, diez días más tarde, haciéndolo viral, lo lanzó a las redes sociales: «Si te han acosado o agredido sexualmente, escribe ‘me too’ en respuesta a este tuit». Se abrían así las compuertas del movimiento #MeToo.
En el mundo musulmán, las primeras reacciones ante el naciente movimiento fueron mixtas. Fue negativa la de Daniel Reza Haqiqatjou, escritor, orador y polemista musulmán estadounidense, interesado en temas relacionados con los musulmanes y la modernidad. En Muslim Skeptic, sitio web y canal de YouTube que creó en 2016, Haqiqatjou escribía el 17 de octubre: “Los musulmanes deben evaluar si quieren subirse al carro de cada una de las causas feministas liberales que aparecen en la escena de las redes sociales”. Se ve, una vez más, que “a los liberales les gusta moralizar y pontificar sobre todo lo que hay bajo el sol, y esta vez lo hacen usando el lenguaje de la violación”. “¿Cómo lidiaban tradicionalmente las sociedades musulmanas con el acoso? Según mi abuela, solo eran acosadas las chicas que se vestían provocativamente”. “Debido a la estructura de familia extendida de las sociedades islámicas, las personas se conocían y estaban cerca unas de otras física y socialmente. Este sistema holístico de apoyo familiar mutuo protegió a las mujeres y a los hombres de los comportamientos sexuales destructivos”.
Diferente fue la reacción de Jalal Baig, médico y académico en la Universidad de Illinois en Chicago. Las acusaciones de violencia sexual en Francia en 2017 habían marcado el inicio de la caída en desgracia de Tariq Ramadan, pensador musulmán suizo, nieto del fundador de los Hermanos Musulmanes en Egipto Hassan al-Banna, profesor en Oxford en los años 2000, y una de las 100 personas más influyentes en el mundo en 2004 según Time Magazine. Comentando el hecho en The Atlantic, Jalal Baig escribía el 21 de diciembre de 2017: “Ahora que el movimiento #MeToo revela los nombres de presuntos depredadores sexuales en la política, los medios de comunicación y los negocios, y el #ChurchToo se hace tendencia en Twitter, también los musulmanes están lidiando con nuevas acusaciones contra hombres venerados”. Pero las mujeres que levantan esas acusaciones “se enfrentan a presiones diferentes a las de Hollywood, los medios de comunicación o incluso otros grupos religiosos”. Y sugería: “Ahora que acaba el año, se ofrece a los musulmanes la oportunidad de abrazar una práctica necesaria y liberadora. Nuestra fe no debe depender de predicadores y eruditos individuales; por el contrario, debe establecerse independientemente de ellos. En la medida en que confiar en los líderes individuales refleja una necesidad humana inmutable, debemos asegurarnos de que nuestros líderes reflejen nuestra diversidad y rindan cuentas. Esto requiere incluir a más mujeres líderes en nuestros espacios religiosos”.
El impulso hacia un MeToo musulmán semejante al #ChurchToo mencionado por Jalal Baig, se aceleró cuando el 19 de febrero de 2018, la escritora y feminista egipcio-estadounidense Mona Eltahawy escribió en el Washington Post que en 1982 había sido agredida sexualmente durante el Haj, la peregrinación musulmana a la ciudad santa de La Meca. Nació entonces el #MosqueMeToo, que ha ido recogiendo los testimonios de otras mujeres que han subido abusos en el Haj, o en el ámbito de las mezquitas, especialmente durante sesiones de “roqya” (especie de exorcismo). #MosqueMeToo ha sido un acicate que ha llevado a reaccionar a los miembros del Conseil Français de l’Imamat et de la Prédication (CoFIP), fundado en enero de 2024. Lo que pueda ocurrir en Francia, con entre 8-10 % de musulmanes, un número de practicantes que ya supera al de los católicos, y numerosos intelectuales musulmanes abiertos a la modernidad, puede ser importante para el resto del mundo musulmán. En un comunicado del 19 de diciembre de 2024, el CoFIP declaraba entre otras cosas: “El «Me Too» ha permitido denunciar públicamente los abusos sexuales y la violencia en muchos sectores de la sociedad. En realidad, ningún componente social escapa a esta violencia, y ahora comienzan a surgir varios casos dentro de la comunidad musulmana en Francia”. “Nos comprometemos a luchar contra todas las formas de violencia y abuso, apoyando a las víctimas y trabajando para proteger a los más vulnerables de nuestra sociedad.” Y dado que testimoniar en las redes puede dar lugar a represalias, la CoFIP pide a las víctimas de abuso sexual o violencia “que remitan el asunto a las autoridades judiciales competentes, que son las únicas autorizadas para establecer la verdad e impartir justicia de acuerdo con las normas del procedimiento penal”.
No será fácil, se explica Rachida en Mizane.info, un sitio de reflexión, información y análisis dedicado al Islam y al mundo musulmán. Rachida trabaja desde hace 22 años como responsable asociativa en mezquitas y estructuras musulmanas, donde se ha enfrentado a situaciones de abuso e incluso a algunos casos de gran violencia que involucraban a líderes religiosos y fieles. “Porque además de este tipo de violencia, hay otras, que son fuente de enormes dramas familiares: violencia doméstica con amenazas de muerte, el secuestro de niños por parte de uno de los cónyuges, las fugas, las niñas que terminan en la calle y hasta las amenazas a la práctica religiosa, incluso dentro de familias musulmanas”.
Ramón Echeverría
CIDAF-UCM