Túnez: el desafío de los salafistas

15/01/2012 | AfroIslam

15/01/2012 por Camille Le Talec

Un año después de la caída de Ben Ali, los grupúsculos salafistas se dejan ver dada vez más. Y no dudan en utilizar la violencia.
Es un pueblecito situado en el corazón de las colinas del noroeste de Túnez, conocido por la calidad de la alfarería producida por sus mujeres. Pero desde hace algunas semanas, sus manos no saben ya qué formas darles a jarros. “Varios hombres han irrumpido en ciertas tiendas declarando que algunas de sus piezas trabajadas eran Haram”, explica una de ellas, “y obstaculizan nuestro trabajo”.

En las calles de Sejnane, las miradas traducen la tensión del ambiente. Desde hace algunos días, los salafistas proclaman su ley, y están decididos a castigar todo comportamiento contrario a la chria’a, la ley islámica. Una situación revelada en la primera página del periódico en árabe “El Magreb”: “Sejnane, priemer emirato salafista en Túnez”.
Se estima que son unos 40 salafistas en el pueblo, entre 20 y 30 años todos. Su presencia en el pueblo es cada vez más patente estos últimos meses: lecciones moralizadoras y sermones a los habitantes para “volver al buen camino del Islam”, hasta violencias físicas.

La liga tunecina de los derechos humanos (LTDH)debía publicar ayer una nota sobre el tema, después de una visita que realizaron al lugar, el 7 de enero. Recogieron los testimonios de 13 personas, entre los cuales el de un hombre que afirmaba haberse hecho romper dos dedos porque “vendía vino”. Otros declaran “haber recibido visitas de salafistas armados de sables, ou de haberse visto obligados a ponerse el velo en los liceos”, cuenta Abdesettar Ben Mousa, presidente de la LTDH.
Está situación corresponde según él al “subdesarrollo”: más de la mitad de los habitantes de Sejnane está en el paro. Es sobre todo, dice, “la ausencia total de las autoridades del Estado”, que ha permitido la amplificación del fenómeno.
Después de la revolución, el delegado – equivalente al subprefecto – se escapó cuando unas personas en el paro comenzaron a ocupar su oficina, a finales de noviembre. “Trabaja por teléfono y viene a veces durante la noche”, indica uno de los 4 agentes de la guardia nacional que quiere guardar el anonimato. Reconoce que la situación le puede. “No hay una estrategia definida por las autoridades”, deplora. “No sabemos qué hacer”.

Después de la visita de la LTDH, coloreada por la agresión al corresponsal de France 24, cuya cámara fue objeto de una patada, el Ministerio del interior envió a las fuerzas de seguridad. El domingo pasado, varios camiones de la policía hacían rondas en el pueblo. “Nadie está por encima de la ley y no toleraremos abusos”, aseguraba el lunes Hicham Meddeb, portavoz del ministerio.

“Tardío” e “insuficiente”, estiman numerosos Tunecinos que critican la debilidaddel nuevo gobierno, dominado por el partido islámico En Nahda, vencedor del último escrutinio, donde se puede constatar la ascensión de los salafistas. “Habiendo salido del armario” gracias a la caída del régimen de Ben Ali, que fue feroz en la represión de los extremistas religiosos, el movimiento salafista “es sin embargo muy minoritario en el campo islamista en Túnez, pero muy activo”, indica el politólogo Salaheddin Yurchi, especialista de las redes islamistas.

Habib Kasdaghli, rector de la facultad de letras de La Manuba, al oeste de Túnez, denuncia también “la indecisión del gobierno”. Desde el 28 de noviembre está haciendo frente a unos 30 jóvenes salafistas, que reclaman el derecho de imponer a las jóvenes el niqab durante los cursos y los exámenes, así como la creación de un lugar de oración dentro del recinto de la facultad.
El 6 de diciembre, el consejo científico del establecimiento decidió de mandar para casa 8ooo estudiantes, por razones de seguridad, y pidieron la intervención de las fuerzas del orden para sacar los salafistas que ocupaban los lugares. En realidad, la policía no intervino hasta el 5 de enero pasado.

Los cursos han recomenzado, pero “con gran tensión”, según el rector, que ha contado más de 25 incidentes en cuatro días. Habib Kazdaghli expresa “su gran inquietud” a medida que se acercan los exámenes, a finales de enero. Un pesimismo reforzado por las declaraciones del Ministro de la enseñanza superios, Moncef Ben Salem, que ha calificado la cuestión del niqab de un asunto “menor” y que acusa a los medios de comunicación de haber “amplificado” el asunto. “Es animar a los aficionados a los sit-in”, denuncia el rector.


“La pandilla de la paz” sigue intentándolo

Casa Mediterráneo reúne a árabes, israelíes y mediadores europeos para analizar las repercusiones de las revueltas en las negociaciones de paz entre Israel y Palestina
13/01/2012 por Marie Mertens

“Somos la pandilla de la paz. Nos llevamos bien, nos reímos… pero la guerra sigue. Ya no creo en la paz. Estoy cansado. El Gobierno israelí no quiere un Estado palestino. No quiere”, afirmaba ayer Bernard Kouchner, exministro francés de Asuntos Exteriores, en la madrileña Casa de América. Kouchner, que ha participado en las conversaciones desde 1975 manifestaba claramente su frustración.

Las revoluciones en el mundo árabe han relegado el conflicto palestino-israelí a un segundo plano. Las negociaciones se encuentran estancadas y los negociadores, a la espera. Sin embargo, el miércoles y jueves pasados, se sentaron en la misma mesa periodistas, políticos y activistas. Son árabes, israelíes y mediadores europeos. Casa Mediterráneo los reunió en Madrid para analizar las repercusiones de las revueltas en el proceso de paz.

“Los israelíes se sentían más cómodos con las dictaduras”
, repitieron varias voces palestinas a lo largo del debate. Se referían a la actitud defensiva que ha tomado Israel ante la primavera árabe. Miguel Ángel Moratinos, exministro de Asuntos Exteriores y uno de los impulsores del encuentro, explicó ayer a EL PAÍS que no se sintió sorprendido, ya que el Estado sionista “siempre se ha encerrado en sí misma en momentos de incertidumbre”. Moratinos aseguró comprender esa posición, pero no compartirla. Para el exministro español, Israel desaprovechó una oportunidad: “Hubiese sido mejor asumir un pequeño riesgo y adelantarse a la demanda generalizada de los árabes de reconocer el Estado palestino y establecer ya un marco de negociaciones de Estado a Estado”.

En Israel las prioridades han cambiado.
“Los árabes están ocupados con sus revueltas, ahora nos toca a los israelíes hacer psicoterapia”, dijo ayer Daniel Ben Simon, diputado laborista y periodista. “Por primera vez a los ciudadanos les interesa la política y salen a la calle”. Ben Simon se refería a los indignados que el pasado verano acamparon en todo el país para protestar, entre otros motivos, contra el elevado alquiler de la vivienda, las diferencias sociales y a favor de los derechos de la mujer. Y no se hablaba de Palestina. Ben Simon confía en que los problemas nacionales aparcarán al primer ministro Netanyahu y se creará “una nueva oportunidad para el proceso de paz”.

En Israel, el conflicto con Israel ha pasado a un segundo plano
Pero el bloqueo de las negociaciones tiene sus orígenes en ambos bandos. Hisham Abdelrazek, exministro de Asuntos de Prisioneros de la Autoridad Nacional Palestina y líder de Fatah, lamentaba ayer la “profunda división” entre los palestinos, que hay que “superar” porque frena el proceso de paz. “Me sorprende que algunos israelíes piensen que la reconciliación con [el movimiento islamista] Hamás es incompatible con el diálogo”. Abdelrazek se refería al círculo vicioso que paraliza cualquier acuerdo: Israel no quiere negociar con Fatah si se reconcilia con Hamás, a la vez que Hamás no quiere saber nada de negociaciones con Israel.

Hamás, sin embargo, está cambiando su actitud para subirse a la ola de cambio. Ha cambiado sus alianzas con Siria e Irán por Turquía, más moderada. Además, asegura haber abandonado la violencia. Moratinos insistió ayer en la “necesidad” de la reconciliación en los territorios ocupados. Y fue más allá: “Los israelíes tendrán que respetar un interlocutor palestino en el que esté presente Hamás. También tendrá que asumirlo EE UU y la comunidad internacional”. El exministro de Asuntos Exteriores lamentó el estancamiento de las negociaciones, pero señaló que la primavera árabe es una oportunidad: “Los nuevos interlocutores árabes de Israel serán más legítimos, por lo tanto las decisiones también lo serán”.

Hamás ha cambiado sus alianzas con Siria e Irán por Turquía, más moderada
En general, el ambiente del debate era sereno, sin ilusiones. A última hora, sin embargo, y a puerta cerrada, un grupo de representantes políticos fraguó una red para facilitar la comunicación entre árabes e israelíes y una agenda para los próximos meses: Un siguiente encuentro en Marruecos centrado en los intercambios económicos, otro en Francia que reunirá a líderes religiosos y, antes de finales de año, se planea una reunión más política que tendrá lugar mitad en Tel Aviv y mitad en Ramala.

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