Transformers en Níger, por Rafael Muñoz Abad, Centro de estudios africanos de la ULL

11/02/2013 | Bitácora africana

La discreción y el silencio se ganan con las canas. Teorema este aplicable al arte de la guerra que llega a tornarse maquiavélicamente refinado y sabio. Las lecciones obtenidas en Afganistán e Irak han venido a demostrar que el precepto de la invasión terrestre derivada del pensamiento romano, tal vez ya no sea el más apropiado cuando uno se enfrenta a un enemigo difuminado. Marxista o yihadista, seguimos sin aceptar que la espada no decapita al pensamiento. En Libia se evitó la intervención terrestre. Se optó por una “económica” campaña aérea y que fuesen los libios los que sopesaran el desgaste de a pie. Todo sea por la “libertad” de los pueblos a decidir. La campaña en Mali, y sobre todo en Níger, ya es para sibaritas. Selectiva. Decía Hipócrates que la guerra es la mejor escuela del cirujano. Y eso es precisamente lo que acontece en el “olvidado” Níger. Una intervención quirúrgica en lo material y lo mediático. El uso de drones, o rpv´s en el argot militar, vehículos de alta tecnología no tripulados que permiten el control de amplias zonas sin las limitaciones que suponen la fatiga humana, se adapta perfectamente a estas vastas aéreas desérticas. Drásticamente más discreta y económica que el habitual despliegue regular, el uso de robots armados representa la vanguardia en la lucha contra el integrismo islámico y su más preciado aliado: el sin fin de escondites que el Sahel les brinda. Un refinamiento de la guerra que hasta ahora se venía llevando a cabo contra el terrorismo. Se acabó el patrullar calle por calle y con ello las bajas personales. Ahora, desde el cielo de la tecnología, el U.S Africa Command ya tiene drones estratégicamente desplegados en la geografía africana. Se busca no dar tregua a las células durmientes que tienen en el desierto un santuario en el que hacerse fuerte. Todo, a un coste en vidas [occidentales] nulo. Y eso, mediáticamente es trascendental. La segunda derivada, y no por ello menos importante, es salvaguardar las minas de uranio y que no sean presa del integrismo. Hollande es recibido cono De Gaulle y los Transformers ya están en Níger.

cuadernosdeafrica@gmail.com

Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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