Tráfico de menores, Por Chema Caballero

13/06/2012 | Bitácora africana

Guinea ecuatorial es uno de los principales destinos, dentro del continente africano, para los menores sometidos a trabajos forzosos. Los niños y niñas son reclutados y transportados desde los países vecinos, principalmente Nigeria, Benín, Camerún y Gabón, y obligados a trabajar como siervos domésticos, en los mercados, como vendedores ambulantes o lavanderos. La mayoría de las víctimas son explotadas en Malabo y Bata donde la creciente industria petrolera está creando una alta demanda de mano de obra barata y explotación sexual. Mujeres y niñas de Camerún, Benín y otros países cercanos son captadas para trabajar en Guinea ecuatorial pero terminan obligadas a prostituirse.

Esto es solo un ejemplo, porque el número de menores víctimas del tráfico que son forzados a trabajar o explotados sexualmente en África sigue creciendo según el Informe del Departamento de Estado de los EEUU sobre el tráfico humano, de 2011.

El tráfico y trata de menores es un negocio que mueve miles de millones de dólares y que afecta a prácticamente todos los países del mundo –tanto como fuente como destino del tráfico. La crisis económica en la que supuestamente estamos inmersos ha agravado este fenómeno. Según la Oficina de la Naciones Unidas contra las drogas y el crimen organizado (UNODC), se estima que unos 130.000 individuos, muchos de ellos menores de edad, son víctimas de este negocio cada año ya sea por motivos sexuales o de explotación laboral, en África subsahariana.

El Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, de Naciones Unidas, la define como “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”.

Esta definición es importante porque en muchas partes de África el uso de menores se produce con el consentimiento de los padres o, incluso, de los niños y niñas. En la mayoría de los países del continente, la pobreza extrema, el alto número de hijos, la falta de oportunidades educativas, el desempleo, el bajo estatus del que gozan mujeres y menores, la ignorancia… crean las condiciones que facilitan este tipo de prácticas.

La falta de datos fiables en este campo dificulta el conocimiento del verdadero alcance del fenómeno y la búsqueda de medidas efectivas que ayuden a terminar con él. Este es un problema que ya puso de manifiesto UNICEF en su Informe de 2002 titulado Child Trafficking in West Africa. 10 años más tarde, el problema persiste.

Los menores y sus familias son engañados, como siempre suele suceder en estos casos, con la promesa de una vida mejor. Es así como se explica la explotación de cientos de miles de menores cada año. Niños y niñas a los que se les priva de su derecho a la educación, a la salud, a crecer en el seno de una familia y a la protección contra los abusos y que se convierten en una fuente de ingresos y negocio para los traficantes.

El informe del Departamento de Estado de los EEUU dice que en Camerún, por ejemplo, los intermediarios suelen transportar dos o tres menores a la vez. Estos niños o niñas provienen de pequeñas aldeas de zonas rurales y se consiguen con engaños. Los padres entregan a sus hijos o hijas a cambio de la promesa de educación o de una vida mejor en la ciudad. Sin embargo, el estudio indica que cada vez más los tratantes o traficantes recurren al secuestro de los menores y a otras formas violentas de intimidación ya que gracias a las campañas de sensibilización llevadas a cabo en distintas zonas del país, los padres son cada día más conscientes de la situación y, consecuentemente, más reacios a entregar a sus hijos o hijas a los intermediarios.

El 16 de junio de 2009, la Unión Africana lanzó AU.COMIT, una iniciativa dirigida a luchar contra el tráfico humano en África. Uno de los objetivos de la campaña es convertir esta lucha en una de las prioridades de las agendas de desarrollo de los distintos países del continente.

Original en : Blogs de El País: África no es un País

Autor

  • Caballero, Chema

    Chema Caballero nacido en septiembre de 1961, se licenció en derecho en 1984 y en Estudios eclesiásticos en 1995 Ordenado Sacerdote, dentro de la Congregación de los Misioneros Javerianos,
    en 1995. Llega a Sierra Leona en 1992, donde ha realizado trabajos de promoción de Justicia y Paz y Derechos Humanos. Desde 1999 fue director del programa de rehabilitación de niños y niñas soldados de los Misioneros Javerianos en Sierra Leona. En la , desde abril de 2004 compaginó esta labor con la dirección de un nuevo proyecto en la zona más subdesarrollada de Sierra Leona, Tonko Limba. El proyecto titulado “Educación como motor del desarrollo” consiste en la construcción de escuelas, formación de profesorado y concienciación de los padres para que manden a sus hijos e hijas al colegio.

    Regresó a España donde sigue trabajndo para y por África

    Tiene diversos premios entre ellos el premio Internacional Alfonso Comín y la medalla de extremadura.

    Es fundador de la ONG Desarrollo y educación en Sierra Leona .

    En Bitácora Africana se publicarán los escritos que Chema Caballero tiene en su blog de la página web de la ONG DYES, e iremos recogiendo tanto los que escribió durante su estancia en Sierra Leona, donde nos introduce en el trabajo diario que realizaba y vemos como es la sociedad en Madina , como los que ahora escribe ya en España , siempre con el corazón puesto en África

    www.ongdyes.es

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