Ahora que Donald Trump inicia su segundo mandato en enero como presidente de Estados Unidos, está decidido a intensificar su enfoque de “Estados Unidos primero” en política exterior y relaciones internacionales. Pero esta pragmática visión centrada en inversión no es del todo una mala noticia par a el continente africano.
Durante la presidencia de Joe Biden, el panorama era, por supuesto, muy diferente. La estrategia y retórica de su administración en relación con Estados Unidos y África enfatizaban la cooperación y los intereses mutuos, destacando la independencia de África, sus aspiraciones económicas y la importancia de abordar cuestiones globales como el cambio climático y las crisis sanitarias.
Ahora, con Trump de vuelta en el cargo, África tendrá que lidiar de nuevo con un enfoque diplomático abiertamente transaccional.
Pero el compromiso de Estados Unidos sigue siendo fundamental, aunque siempre sea en los términos de Estados Unidos. En un nuevo mundo multipolar, los recursos y la lealtad de África son cada vez más buscados. Mientras tanto, el continente enfrenta desafíos diversos y complejos, desde retrocesos democráticos hasta desempleo juvenil y presiones migratorias, junto con un vasto potencial de crecimiento liderado por su juventud e innovación.
Un único punto de continuidad con las administraciones anteriores puede estar en los vínculos de Trump con África a través de conexiones familiares. El yerno de Trump es libanés-nigeriano y sigue siendo una potente fuerza en la configuración de la política estadounidense y el compromiso económico en el continente. Trump también nombró previamente al magnate de capital privado nacido en Nigeria, Adebayo Ogunlesi ,para su consejo económico asesor antes de su repentina disolución.
Las remesas de las diásporas africanas contribuyen con miles de millones anuales a las economías africanas, y las iniciativas impulsadas por la diáspora pueden construir puentes más allá de la ayuda tradicional. Con menos enfoque en programación impulsada por ayuda, un gobierno liderado por Trump podría buscar asociaciones económicas que empoderen a la diáspora para desempeñar un papel central en los lazos comerciales y de inversión, uniendo a los dos continentes a través de una colaboración activa en lugar de la dependencia de la ayuda.
En el anterior mandato de Trump, su principal programa insignia para el continente fue la iniciativa “Prosperar África”, que fue lanzada en 2018 y tenía como objetivo ayudar a las empresas estadounidenses que quisieran invertir en proyectos en países africanos.
Su segunda iniciativa más importante fueron los proyectos de desarrollo financiados por la Corporación Financiera de Desarrollo en África. Biden no solo mantuvo ambos en funcionamiento, sino que de hecho invirtió más en ellos. Es probable que Trump los intensifique aún más, ofreciendo a África más opciones de asociación económica directa y profundizando los vínculos comerciales y de infraestructura.
La administración de Trump demostró un compromiso selectivo pero significativo en las cuestiones democráticas africanas, un enfoque calculado para la democratización, donde los intereses de estabilidad de Estados Unidos se alinearon con los objetivos africanos. Pero este modelo a menudo atrae a los líderes africanos que buscan más soberanía que interferencia política. Si bien la administración Biden enfatizó la promoción de la democracia a través de iniciativas de base, la inclinación de Trump hacia un multilateralismo limitado podría significar una construcción de democracia más auto dirigida por las naciones africanas.
También se involucró selectivamente en cuestiones de seguridad africanas. En Sudán, su administración jugó un papel crítico después del derrocamiento de Omar al-Bashir en 2019, aprovechando la presión diplomática para apoyar el cambio del país hacia un gobierno civil. Al retirar a Sudán de la lista estadounidense de países patrocinadores de terrorismo (si bien esto dependía de la normalización de las relaciones con Israel), la administración Trump abrió la puerta para que Sudán accediera al apoyo financiero internacional. Esta medida proporcionó a Sudán un alivio económico vital, sentando las bases para su frágil transición hacia la democracia.
En la República Democrática del Congo, la administración Trump alentó la reforma de la gobernanza mediante sanciones estratégicas y presión diplomática, instando al expresidente Joseph Kabila a respetar los límites constitucionales de mandato, lo que en última instancia condujo a la primera transferencia pacífica del poder en la historia del país. Al apuntar hacia funcionarios involucrados en corrupción y abusos de los derechos humanos, Estados Unidos señaló su apoyo a un cambio democrático impulsado por la estabilidad, sin comprometer grandes recursos para la construcción de la nación.
Durante una reciente visita de alto perfil a Estados Unidos, el presidente keniano William Ruto dijo que los líderes africanos no buscaban tomar partido en la disputa entre Oriente y Occidente. Más bien, estaban ansiosos por acuerdos comerciales que fomentaran un crecimiento equitativo y la creación de empleo, especialmente en un momento en que Estados Unidos y China competían por la influencia en el continente. Mientras China ofrece al continente acuerdos ventajosos, como ofertas libres de aranceles y créditos concesionales (N. del T.: créditos con condiciones más favorables que las del mercado, con interés más bajo o a más largo término), Trump probablemente buscaría contrarrestar la influencia de China y expandir las asociaciones comerciales y económicas con África.
La Ley de Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA), que ha otorgado a los países africanos acceso libre de aranceles a los mercados estadounidenses desde el año 2000, ha sido fundamental para impulsar las exportaciones africanas. Si bien Trump había dado previamente señales de que estaba pensando en terminar el plan en 2025 su deseo de contrarrestar la creciente influencia económica de China en África, es probable que quiera continuar con esta alianza que ya ha demostrado su valía.
La administración Trump también tiene previsto continuar con programas como la Iniciativa de Jóvenes Líderes Africanos, que empodera a los jóvenes a través de inversiones, liderazgo y capacitación empresarial– vías que se alinean con su enfoque en los retornos económicos directos y la diplomacia basada en el comercio.
Es probable que Trump no esté de acuerdo con una prioridad de la estrategia de Biden para África: la resiliencia climática y la atención médica. Para África, donde los desafíos climáticos y de salud están entrelazados, el enfoque de Trump puede priorizar las inmediatas necesidades de salud y la creación de resiliencia sobre los compromisos climáticos expansivos.
Dicho esto, este enfoque podría resultar atractivo para las naciones africanas que priorizan las alianzas pragmáticas que abordan las necesidades de atención médica inmediatas, como lo demostró la respuesta de Trump a la covid-19 en África, que se centró en enviar respiradores y otros equipos sobre acuerdos globales de salud y clima.
El papel de África en un mundo multipolar sigue evolucionando, pero la relación de África con Estados Unidos bajo el gobierno de Trump puede ofrecer una interacción más directa y basada en intereses, centrada en la infraestructura, el comercio y las oportunidades comerciales. La preferencia de Trump por la inversión económica directa en lugar de ayuda o compromiso ideológico podría en realidad contribuir a la búsqueda de la autosuficiencia económica y de marcos políticos soberanos por parte de África.
Fuente: openDemocracy
[Traducción, Jesús Esteibarlanda]
[CIDAF-UCM]