Un histórico día de finales de los años 80, cuando el ahora presidente Yoweri Museveni alcanzó a sentarse en el sillón presidencial de Uganda, pronunció una atrevida frase que venía a decir así: “los problemas de África y de Uganda en particular han sido causados por líderes que se perpetúan en el poder, lo cual es un caldo de cultivo para la impunidad y la corrupción”. Aparentemente, él venía para dar un nuevo estilo en el que se pudieran mirar los dirigentes del futuro pero he aquí que 30 años después, Uganda no ha vuelto a conocer una alternativa al “hombre del sombrero” como él mismo se autodescribe ocasionalmente…
Corría el año 2012 cuando la periodista de la CNN Christiane Amanpour, conocida por sus pocos pelos en la lengua y por no cortarse enfrente de ningún líder mundial, le preguntó al presidente en una entrevista en directo que qué pasaba con esas palabras, 26 años después de que fueran pronunciadas. Museveni, como era de esperar, se fue por los cerros de Úbeda y dio una respuesta bastante forzada pasa salir del apuro, diciendo que al final lo importante no es quién hace algo sino lo que hace y que la gente debería fijarse en lo mucho que él ha hecho.
Pues bien, en estos días en los que Museveni ya ha pasado la marca de los 30 años en el poder y se han celebrado de nuevo elecciones presidenciales, al presidente le ha faltado poco para proclamarse líder perpetuo de la nación. Primero que nada, una oposición altamente atomizada y bastante pobre en sus miras se lo ha puesto en bandeja y, aprovechándose de la gran maquinaria del estado y de sus inmensos recursos económicos, ha podido arrasar de nuevo. Posiblemente como han mencionado los observadores haya habido grandes irregularidades pero por el otro lado es también triste constatar que a estas alturas no hacía falta organizar muchos pucherazos, porque las alternativas eran más bien pobres, mal organizadas y totalmente incapaces de fomentar la ilusión por el cambio entre el electorado. Ni que decir tiene que apenas hubo discusiones sobre programas, una palabra que apenas se usa durante la campaña electoral… el “quítate tú que me pongo yo” es el constante leit-motiv que siempre va salpimentado con acusaciones de corrupción y de nepotismo.
Eso sí, esta vez el presidente sí que ha dado impresión de que no estaba totalmente seguro de su victoria y temía el poder de las redes sociales, las cuales estuvieron suspendidas en el país cuatro días (aunque la gente afortunadamente encontró alternativas tecnológicas para poder cambiar la IP de país de sus ordenadores y móviles)Por si fuera poco, hubo constantes arrestos de su contendiente más serio, Kizza Besigye, el cual pasó detenido en las comisarías bastantes horas en diferentes días acusado de organizar reuniones ilegales. Al momento de escribir estas líneas, Besigye está en arresto domiciliario.. como es natural sin cargos.
Al final, más de lo mismo. Habrá Museveni para rato y las luchas internas dentro del partido gubernamental por su sucesión – que ya han tenido lugar en los últimos años – seguirán minando la credibilidad de este régimen que se perpetúa ya demasiado, donde la corrupción sigue campando por sus anchas, donde el gran crecimiento económico continúa siendo engañoso porque no se reduce el umbral de la pobreza y la gente sigue sufriendo – y en algunos casos muriendo – simplemente porque los servicios que debería prestar el gobierno no funcionan o están empantanados en un ambiente de corrupción y de compadreo político.
Nadie niega que Museveni ha traído estabilidad política y crecimiento al país, pero hay otros aspectos que ha sido incapaz de mejorar. Su presencia continua en el escenario político y la falta de una alternancia comienzan a indicar que prepara una sucesión de tipo familiar (su hijo es militar de élite con una fulgurante carrera castrense, su mujer es ministra encargada de la región de Karamoya) y que posiblemente seguirá habiendo en el futuro más de lo mismo.
Original en : En Clave de Äfrica