Son muchos los buenos deseos que han aflorado desde la caída del presidente Blaise Compaoré, para llegar a una transición civil o, más precisamente, al retorno del orden constitucional normal. En otras palabras, a respetar la Constitución, que establece, en caso de incapacidad permanente del Jefe de Estado, que sea el Presidente de la Asamblea Nacional el que lo reemplace y que las elecciones se lleven a cabo en un plazo de tiempo determinado.
En concreto, para reemplazar al que fue Presidente de la Asamblea hasta la salida del Presidente Compaoré éste deberá ser poder nombrado por los diversos partidos que estarían de acuerdo entre sí para formar un gobierno de unidad nacional con un primer ministro de consenso para organizar tanto como sea posible dentro del tiempo legal, unas elecciones transparentes y pacíficas.
Sin olvidar que en este ambiente tenso, el Ejército tendrá que desempeñar un papel de vital importancia como es la suya, es decir, proteger las instituciones, para mantener la paz y el orden en el respeto de los derechos y libertades, garantizar la seguridad de las personas y la propiedad particular.
Ciertamente, nadie tiene el derecho de enseñar a la gente de Burkina Faso que es lo que tienen que hacer. Pero la comunidad internacional, la Unión Africana y la CEDEAO, en particular, tienen el deber, con propuestas concretas, de ayudar y apoyar al país en esta transición que deberá ser dirigida por el gobierno de la unidad nacional con todas sus fuerzas vivas.
Este escenario evitar disputas dentro de la oposición así como cualquier atisbo de posicionamientos personales con consecuencias impredecibles. Con serenidad, espíritu de superación y buena voluntad, todo se podrá hacer en las mejores condiciones posibles, en el interés exclusivo de la población.
Que DIOS bendiga a Burkina Faso y África.
[Fuente: lefaso.net-Fundación Sur]
