TuNur en Túnez: Otro caso de colonialismo energético

22/09/2017 | Crónicas y reportajes

Se está desarrollando un esquema «colonial» que nos es familiar: el flujo sin restricción de recursos naturales baratos desde el Sur Global hasta el Norte rico, manteniendo una división internacional del trabajo profundamente injusta. Mientras que la fortaleza Europa construye muros y cercas para evitar que seres humanos lleguen a sus costas buscando refugio, no acepta barreras para apropiarse de los recursos.

Cuando escuchamos noticias sobre proyectos de energía renovable, uno debe ser perdonado por pensar que todo es hermoso y brillante. Pero rascando un poco debajo de la superficie de este lenguaje de «limpieza», «brillo» y «reducción de emisiones de carbono» aparece otra imagen, una imagen de un gran capital robando tierras y derechos de recursos del Sur Global para salvaguardar la seguridad energética del Norte Global.

El proyecto solar TuNur en Túnez es una empresa conjunta entre Nur Energy, con base en suelo Británico, que desarrolla el tema de la energía solar, y un grupo de inversores malteses y tunecinos en el sector de petróleo y gas. En Julio, la empresa presentó una solicitud de autorización del Ministerio de Energía, Minas y Energías Renovables de Túnez para un proyecto solar con capacidad de 4,5GW explícitamente orientado a la exportación.

Al igual que Desertec y la planta solar de Ouarzazate, en Marruecos, este nuevo proyecto es una apropiación de energía renovable o lo que se ha denominado «Green Grabbing»: la apropiación de tierras y recursos para fines supuestamente medioambientales. Se trata de ocupación masiva ilegitima de tierras (10.000 hectáreas), así como de un amplio uso del agua para limpiar y enfriar los paneles en regiones áridas y semiáridas para exportar energía al Reino Unido y Europa. Dado que Túnez depende de su vecina Argelia para sus necesidades energéticas y se enfrenta a cada vez más frecuentes cortes de electricidad, sería escandaloso e injusto dar prioridad a las exportaciones sobre las necesidades urgentes de la población local.

Liberalización forzada y lucha por recursos

tunur.pngEs en un contexto regional de liberalización forzosa del comercio, así como una lucha por influencia y recursos energéticos que debemos entender estos megaproyectos. Estos proyectos están diseñados principalmente (por lo general por los propios europeos) para satisfacer la necesidad de Europa de diversificar las fuentes de energía lejos de Rusia y contribuir también a sus objetivos de reducción de carbono. ¿Y qué mejor región para alcanzar estos objetivos que el Norte de África y Asia Occidental (NAWA): una zona bien dotada de recursos naturales, desde combustibles fósiles hasta sol y viento?

El Sahara suele describirse como una vasta tierra vacía, escasamente poblada y en necesidad de «desarrollo». Este pretexto ofrece una oportunidad de oro para que Europa continúe su consumismo extravagante y despilfarro en el consumo de energía a expensas del Sur Global. La manera de hablar sobre las regiones y países del Sur como objetos de desarrollo recuerda la «misión civilizadora» utilizada para justificar la desposesión de las masas a lo largo del período colonial, así como las políticas diseñadas para controlar a las poblaciones y sus entornos.

Las políticas del Reino Unido y de la Unión Europea tratan de cerrar los recursos energéticos, incluyendo los renovables, de África del Norte en el circuito egoísta Europeo y están fuertemente influenciadas por armas e intereses corporativos. La prioridad ha sido siempre la “seguridad energética“ y los intereses de la UE sin tener para nada en cuenta la voluntad de la gente en la región.

Saqueo disfrazado de promesas de sostenibilidad

Proyectos como el de TuNur se promueven como soluciones a la crisis ecológica y climática pero en realidad son huecos eslóganes técnicos. Prometen resolver esos problemas sin un cambio fundamental, manteniendo el statu quo y las contradicciones del sistema global que de forma primaria han causado la crisis

Grandes “soluciones” de carácter de ingeniería como Desertec, TuNur y Ouarzazate tienden a presentar el cambio de clima como un problema compartido sin contexto político o socio económico. Esta perspectiva esconde las responsabilidades históricas del Norte industrializado, los problemas del modelo de energía capitalista y las diferentes vulnerabilidades entre países del Norte y del Sur.

África del Norte es una de las regiones que más sufren del calentamiento global con las provisiones de agua especialmente comprometidas en la región. La extensión de iniciativas de energía solar que saquean aún más estas, cada vez más escasas, fuentes de agua serían una gran injusticia.

Se dice a menudo que tratándose de la crisis climática “estamos todos involucrados en ella” pero hay muchas maneras en las que ese dicho no corresponde a la verdad. Las poblaciones negras y de color en el Sur global son las primeras y más gravemente afectadas.

Además esto oscurece el rol del neocolonialismo y dominación imperialista y esconde las injusticias que representan desde la apropiación de tierras y desplazamientos hasta la negación sistemática al pueblo de acceso a las riquezas naturales y energía de sus mismos países.

Tenemos que ser muy críticos con tales megaproyectos y de sus proclamadas buenas intenciones que a menudo de manera azucarada ocultan una brutal explotación y un evidente saqueo. Tenemos que preguntar siempre las hoy, más que nunca, relevantes cuestiones: ”¿Quién es el dueño de esto? ¿Quién hace qué? ¿Quién recibe qué? ¿Quién gana y quién pierde? y ¿a qué intereses se está sirviendo?

Justicia y Soberanía

Respondiendo a estas preguntas con lentes de justicia distributiva teniendo en cuenta los legados del colonialismo y nuevo colonialismo sobre temas de raza, clases y genero, se revela un abanico de paralelismos entre proyectos de medio ambiente ( Green projects) y los más evidentemente destructivos de industrias de extracción a los que remplazarían.

Todos niegan a la población local el control y acceso a su tierra, les roban las riquezas y concentran el valor creado en las manos de elites de predadores locales o extranjeras y de compañías privadas.

Las protestas árabes que comenzaron en Túnez en 2010 eran sobre pan, libertad justicia social y dignidad nacional. Proyectos como TuNur están en flagrante contradicción con estas exigencias. Para realizar justos y verdaderos proyectos que favorezcan el medio ambiente que se preocupan del futuro del pueblo y del planeta tenemos que liberar la naturaleza de las garras del gran capital y replantear el debate alrededor de la justicia, la soberanía popular y el bien común.

La prioridad debe ser la autonomía energética para las comunidades locales y una democracia radical que prevalezca sobre la lógica de un mercado que mira nuestra tierra y nuestros medios de vida como mercancías para ser vendidas al que más ofrece en la subasta.

Hamza Hamouchene

* Hamza Hamouchene, en el momento de escribir el artículo, formaba parte de la organización War on Want como Oficial Principal de Programas para África del Norte y Asia Occidental.

Fuente: Pambazuka News

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]


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