El Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral ofrece “respuestas” al flagelo de la trata de personas en un documento publicado el 17 de enero de 2019.
El texto de cincuenta páginas, publicado en inglés y en italiano, aborda las causas de la trata de personas (comercialización y explotación, demanda de responsabilidad) y proporciona elementos para identificar y denunciar esta trata.
Refiriéndose a la “dinámica” también en este drama, que implica el mundo de los negocios, el mundo del trabajo, y que afecta de una manera particularmente a los migrantes, el dicasterio ofrece tres pistas para responder. En primer lugar, se trata de “reforzar la cooperación” entre las instituciones estatales, así como las empresas, los medios de comunicación, las estructuras nacionales e internacionales: una cooperación “crucial y fundamental”.
También se alienta a los países a “desarrollar propuestas conjuntas en términos de prevención, protección y procedimientos penales”. Lo mismo para las Conferencias Episcopales, las Diócesis y las Organizaciones Católicas.
Segunda respuesta a aportar: el “apoyo a los sobrevivientes de la trata”, que no es una cuestión sencilla, dado el trauma que sufrieron. Las víctimas tienen “múltiples necesidades físicas, psicológicas y espirituales”. “Necesitan curar el trauma, el estigma y el aislamiento social”.
Los servicios de salud deben seguir para esto una “formación específica”, dijo el dicasterio, y los estados deben “desarrollar o mejorar programas… para proteger y reinsertar a las víctimas, dándoles recursos económicos embargados a los traficantes”. La prioridad a la vivienda y al trabajo adaptado, insiste la Santa Sede, así como los servicios de asistencia social, médica y legal.
El texto también aboga por los “programas de reunificación familiar”.
Finalmente, tercera respuesta: “promover la reintegración”. Los países de destino tienen una “responsabilidad” con las víctimas de la trata, a quienes deben proporcionar un permiso de residencia, asistencia especializada y medios de subsistencia, “antes de la repatriación”. El regreso de las antiguas víctimas a la tierra de origen “nunca debe ser obligatorio”, continúa el documento. Y si eligen esta devolución, debe ir acompañada de “ayuda máxima”.
“Sin una reintegración total, podemos leer todavía, el terrible círculo de la trata de personas no se romperá; y su estigmatización y sufrimiento no terminarán. Los rescatados de la trata no recuperarán su integridad, ni se les ofrecerá la oportunidad de vivir una vida digna de los derechos y la dignidad que poseen”.
Además, concluye el texto, “los programas de reintegración… deben incluir siempre la dimensión espiritual, un elemento esencial del desarrollo humano integral”.
Anne Kurian
[Traducción de Zenit, Raquel Anillo]
Fuente: Zenit
[Fundación Sur]
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