Túnez: Violencia contra violencia… ¿Cuál es la diferencia?

10/05/2011 | Opinión

La inseguridad se asoma por doquier. Es un hecho. Se escapa de las prisiones como si fuera todo un universo carcelario; te atraca en pleno día; se manifiesta en todo y para nada y los estadios vuelven a parecer como la arena de un circo donde se liberan la violencia y las pasiones, al igual que pasó en el tiempo del régimen depuesto.

Frente a esta espiral de violencia, por lo demás una violencia un tanto paradójica pues a pesar de sus mártires eternos, la revolución no ha devenido en un baño de sangre ni en una guerra civil. Esta es una revolución pacifista pero que rugió tan fuerte que un régimen ultra policial que duraba 23 años cayó como un tigre de papel.

¿Qué ha sucedido entonces para que la sociedad tunecina adopte una suerte de ley del talión y segregue veneno en exceso? a saber, el aumento de la intolerancia, la criminalidad, venganza, mafias y localismo.

Será necesario ir con precaución. Existe una organización invisible, irreductible y que busca en todos los niveles –incluso en el seno de la nueva élite política y los tribunos recuperados para la nueva justicia- para sembrar el caos en un país desestabilizado porque nadie identifica las nuevas líneas de acción. También existe una mayoría (demasiado) silenciosa que se confunde, equivocadamente, con la sociedad civil.

Pero no es la revolución quien ha engendrado esta violencia. Siempre ha existido, enquistada en la policía de Ben Alí, en los barrios populares y en las zonas desarraigadas que un cierto pasaje bíblico prometió transformar en paraísos terrenales.

La lógica era: dejar correr la violencia, dejar que se pudra luego la situación, para así sacar a los “delincuentes” de las cárceles saliendo estos aún más violentos.

Hoy en día, la policía no sabe nada sobre la clase de violencia que afronta pero lo que sucedió el día 6 de mayo tiene un claro mensaje. Si queréis orden, ¡dejadnos actuar a nosotros como siempre lo hemos hecho!

También esto es una declaración de incapacidad para no deshacerse de los reflejos condicionados y adoptar una postura disuasoria que sería como la política del palo y la zanahoria. Ahora que la policía –con su sola presencia tranquiliza a los ciudadanos- no se olvida de Farhat Rajhi y no terminará con el tufo vengativo manifestado el día 6 de mayo, la delincuencia y la violencia no desaparecerán. Porque si se responde con violencia a la violencia ¿Qué diferencia habrá entre unos y otros?

Raouf Khalsi

Publicado en “Le Temps”. Túnez, 9 de mayo de 2011.

Traducido por Juan Carlos Solís Santander, para Fundación Sur.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster