Túnez: Una locomotora accidentada, por Antonio Molina

4/05/2012 | Bitácora africana

En bastantes programas hemos hablado de numerosas mujeres, que son verdaderas locomotoras del desarrollo de sus pueblos. Hoy, contemplando a los tres países del norte de África, donde han acontecido revoluciones más o menos exitosas, nos preguntamos qué ha pasado con las esposas de líderes como Ben Alí, Mubarak o Gadaffi. También en África occidental una señora ha caído de su pedestal: Simone Gbagbo.

LA HISTORIA MAESTRA DE LA VIDA

Conocer el itinerario de una de estas mujeres me parece interesante, por el papel desempeñado por Leila Ben Alí, la más depredadora del grupo, en acelerar la caída de su marido.

Los medios y la gente de la calle descargan con frecuencia sus críticas sobre la esposa del jefe de Estado africano, tanto si son dictadores como democráticos.

Ellas son un blanco fácil, pues existen menos riesgos que atacar directamente al presidente. Este modo de ataque permite humillar al jefe perverso, tratándolo de sirviente doméstico de su propia esposa.

¿VÍCTIMA O ARRIVISTA?

En la mayoría de estos países, falla la asistencia social y las políticas sanitarias y educativas suelen ser deficientes, las primeras damas doran su imagen dedicándose a las acciones de beneficencia y las fundaciones humanitarias.

En cierto modo compensan los fallos del gobierno. Esta “reina madre” desempeña su papel de enfermera de cuidados paliativos, asistiendo a sus conciudadanos, que sin derecho a los cuidados sanitarios, sólo disponen de un capital de sufrimiento.

¿CÓMO HA DESEMPEÑADO SU PAPEL?

Un periódico internacional titulaba:”LEILA BEN ALÍ, LA MUJER FATAL”. Junto a su esposo, Zine el-Abidine Ben Alí, Leila ha reinado 23 años sobre Túnez. Leila encarnaba los vértigos del poder: Ambición desmesurada, clanismo familiar y enriquecimiento personal. La ceguera de esta joven, nacida en un barrio pobre de Túnez, precipitó la caída del marido.

Leila Trabelsi era una joven bella y ambiciosa. Nacida el 14 de octubre de 1956, conoció a Ben Alí en 1984,cuando era Director General de la Seguridad Nacional. Ben Alí estaba casado y tenía ya tres hijas. Leila se aupa como “querida”.

El 16 de enero de 1987, nace Nesrine, primera hija de la pareja, que aún no se había casado. Once meses después, el 7 de noviembre, Ben Alí instala a Laila con su hijita en el Palacio de Cartago. Finalmente en marzo de 1992, contraen matrimonio ante notario, cuatro meses después del nacimiento de su segunda hija, Halima. Pasan trece años, hasta que el 20 de febrerote 2005, nace su primer hijo varón, Mohamed Zine el-Abidine Ben Alí. El rey ya consiguió su “delfin”. De hecho, Mohamed será el-del-fin .Su madre ya tenía 49 años.

TRES CALIFICATIVOS LA DESCRIBEN

Uno de sus biógrafos escribe tres capítulos cuyos titulares son: La INTRIGANTE, la ARAÑA y la REGENTE.

La INTRIGANTE

En la vieja casa familiar del callejón del Mortero se amontonaban diez hermanos: niños y niñas. Su padre, Mohamed, se dedicaba al comercio informal en los zocos, para sacar adelante su numerosa prole. La madre trabajaba como sirvienta en un “hammam” –baños turcos-.
En la década de los 70, Leila termina sus estudios secundarios y empieza a trabajar como secretaria de un hombre de negocios, al que seduce y acaba esposándolo. Esta unión duró sólo tres años. Mientras corrían los trámites del divorcio, Leila se emplea en otros trabajos: Es azafata bajo el nombre de Monia. Después ejerce como secretaria en una constructora y también es representante comercial viajando entre Túnez, París y Roma. Empieza a frecuentar los restaurantes “chiques” y va dándose a conocer, ganando cierta popularidad: Su coctel preferido se llama “Leila-Gin” y con frecuencia sus vaqueros ‘colantes’ los llaman “Leila-Jeans”.

Después de las revueltas de 1984, el brillante oficial Ben Alí es nombrado por Burghiba Director general de la Seguridad Nacional. Ben Alí se descubre aficionado a las bellas jóvenes y se fija en una morenita insinuante, que sabe sacar partido a su belleza. Ben Alí cede ante sus encantos. Leila sabe que Ben Alí es casado, pero ella se conforma con ser “oficiosamente” la querida del apuesto militar, que tiene por delante una carrera brillante. En enero de 1087 nace su primera hija, Nesrine y diez meses más tarde Ben Alí desplaza a Burghiba como presidente de Túnez.
Leila se instala en el palacio de Cartago y al final de 1991 está de nuevo embarazada. Con el apoyo de una ecografía falsa hace creer a su amante que espera un varón. En mayo de 1992 firman el contrato matrimonial ante notario y meses más tarde nace el bebé: Halima ¡Otra niña!

A partir de aquí empieza su ascensión fulgurante: Des estatuto de “querida” pasa al de esposa dominante. El palacio presidencial es tomado de asalto por los hermanos, sobrinos y otros parientes de Leila. Cada mes Leila les distribuye un sobre conteniendo entre 100 y 150 mil euros. De este modo sus hermanos se lanzan en los negocios.
La madre, Saida, mujer de carácter fuerte, adquiere una gran influencia sobre su hija. Ella es la que aconseja a Leila sobre las formas de “embrujar” a su marido. Todo contribuye: plantas afrodisíacas, incienso, magia, consultas a videntes, etc. El presidente no niega nada a su suegra, que se atreve a pedirle algún ministerio para un protegido. Cuando fallecen 2008, Leila pide a su marido que decrete tres días de duelo nacional. Ben Alí no cede ante esa exageración y Leila monta en cólera de forma escandalosa.
Nada debe resistirle. Con paciencia perversa va empujando asu marido a deshacerse de las personas de su entorno, que no simpatizan con los Trabelsi. Poco a poco su clan teje su tela de araña: en la presidencia, en el seno del gobierno, en las administraciones, en las empresas nacionales, en los bancos públicos, etc.
Una llamada de teléfono era suficiente para obtener un crédito o para borrar una deuda. En las privatizaciones de las empresas nacionales, donde se realizaban beneficios extraordinarios, Ben Alí se saltaba los concursos públicos y las adjudicaba a dedo. El “árbitro” Ben Alí distribuía las prebendas a los parientes y protegidos de su mujer.

La ARAÑA

Paralelamente Leila fue tejiendo una red entre las damas distinguidas de la sociedad tunecina por medio de la asociación caritativa BESMA, que fundó en 2000 y que se transformó rápidamente en un vivero de cortesanas. En el muy selecto club Alyssa, que abrió a dos pasos del palacio de Sidi Dhrif, las esposas de los ministros y de los hombres de negocios se empujaban por entrar y saborear un té a la leña, para jugar después a la “Chkoba”, un juego de naipes en el que Leila ganaba casi siempre.

Para introducir a los suyos en las grandes familias burguesas de los barrios al norte de la capital, la “señora de Cartago” multiplica las alianzas: Su hermano Belhassem se casa con una de las hijas de Hèdi Djibani, antiguo presidente de la asociación de empresarios tunecinos. Su hija, Nesrine, contrae matrimonio con Sakhr-el-Materi, vástago de una gran familia tradicional. Halima, la menor, que no soporta a los Trabelsi, -la familia materna-,se enamora de Mehdi Ben Gaied, otro príncipe azul de alto abolengo. Pero la estrella de Leila brilló de manera especial en febrero de 2005,cuando ya con 49 años dio a su Ben Alí, de 68 años, un heredero carón: Mohamed.
El año anterior, con ocasión de una visita de trabajo a los Estados Unidos. La pareja presidencial fue discretamente a una famosa clínica de California, donde se practicaba la fecundación in Vitro con la posibilidad de escoger el sexo del feto.

La REGENTE

Ben Alí empieza el tratamiento de un cáancer de próstata. Por las mañanas va a despechar al palacio presidencial, pero los documentos para firma, a veces esperan semanas. Ben Alí parece un ”presidente a media jornada”. A mediodía regresa a su residencia de Sidi Dhrif, a cinco minutos en coche y pasa la tarde jugando con su pequeño Mohamed. En las cancillerías se comenta ese cambio y algunos se atreven a pronosticar que Leila tomará la sucesión. Después de cenar, Ben Alí, Laila y su hermano preferido, Belhassem discuten y arreglan los pequeños y grandes problemas del país.

Leila da orden al jefe del protocolo, Hassen Ouertani, de informarla cada día de la agenda del jefe del Estado.

El 20 de julio 2005, -fecha engañosa de su cumpleaños- pues en el registro civil aparece como nacida el 14 de octubre, reúne a todo su clan para una gran fiesta. La reina de la celebración estaba malhumorada y dijo a su marido: “El mejor regalo que puedes hacerme es asegurar la seguridad de nuestro hijo y detona la familia.” Ben Alí decide entonces promulgar una ley, que concede de por vida a él y a su familia una serie de privilegios en las mismas condiciones que los acordados al Presidente de la República en ejercicio.

Este seguro de vida es concedido por el Parlamento a la unanimidad, sin apenas discusión, ni debate.

Durante la campaña electoral Leila toma una parte activa en cinco grandes mítines y empieza a encarar la posibilidad de organizar una campaña a su favor. Un periodista, que se anticipa a hablar de una carrera política para Leila, fue convocado por el ministro de la Comunicación, que le transmitió el siguiente recado del presidente Ben Alí:”Cesa de hablar de mi mujer, si no soy capaz de liquidarte.”

FIN DE UN REINADO

Cuando el 14 de enero de 2011, empiezan a arder las primeras casas de su familia, Leila les da la orden de prepararse para huir del país. Ella llena unas veinte maletas con sus joyas y demás objetos de valor y en un cortejo casi oficial van al aeropuerto de Cartago, donde un avión los espera para llevarlos al exilio dorado de Djeddah, en Arabia Saudí.

NOTA – La fortuna de la familia Ben Alí

Los activos se calculan en unos 3.700 millones de €. En el palacio de Sidi Dhrif descubrieron unos 20 millones en dinero líquido. Los bienes inmuebles confiscados a todo el clan suman 233 propiedades: casas, pisos, fincas… Además 11 participaciones en diversas sociedades, 34 coches de lujo, 48 yates y barcos de pesca.

El palacio de la Marina en Hammamet, fue construido en grande parte con fondos públicos; el solar fue comprado al Estado por100 dinares (+ o – 50€), el palacio de Sidi Dhrif, escriturado a nombre de Ben Alí, se edificó sobre un terreno del ejército, adquirido por un precio ridículo, los militares y las arcas del Estado contribuyeron a su construcción.

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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