Cuando Ibrahima Thiaw era un niño que crecía en Senegal, una vez visitó la famosa isla de Gorée, que es uno de los muchos puertos de la costa occidental y central de África, donde los esclavos eran vendidos y transportados al hemisferio occidental. Mientras escuchaba el guía explicar cómo esos fatídicos cautivos esperaban los barcos de esclavos, Thiaw se sintió profundamente conmovido. «Grité,» le dijo al Washington Post. Su pasión por el tema acababa de empezar, y creció junto con él.
Muchos años más tarde, Thiaw, de 50 años, es arqueólogo y profesor de la Universidad Cheikh Anta Diop de Senegal, donde ha emprendido un ambicioso, pero poco apreciado aunque muy necesario proyecto de investigación: la localización de los barcos de esclavos que naufragaron frente a la costa de Senegal.
En los últimos años, se ha vuelto cada vez más popular, en las comunidades on line, argumentar que la trata transatlántica de esclavos, o bien nunca ocurrió en absoluto o no fue de la magnitud que dicen los libros de historia. Los partidarios de esta teoría tienden a indicar que los negros en el hemisferio occidental son indígenas de las Américas (o como fueran llamados los continentes antes de que los exploradores europeos navegaron a través del océano y empezaran a cambiar los nombres), en un número mucho mayor que el que los estudiosos como Iván Van Sertima han sugerido en sus investigaciones.
Una de las claves del problema de los esclavos es que si, supuestamente, se transportaban a millones de africanos, ¿dónde han ido a parar los barcos que los transportaban? Esta es una de las muchas preguntas de investigación de Thiaw podría llegar a contestar.
Según el Washington Post, más de 1.000 barcos de esclavos se han hundido en los océanos del mundo. Sin embargo, sólo se ha encontrado uno hasta la fecha: el Saõ José, que se hundió frente a las costas de África del Sur (probando, casi por accidente, el amplio alcance de la trata de esclavos más allá de la trayectoria de Senegal a Angola, que es la que normalmente se discute).
Sin embargo, al campo de la arqueología le faltaba la motivación para buscarlos y subirlos a la superficie para una serie de razones: «los restos se consideraban demasiado difíciles de encontrar, el trabajo era demasiado caro y pocos investigadores africanos estaban dispuestos a asumir el proyecto en países donde el comercio de esclavos a menudo se considera una fuente de vergüenza y no es un tema digno de estudio».
Thiaw estaba, sin embargo muy decidido. Incluso aprendió a nadar, y luego a bucear, con el fin de satisfacer su curiosidad. También tuvo que superar muchas reticencias, y mucho estudio por sí mismo sobre la esclavitud en la sociedad senegalesa, a pesar de que el estigma de ser un esclavo sigue persiguiendo a sus descendientes siglos más tarde. «Las historias que nos ayudarán a comprender la trata de esclavos, en este momento crucial en la historia de la humanidad, están ahí abajo», dijo el Post.
No mucho después Thiaw entrenó a sus estudiantes en la excavación bajo el agua, la oportunidad le llegó de un proyecto sobre esclavos del Instituto Smithsonian. Thiaw ganó una beca de 35.000 USD que permitió a su equipo hacer algunas inmersiones preliminares en mayo de este año, y después, enviar sus resultados fuera se Senegal para el largo y lento proceso de pruebas y autenticación.
Sus descubrimientos se mostrarán en el Museo Nacional de Historia Afroamericana y Cultura Smithsonian, que se abrirá sus puertas este mes de septiembre en Washington, DC.
¡Hay tanto ahí abajo!, explicó Thiaw. «Encontrar un buen pecio nos podría ayudar a demostrar que el esclavo fue la víctima».
face2faceafrica.com
Fundación Sur