Un duro camino por delante para la nueva presidenta de Malaui

11/04/2012 | Crónicas y reportajes

Si la nueva presidenta de Malaui, Joyce Banda, necesitaba un recordatorio de la enorme lista de cosas que hacer, un viaje al supermercado en busca de un paquete de azúcar es todo lo que necesita hacer.

La escasez de los productos básicos del hogar es la última crisis que se suma a la renqueante economía, maltratada por años de escasez de divisas y combustible, que los malauianos esperan que resuelva la recién nombrada presidenta.

“Llevo aquí desde las 6 en punto de la mañana. Hay escasez de azúcar en Malaui, desde hace un mes más o menos”, afirma Moses Tstate, de 32 años, después de casi cuatro horas en una enorme cola para comprar azúcar.

“Es muy frustrante, porque esto se produce en Malaui, pero no se puede encontrar por ninguna parte”.

Los ciudadanos consideran a Banda como una salvadora de los problemas de la ex colonia británica, impuestos por el difunto Bingu wa Mutharika, cuyo gobierno endureció las relaciones con los donantes, provocando recortes en la ayuda oficial. Además, en los últimos meses también se criticaba a este economista sus políticas económicas y el recorte de las libertades.


Llamada a la unidad

La presidenta, de 61 años, ya ha ganado puntos desde que llegó al cargo, el día 7 de abril, al pedir unidad y purgar a los mayores aliados de Mutharika de los puestos de mayor responsabilidad, incluyendo el del jefe de la policía, cuyos hombres mataron a 19 personas el año pasado, durante la brutal represión de las manifestaciones de protesta.

Pero los malauianos, que ya viven en uno de los países más pobres del mundo, también esperan señales de un vuelco económico de la primera mujer presidenta del África Austral.

“¡La presidenta debería centrarse en hacer que los negocios vuelvan a funcionar!, eso es todo”, afirma Daniel Dunga, jefe ejecutivo de la Sociedad de Contables de Malaui. “Eso requiere que se hagan unas cuantas cosas a la vez, pero la principal es la disponibilidad de forex [divisas]. Todo lo demás vendrá después de esto”.

Es clave reparar las dañadas relaciones con los prestamistas y donantes globales, que son la mayor fuente de divisas de Malaui y que son responsables de la mitad del presupuesto del estado.

También será necesaria la devaluación de la moneda nacional, el kwacha, y la revisión de un sistema hostil para los inversores. “La crisis es muy profunda”, añade Dunga, “los negocios están casi totalmente estancados. Simplemente, la economía no se mueve”.

Cambio político

Grupos de la sociedad civil dicen que los malauianos ya sienten algunos cambios políticos.
“Justo ahora ya no vivimos con miedo, de la forma en que lo hacíamos hace tan solo cuatro o cinco días, porque tenemos una nueva presidenta que cree en los principios democráticos”, afirma Undule Mwakasungula, presidente del Comité Consultivo de Derechos Humanos, que había pedido la dimisión de Mutharika.

“Pero creo que la economía necesita un enfoque a largo plazo, económicamente estamos en un lío”.

Banda tiene un historial en grupos de la sociedad civil, criticó abiertamente a Mutharika después de su separación, [Mutharika la echó del partido gobernante]. Pero sus primeras críticas favorables llegan desde Malaui, que ya no está preparado para aceptar malos líderes en silencio.

Las frustraciones en este país normalmente pacífico estallaron el año pasado, derivando en los mortales disturbios. La muerte repentina de Mutharika, el pasado 5 de abril, por un ataque al corazón, se produjo entre fuertes protestas que pedían su dimisión y amenazaban con nuevas protestas.

Colas diarias

Una de las señales más visibles del legado del anterior gobierno son las largas colas diarias con la esperanza de comprar combustible en estaciones de servicio sin reservas. “Estoy usando el combustible que he comprado en lo que llamamos el mercado negro, es tres veces más caro que el de la gasolinera”, afirma un médico de Lilongwe, la capital, Sam Kabota, mientras empaqueta bolsas de la compra llenas de productos.

Banda ha tenido un buen comienzo, afirma el doctor, pero será observada más de cerca”.

Pocos niegan que Banda tenga un difícil camino por delante, con un producto interior bruto de 343 dólares por persona y la caída brusca del tabaco, el principal generador de ingresos de Malaui.

Pero hay muchas esperanzas de que Banda será más responsable que Mutharika, que frecuentemente se daba de cabezazos contra sus consejeros y críticos.

Investigación de la muerte de un activista

Banda también ha anunciado una investigación sobre la muerte, en 2011, de un activista que había criticado al difunto presidente de Malaui.

La presidenta ha dicho que pretende reparar las relaciones con los donantes extranjeros del país y que ha despedido a la ministra de Información y al director general de la Radiotelevisión púbica.

Hablando el día 10 de abril, sobre la muerte del activista de 25 años Robert Chasowa, Banda dijo “Soy madre, y me paso el día imaginando cómo se siente una madre como yo por la muerte de su hijo. La gente no debería ir por ahí matando a otras personas y librarse de ello”.

Chasowa fue encontrado muerto en el suelo en el campus de la universidad de Blantyre. Había sido muy crítico con la administración de Mutharika. Mukhito, entonces jefe de policía, dijo a los periodistas que Chasowa se había suicidado y la policía hizo públicas dos notas de suicidio. Pero los familiares y amigos de Chasowa dicen que él no era suicida, y que la letra de las notas no era la de la víctima.

Autopsia fallida

Bajo presiones públicas, la policía publicó un informe de autopsia que afirmaba que Chasowa murió tras “caer desde un lugar alto”. Pero los médicos se negaron a escribir semejante informe, y dijeron en su lugar que Chasowa murió tras recibir un golpe en la parte trasera de la cabeza por un objeto contundente y que no había ninguna señal de que hubiera “caído”.

Lottie Dzonzi, el nuevo jefe de policía, dice que la muerte de Chasowa será investigada en profundidad.

Banda dice que está trabajando para normalizar las relaciones con los donantes, y que ha recibido peticiones de los representantes para África de Gran Bretaña y Estados Unidos, Henry Bellingham y Hillary Clinton, y también había hablado con el Fondo Monetario Internacional.

El año pasado, Mutharika echó al alto comisario de Gran Bretaña en Malaui, después de que el inglés fuera citado por un periódico expresando preocupación sobre que el presidente era cada vez más intolerante con las críticas y que los derechos humanos estaban siendo atacados. Gran Bretaña, el ex poder colonial de Malaui, suspendió entonces indefinidamente la ayuda a Malaui, que finalmente invitó al enviado a volver.

El mes pasado, una agencia de Ayuda de Estados Unidos, que premia el buen gobierno suspendió 350 millones de dólares de ayuda a Malaui.

Fuera de curso con el FMI

El FMI describe su programa con Malaui como “off-track”, fuera de curso, descarrilado. Mutharika había ignorado las advertencias del FMI para devaluar su moneda nacional.

“Hay ciertas decisiones administrativas que no pueden esperar”, dijo Banda en una conferencia de prensa el día 10 de abril sobre la destitución del ministro de Información, Patricia Kaliati, y al director general de la Radiotelevisión pública, Bright Malopa, y al jefe de policía, Mukhito. No dio explicaciones para estas tres destituciones.

En una rueda de prensa el pasado 6 de abril, Kaliata sugirió que Banda podría no ser la sustituta del recién fallecido presidente. Malopa era una aliado de confianza de Mutharika.

El gobierno de Malaui no confirmó la muerte del presidente hasta el sábado, día 7, dos días después del fallecimiento, y un día después de ser anunciado por los médicos. El retraso en el anuncio de la muerte de Mutharika y la sustitución de Banda hizo especular con que había peleas internas por la sucesión, pero la constitución establece que sea la vicepresidencia la que ocupe el cargo.

(Mail & Guardian, Suráfrica, 11-04-12)

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