Criaturitas bondadosas, malvadas y mediopensionistas que, repartidas por la geografía digital, aguantáis todavía las palizas que os doy con mi blog… espero que hoy hayáis abierto los periódicos de papel o digitales y os hayáis empapado de la gran noticia: el apuesto George Clooney ha cogido la malaria mientras hacía labores de supervisión del referéndum en Sudán. Noticia casi de portada, no me digáis que no es para felicitarse por lo solidarios que son nuestros medios.
Es verdad que me sabe mal… porque, para un famoso que decide enfangarse en los lodos de los intrincados conflictos africanos, el pobre casi ni lo cuenta. Yo tenía la esperanza que muchas otras personas representantes del arte y la cultura (Belén Esteban incluida) vinieran por aquí algún día y con el ascendiente que tienen hicieran algo de presión mediática para que se conociera la verdadera realidad de esta región africana, pero ahora barrunto que con el guapo de George infectado con plasmodium falciparium o alguna de sus variantes en cada una de sus venas… se nos va a fastidiar el invento y se nos van a echar atrás las celebridades, asustadas ante lo que le ha pasado al primero que se ha aventurado. Aquí no va a venir nadie, ya no me hago ilusiones.
Que conste que lo siento por George, lo siento de verdad después del esfuerzo que ha hecho el hombre. No hay muchos famosos que estén dispuestos a tomarse unos días libres y pasarlos controlando plebiscitos y sufriendo los rigores tropicales. Lo que SÍ me parece patético de verdad es que haya un famoso que coja la malaria y esto salga en los periódicos, mientras que hay MILLONES de personas que se ven afectadas por ella cada día y es como si se oyera llover. En el tiempo que se tarda en leer estas mismas líneas habrán muerto 3 personas y 462 habrán enfermado de malaria lo mismito que el pobre George. Pero todas estas criaturas no tienen la suerte de tener su enfermedad anunciada en los programas del corazón. Una muerte sin glamour, no me digáis que no es mala suerte.
Ya puestos, y como vemos que el tiempo pasa, que se anuncian repetidamente cada año descubrimientos revolucionarios de malaria que no terminan de tener un impacto claro en África, habrá que pedir al Altísimo que dé una lección a algunos magnates de nuestro mundo. Quizás si los jefes de estado del G20 y los presidentes de algunas multinacionales (con especial incidencia en las farmacéuticas) cayeran enfermos de malaria (con lo jodida que es la enfermedad, hay que pasarla para poder comprenderlo), seguro que las cosas serían diferentes. Con tan radical método se darían cuenta de lo que vale un peine y de paso sería la motivación ideal para que tomaran algunas decisiones y liberaran substanciosos fondos de investigación para que, en vez de desarrollar el último avión caza con o sin piloto, se pueda un día celebrar una victoria “de verdad” y erradicar esta enfermedad de una vez por todas.
El gran “problema” de la malaria es que tiene una incidencia casi exclusiva en países pobres o entre las poblaciones inmigrantes de los países ricos. Otro gallo nos cantaría si tuviéramos cada día miles de infectados de malaria en los centros de salud de Vallecas, Brooklyn, el Montparnasse parisino o el Trastevere romano, pero eso ahora mismo es ciencia ficción. Aunque tampoco hay que confiarse… los profetas del cambio climático nos dicen que si seguimos así los mosquitos que transmiten el mal van a tener pronto un gran banquete al hilo de nuestros recalentados climas. Mal de muchos, consuelo de todos… ojalá que me equivoque, pero parece ser que el guapo y calenturoso George va a estar pronto en buena compañía.
Original en : http://blogs.periodistadigital.com/enclavedeafrica.php