Un hombre del sur de Senegal se ha propuesto la ambiciosa tarea de plantar cinco millones de árboles, en los próximos cinco años.
¿Quién es este hombre?
Se llama Adama Diémé y después de ausentarse de su país, Casamance, en Senegal, durante algunos años para trabajar en Europa, volvió a su terruño en el año 20020, con 48 años cumplidos. Al visitar los poblados vecinos observó con sorpresa, que en las aldeas que estaban pobladas con cientos de árboles gigantes, cuando él era joven, ahora solo quedaba un puñado, si es que quedaba alguno. «En algunas aldeas, no puedes encontrar un solo árbol. Los cortan pero no piensan en volver a plantarlos«. Lo más probable es que los árboles fueran talados para construir casas, o hacer carbón. El Sr. Diémé, que ahora trabaja como director de proyectos para una ONG española en Casamance, y también se ofrece como formador agrícola voluntario, está decidido a cambiar ese panorama.
¿Cómo ha comenzó su proyecto?
Como no tenía mucho dinero, comenzó a recaudar dinero, aunque lo primero que gastó fueron sus ahorros 5,000 dólares, para poner en marcha la iniciativa. El segundo paso fundamental fu hacer alianza con las mujeres de todas las comunidades de la región. Sabía que con la colaboración de las mujeres, podría organizar la plantación masiva de árboles. “En el pueblo donde no encuentras mujeres es un desastre; -nos dice-«Pero si vas a un pueblo solo con mujeres, es un paraíso: son muy trabajadoras y trabajan todo el día, todos los días…Si quiere llevar a cabo un buen proyecto, comienza con las mujeres”. Lo que ha hecho es combinar su pasión por plantar árboles a la vez que ayuda a las mujeres a adquirir habilidades para convertirse en agricultoras a pequeña escala, y vender sus productos en los mercados locales.
¿Qué resultados está dando el proyecto?
Se están plantando hasta 12 tipos de árboles, desde palmeras y tamarindos hasta ceibas y limoneros; las variedades dependen de las necesidades de la comunidad y del terreno. En los últimos tres años se han cuidado y echado raíces más de 142.000 arbolitos. «Al principio, no sabíamos cómo plantar las semillas y qué hacer para que los cultivos crecieran«, -dijo una de las mujeres, «Ahora tenemos todo tipo de frutas para vender en el mercado y no dependemos de nadie. Ahora todos tenemos una cuenta en el banco y somos independientes «.
¿Reciben alguna ayuda para el proyecto?
Una ayuda regular es la de dos costureras que cosen camisas con un baobab estampado y las venden por 15 dólares. El proyecto está designado por una palabra del idioma local Jola, que significa “Nuestros Arboles”. Parte del proyecto es plantar baobabs, que pueden vivir en la tierra y en agua salada o dulce, a lo largo de la costa como barrera, para contener la subida del mar que amenaza con inundar algunas aldeas.
Bartolomé Burgos
CIDAF-UCM